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Goya y un relato verídico de sencillo valor, compromiso, responsabilidad, dignidad y justicia.



En el Instituto de Arte de Chicago se encuentran estas seis pequeñas imágenes en óleo sobre tabla pintadas por Goya entre los años 1806 y 1807. Representan una secuencia artística de un hecho real sucedido en la provincia de Toledo, España, el día 10 de junio del año 1806. Todo empezaría diecisiete años antes, a finales del año 1789, cuando Pedro Piñero -llamado el Maragato por ser natural de esa zona de la provincia de León- comenzara sus delitos de hurtos, robos y crímenes. En sus andanzas criminales llegaría a matar, en abril del año 1800, a un dragón del rey que le perseguía entonces, y, cinco meses después, a un vecino de la localidad de Tejada (Burgos). Angustiado por el cariz implacable que la Justicia del rey tuviese por sus crímenes, el 23 de noviembre del año 1800 se presentaría -él y dos compinches- en el Palacio Real del Escorial para pedirle clemencia al rey Carlos IV. Fueron entonces conducidos a la cárcel de la Corte para ser enjuiciados según la ley. Tres años después del largo juicio fue condenado Pedro Piñero, el Maragato, a morir en la horca. Pero los jueces tuvieron en cuenta el arrepentimiento y su presentación voluntaria ante la Justicia. El rey Carlos IV les ofrecería la clemencia el 22 de enero de 1804. Le conmutaría al Maragato el monarca español la pena capital por doscientos azotes y diez años de trabajos forzados en el Penal de Cartagena.

Apenas tres años estuvo Pedro Piñero en Cartagena, no pudo esperar al resto de la condena y escaparía el Maragato del Penal el 28 de abril de 1806. Dos meses después, volvería a sus correrías y delitos por la Sierra de Gredos. Hasta llegar dos meses más tarde a Oropesa, al noroeste de la provincia de Toledo, muy cerca de la de Ávila, y ver entonces desde lejos la casa del guarda de una hacienda. Necesitaba el Maragato un caballo y quiso robarlo a los guardeses de la hacienda. Entonces encerraría al guarda, su mujer, sus tres hijos pequeños, el subguarda y un pastor en una estancia de la casa. Pero, al salir de la casa, se encuentra de pronto con un fraile que viene hacia la estancia. Lo apunta con su escopeta y le obligará a entrar también en la estancia. El fraile, un joven religioso de la orden de San Pedro de Alcántara, pasaba por allí para pedir limosna para su convento. Al salir de nuevo de la casa, Pedro Piñero recuerda ahora haber visto al subguarda unos zapatos mejores que los suyos. Decide entonces entrar por ellos y, en ese momento, el fraile, muy decidido, sabiendo que llevaba él unos zapatos en su zurrón, le dice que tiene unos mejores y se los ofrece. En un gesto de querer entregárselos sale el fraile de la estancia con él, y, acercándole los zapatos con el brazo izquierdo, consigue que éste se distraiga un momento alcanzando el fraile así su arma.

En la secuencia que el pintor aragonés pintase recrearía la escena de aquel impetuoso momento dramático. Primero cuando consigue la escopeta, luego el forcejeo de ambos, después el disparo del fraile y, por fin, el derribo del Maragato. Pero para entonces, para cuando Pedro de Zaldivia, el joven fraile de 29 años, se encontrase forcejeando con el bandido gritará a los demás -que ya no están encerrados- que le ayuden ahora, que le ayuden a él para, así, poder por fin vencerlo... Pero, nada, los demás no se atreven, lo dejarán solo ante el peligroso bandido. Es entonces, sin embargo, cuando la suerte, la fortaleza del joven fraile, o la providencia, harán que el Maragato sea vencido y finalmente abatido, herido ahora ya en una de sus piernas por el disparo decidido de fray Pedro. Luego, cuando ya estaba caído el terrible bandido, hasta los demás quisieron ahora golpearle. Pero el valeroso fraile lo impide decidido. Fue de nuevo el Maragato apresado y condenado a muerte. De nada sirvieron, incluso, el auxilio que el propio fraile solicitase al monarca. El día 18 de agosto de 1806 Pedro Piñero, el Maragato, fue ajusticiado en Madrid en el cadalso de una horca. Y el pintor Goya decidiría entonces inmortalizar, de toda esa triste historia, tan solo la secuencia donde el fraile y Piñero lucharán denodadamente. Para el Arte y para Goya -lo que es decir lo mismo- era la primera vez que el realismo de una historia era plasmado en una obra de Arte así, con los perfiles tan verídicos y crueles de una escena tan dramática. Antes incluso de los momentos realistas tan trágicos eternizados luego por Goya en un lienzo, aquellos terribles de la Guerra de la Independencia del año 1808.

Pero, ¿qué motivaría realmente al gran pintor español a decidirse por pintar esa secuencia personal, increíble o curiosa, de una forma tan crudamente dramática? Algunos piensan que, dado el anticlericalismo del pintor, fue una forma de mostrar el enfrentamiento entre el pueblo y la Iglesia. En las figuras se puede entrever, por ejemplo, una cierta preferencia iconográfica por la figura del bandido... Hay que pensar, sin embargo, en la humilde condición del fraile. De hecho, el Maragato confió en él cuando aceptó sus zapatos y le dejó así acercarse tanto. Era el único de los que estaban encerrados en la estancia que el bandido nunca podría pensar que se avanlanzase como lo hizo, tan decidido. Por otro lado, la figura romántica de un bandolero para un pueblo que entonces -1806- sufriría sus desmanes tan crueles no tendría mucho sentido aún... Así que ahora el pintor más atrevido y premonitorio de todos, al querer eternizar con el Arte la historia tan grave de aquel sencillo suceso, no tuvo en cuenta entonces más que el decidido compromiso del valor más humilde, del más personal y responsable, ante la impunidad o el avasallamiento de los seres más desalmados. Algo que, apenas dos años después de aquel suceso, se traduciría ya en el apasionado alzamiento impulsivo que sufriera un pueblo ante la terrible agresión tan poderosa y ofensiva de un despiadado invasor.

(Óleos sobre tablas del pintor español Francisco de Goya, serie de seis cuadros titulados en general La captura del bandido Maragato por fray Pedro de Zaldivia: el Maragato amenaza con un arma a fray Pedro; Fray Pedro desvía el arma del Maragato; Fray Pedro arrebata el fusil al Maragato; Fray Pedro golpea con el fusil al Maragato; Fray Pedro dispara al Maragato; Fray Pedro ata al Maragato, todas obras realizadas entre los años 1806 y 1807, Museo Instituto de Arte de Chicago, EE.UU.)



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