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El músico y las malas calificaciones

Hace varios años fungí como coordinador espiritual en un colegio cristiano de casi dos mil estudiantes. “Capellán”, era el nombre del puesto. Yo me encargaba de coordinar los devocionales para los alumnos. Imaginate, casi dos mil estudiantes y 6 devocionales por semana. Además, debía coordinar a los profesores de la materia de Biblia, supervisar los contenidos, brindar consejerías estudiantiles, impulsar esfuerzos de evangelismo y discipulado, etc.

Como parte de los devocionales, siempre teníamos un tiempo de cantos, es decir, formábamos bandas de alabanza contemporánea entre los estudiantes para lo cual teníamos contratado a un encargado para ensayarlos semanalmente y de este modo, asegurarnos de tener buena música para adorar. Obvio que al inicio del año convocábamos audiciones para cantantes y músicos, y luego conformábamos las bandas y programábamos los ensayos.

El asunto es que uno de los requisitos que debían cumplir los integrantes del Ministerio de alabanza, entre otros, era obtener mes a mes buenas calificaciones. En ese colegio aprobadas una materia con calificación 6 y todos los integrantes estaban enterados de que debían aprobar todas sus materias para seguir formando parte del ministerio. Si no las aprobaban, los retirábamos del ministerio y los enviábamos a sus casas. Fíjate, no éramos muy exigentes, era un ensayo a la semana nada más y no les pedíamos notas de 9 o 10, simplemente les pedíamos aprobar todas sus materias con 6.

Un año que ya teníamos conformadas las bandas y llevábamos más de un mes desarrollando los devocionales, llegó la hora de revisar las primeras calificaciones de los integrantes del ministerio. ¡Oh, sorpresa! De las tres bandas que teníamos formadas y de los casi 20 estudiantes que servían como cantantes y músicos, ¿cuántos crees que aprobaron todas sus materias? Tres, solo tres estudiantes aprobaron todas sus materias. Los demás, dejaron 2 o 3 materias y hubo algunos que hasta dejaron 8 o 9 materias. ¡Increíble! ¿No? Sí, eran buenos músicos, sí, eran excelentes cantantes, sí, querían servir al Señor con sus talentos, pero eran malos estudiantes. ¡Malos!

Entonces, el coordinador de músicos y yo nos vimos en la disyuntiva de qué hacer. ¿Vamos a sacar a todos los estudiantes que reprobaron sus materias y quedarnos sin música en los devocionales? O ¿íbamos a permitir que siguieran sirviendo al Señor en la música del colegio a pesar de sus malas notas?

Como no podíamos quedarnos sin cantantes ni músicos para los devocionales, accedí a que hiciéramos una concesión y les permitiéramos a los estudiantes que solo dejaron 2 o 3 materias seguir en el ministerio con la promesa de levantar esas materias el próximo mes. Eso sí, a los que dejaron más de 3 materias, los enviamos a sus casas y tuvimos que reducir las bandas que habíamos conformado y, entonces, hacer lo correcto en cuanto a este tema.

Cuando tomamos esta decisión, se me acercaron dos estudiantes que habían dejado 8 o 9 materias. Ellos no querían dejar de estar en la alabanza, no querían dejar de ensayar, amaban servir al Señor y me imploraron que no los dejara fuera. Yo les dije: “Vamos, ustedes no necesitan estar en la alabanza del colegio. ¡Lo que ustedes necesitan es ir a estudiar! Levanten esas materias, honren a sus padres sacando buenas calificaciones y cuando lo hayan hecho, ¡búsquenme! Pero mientras tanto, yo no quiero que sus papás vengan a quejarse conmigo de que por culpa del ministerio de alabanza, ustedes están dedicándole el tiempo que deberían dedicar para estudiar y sacar adelante sus estudios. ¡Levanten las materias! Y les prometo que si lo logran, los reincorporo al ministerio”.

Nunca lo lograron. ¡Era malísimos para los estudios!

Ahora, viendo en retrospectiva, creo que obramos bien en no dejar a los estudiantes servir en la alabanza si reprobaban sus materias, pero creo que tampoco debimos permitírselos a quienes poncharon 2 o 3. Pudimos haber desarrollado los devocionales solo con pistas, pero bueno, quisimos darles una oportunidad a quienes reprobaron pocas materias para que las levantaran y, hasta donde recuerdo, lo lograron hacer y continuaron sirviendo en el ministerio.

¿Qué es, entonces, lo correcto de hacer con los integrantes del ministerio de alabanza de una iglesia? ¿Qué hacer con las malas calificaciones de los cantantes y músicos?

Recuerda que la mayoría de los integrantes de ministerios en Latinoamérica son adolescentes y jóvenes que están cursando el bachillerato o sus estudios universitarios. ¿Qué hacer con ellos? ¿Se les debe permitir ser parte del ministerio si reprueban materias? ¿Es correcto que un músico sea mal estudiante y se le conceda el privilegio de servir?

Yo creo que no. Los pastores y líderes de ministerios deberían poner como requisito para permanecer dentro de un ministerio obtener buenas calificaciones. Muchos de ellos no supervisan este detalle porque… o no lo consideran importante o simplemente no les interesa la vida académica de sus integrantes. Pero vamos, seamos francos: que un músico que estudia saque malas calificaciones es un mal testimonio para los de afuera. Es decir, los cantantes y músicos deberían vivir vidas ejemplares en sus lugares de estudios. Y, a todas luces, ser un mal estudiante es tener un mal testimonio como cristiano. Por lo tanto, no debería permitírseles servir en la iglesia.

Es más, yo te aseguro que cualquier padre de familia que vea que el ministerio de alabanza estableció eso como requisito para servir, se sentiría agradecido por estar respaldando su labor de velar porque sus hijos sean académicamente competentes. Incluso, ellos lo verían como un apoyo a lo que están invirtiendo en los estudios de sus hijos y que eso provocará que prioricen obtener buenas calificaciones. En este sentido, pertenecer a un ministerio de alabanza debería ser la recompensa para los buenos estudiantes, no para músicos que son haraganes e indisciplinados.

“¡Pero es que nos quedaríamos sin bajista!”, se alarmará un director de ministerio. “¡Pero es que nos quedaríamos sin un par de cantantes!”, exclamará otro. ¡Ni modo! El ministerio de alabanza debe regirse por principios, no por conveniencia. Y el liderazgo debe velar porque sus servidores sean excelentes en todo el sentido de la palabra, tanto en lo musical como en lo estudiantil. ¿No es buen estudiante? ¿Le cuesta los estudios? ¿Ponchó dos o tres materias? ¡Mándenlo para su casa! Agradézcanle su servicio, pero principalmente concientícenlo de que además de buen músico, él debería ser un buen estudiante.

Como quienes me están leyendo podrían sorprenderse de una disposición de esta magnitud, debido a que nunca la han implementado o porque creen que hacerlo es ser demasiado radical, te voy a decir algo: no es correcto, no es ético y no es moral permitir dentro de los ministerios de alabanza gente mediocre e irresponsable en sus estudios. Recuerda que el ministerio de alabaza no solo es un ministerio de alabanza, es un ministerio de formación de carácter. Y si ustedes toleran la pereza y la haraganería académica, estarán incumpliendo sus funciones formativas. Pero si retiran a estos músicos y los mandan a sus casas para que tomen responsabilidad de sus estudios o de sus carreras, les estarán dando un gran mensaje. Les estarán diciendo: “Nos interesa tu futuro como estudiante y como profesional. No nos interesa solo tu talento y tu don musical. Nos interesa todo de tu vida y, en este momento, lo más importante es que vayas, saques adelante tus materias y luego, si consigues hacerlo, te reincorpores a servir con nosotros”.

Ahora, si tú consideras que lo correcto es enviar a los malos estudiantes a sus casas, tampoco te sugiero que los cortes del ministerio de tajo. Mira, si te toparas con la realidad de que tienes cantantes y músicos que están reprobando materias, como recién implementarás esta disposición, no los saques del ministerio de una sola vez. Dales una advertencia. El siguiente mes o mes y medio que tendrán exámenes o parciales, pídeles que aprueben todas sus materias. Al cumplirse el tiempo, pídeles que te muestren sus calificaciones y entonces, según los resultados, permíteles seguir sirviendo o, definitivamente, envíalos a sus casas a estudiar.

No toleres tener integrantes dentro del ministerio de alabanza con malos testimonios. Eso no está bien, no es ético y no es moral. Si sigues esto que te estoy aconsejando y, si este músico de verdad ama al Señor, él se irá a su casa y hará todo lo posible para aprobar sus materias, ser excelente y, por ende, continuará sirviendo en la iglesia local. Si él ama al Señor, a sus padres y al ministerio, se esforzará; si él se ama más a sí mismo, su confort y su comodidad, no lo hará.

Se terminó la época de músicos que digan: “¡Es que no pude estudiar para el examen porque tuve ensayo!” “¡Es que el ministerio de alabanza me consume mucho tiempo y por eso no pude estudiar!” “¡Es que tuve que practicar las canciones y por eso no hice las tareas profesor!” Es hora de que los músicos dejen de usar de escudo el ministerio de alabanza para justificar su mediocridad.

Noel Navas.



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