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Lullaby quiere irse


Lullaby ya no soporta su casa. Es un hecho. Es como un fuego que sale del estómago y la hace vomitar aunque no haya comido nada. De pronto, su madre y sus tres hermanas odiosas se hicieron insostenibles en los breves instantes de cruces en la cocina, en el baño o frente a Cualquier puerta del lugar.

Si dependiera de ella, saldría corriendo con lo puesto y su notebook. Nada de ropa de invierno, de ropa interior para los días de la semana, zapatos de más, discos de música, películas regaladas, cualquier adorno. Sólo cruzaría la puerta con los ahorros que le quedan y de una puta vez sacaría esa rebeldía de la cabeza para encontrar un trabajo, vivir sola Otra Vez y ser como todos.

Lullaby lo piensa y lo repiensa. Ser como todos es una opción. Ya lo hizo una vez. No puede costar tanto hacerlo una segunda. Y vestirse de imbécil con falda, blusa formal y zapatos con taco. Y fingir que se está bien, que se es simpática y que se puede ser normal en ocho horas en cualquier trabajo. Pero no, no es tan fácil. Renunciar a todo otra vez, sería como suicidarse. No. Lullaby no está preparada para morir todavía.

Mira alrededor. Se fija en cada detalle de su habitación. Observa su cama de niña que mide exactamente una plaza, pero donde cabe perfecto y hasta le sobra espacio. Recuerda cuando vivía sola en su departamento y su sofá-cama era el mueble más grande que alcanzó a tener. Piensa en su baño sin cortina y los largos ratos que pasaba ahí dentro mientras se preparaba para salir o se preparaba para nada. Dentro de espacios, Lullaby siempre elegía el más pequeño de ellos para ponerse a mirar el techo y digerir cambios o continuidades de su pequeña vida.

Y ni siquiera puede acostarse con nadie, aunque ese nadie le importe menos que un anillo perdido en el suelo de un bar. Pero tener la posibilidad. Poder volver a ser la chica mala de siempre. Extraña lo ha sido siempre, sólo que su rareza de ahora se pierde, no encanta. Lullaby Quiere despertarse un día, abrir la ventana de un departamento, fumarse cien cigarros si quiere, escuchar cualquier música rara a todo volumen, moverse desnuda si quiere, tener sexo si quiere, amar si quiere, odiar si quiere.

Entonces llegaría la noche, se pondría ropa negra, se delinearía los ojos con un lápiz oscuro, se fumaría un cigarro, se sentaría en la taza del baño y se sacaría una foto para la posteridad.

Historias sobre una chica oscura llamada Lullaby. Solitaria, odiosa, rebelde, irónica y agriamente dulce.


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