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Nazificación


 Hace unos días charlando con un compañero con vínculos en Alemania, alarmado me comentó que en una encuesta realizada entre los oficiales del ejército germano dio el escalofriante resultado de que el 30% de Ellos se definió como “pro-nazi”, en tanto que la Izquierda está atomizada y sin encontrar el rumbo en ese país.
    ¿Y por casa cómo andamos? La otrora izquierda revolucionaria está diluida en un anodino progresismo sin otra estrategia que volver a ser parte del gobierno pero sin haber terminado de definir el para qué  de esa vuelta y circunscribiéndose solamente a poner paños tibios con la pretensión de atenuar la “maldad” del capitalismo y tratar de volverlo “bueno”.
    Los pequeños desprendimientos de dicha izquierda están en permanente competencia entre ellos viendo quién es más radical y revolucionario, al tiempo que caminan por el costado del movimiento popular.
    Mientras tanto aquella frase nacida desde las vísceras de Gandini “…se contralará a todo el que tenga apariencia delictiva” se fue abriendo camino paso a paso agudizando el odio de clase hacia los pobres y los marginados.
    Desde hace un tiempo venimos notando la sucesión de ataques a personas en situación de calle, ya sea prendiéndolos fuego o saliendo en patotas a golpearlos con bates de béisbol y sin que estas situaciones causen alarma social en la sociedad. Tuvo que timbrar un valiente sacerdote para que la prensa saliera a dar la voz de alerta sobre lo que ya estaba ocurriendo desde tiempo atrás y todos sabíamos que sucedía…
    Estos hechos que mencionamos nos traen recuerdos de fines de los años 50 y principios de la década del 60 cuando las patotas de ultraderecha secuestraban muchachas judías y les tatuaban cruelmente con objetos cortantes la cruz svástica, mientras que al mismo tiempo realizaban atentados contra las sinagogas.
    En su momento estos acontecimientos se tomaron como episodios aislados, pero con el transcurrir del tiempo aquellos vientos acumularon tormentas que parieron la JUP, los comandos cazacomunistas y el escuadrón de la muerte. Culminó este proceso en una feroz dictadura que torturó, asesinó, desapareció e internó en campos de concentración a miles de luchadores sociales, algunos revolucionarios en armas pero los más fueron estudiantes y sindicalistas descargando todo el odio de clase contra los trabajadores, además de reducir en un 30 % el ingreso de las y los asalariados.
    Con todos esos antecedentes nacionales y con el avance de la ultraderecha a nivel mundial, no debemos menospreciar ni tomar a la ligera los sucesivos ataques a ciudadanos en situación de calles. También nos asaltan dudas si realmente todos los acribillamientos de personas con antecedentes son por causa de “ajuste de cuentas” entre delincuentes o si además no estará operando algún comando “caza pichis”, creado por devotos de Hitler, en un operativo de “purificar” la sociedad.
    Y si a esto le sumamos el crecimiento de la ultraderecha en nuestro país y la impunidad que sigue vigente, pongamos las barbas en remojo…


ESTEBAN PÉREZ






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