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LA KODAK VR35 DE MI MAMÁ (PARTE VI)

La Pesca del Narco (Segunda Parte)

Por Groder Torres



...De hecho tenía algunos parientes y conocidos que también eran militantes activos del MRTA, no entendía sus intereses, por lo visto la gente involucrada quería tener una forma para oponerse al estado que por esos días era casi ausente en el orden y la vida de la gente.

Al siguiente día mi mamá nos despertó muy temprano, era todavía casi oscuro, medio somnolientos me puso mi camisa manga larga color blanco. A mi hermana le hizo una cola en el cabello.
Nosotros apenas estábamos de pie por el sueño y nos dijo: “…vamos al patio, se paran delante de las flores y les tomaré una foto. Solo me quedan dos tomas…haremos un lindo cuadro”. Nos paramos derechitos delante de las flores, mi mamá miro por el lente de la cámara, escuchamos un click el que fue seguido de una potente luz del flash, eso nos hizo despertar un poco más. La foto Estaba hecha. Luego mi mamá se fue a Tarapoto para hacer algunas compras y revelar las fotos; y nosotros regresamos a la cama a seguir durmiendo.

Ese mismo día en horas del medio día dos jóvenes llegaron hasta la casa del fundo; habían sido enviados para buscarle a mi mamá. Ella acababa de llegar de Tarapoto.
Los jóvenes llamaron desde la tranca por su nombre, mi papá salió para atenderlos y ellos explicaron que una persona de nombre Ricardo la hacía llamar para que le tomara fotos en el pueblo de Pampa Hermosa. En toda la zona esta persona no era conocida, mas bien era un nombre extraño. Los jóvenes explicaron que esta persona se encontraba en la casa de don Felipe bebiendo cerveza con un grupo de personas conocidas del poblado.
Mi mamá sin pensarlo mucho me dijo… “tienes que ir agarrar al caballo Colorado, me iré a tomar esas fotos”. Agarrar el caballo, si que era complicado. Yo estaba acostumbrado a los caballos, pero al caballo colorado no. Este era un verdadero gigante y cada vez que yo le acercaba a cogerlo, me miraba con ojos burlones, tomaba mi carnada, que era una cáscara de plátano maduro y al mínimo movimiento, simplemente se ponía a correr como loco. En un patio de 3 Has era imposible para mi ir detrás del colorado. Y cuando estaba de buen humor esperaba que yo le acercara para tomar mi carnada, le ponía la soga y en ese instante tenía de darme un golpe con su rodilla en el pecho. Nuestra amistad con el colorado la dominaba el. En fin, ese día le cogí pronto, me dio mi rodillazo de costumbre y mi papá le puso la silla de montar. Entonces mi mamá se dispuso a montar y me dijo: “bueno, nos vamos tú serás mi compañía” y ambos nos montamos al colorado y nos dirigimos a Pampa Hermosa que estaba solo a 20 minutos a paso de caballo.

Entonces llegamos al lugar, el tal Ricardo estaba reunido con unas 10 personas del lugar. Bebían cerveza en medio de la calle, frente a la chingana de don Felipe. Las cajas de cervezas apiladas  formaban un cerco y las botellas regadas por el piso hacían un lugar difícil de caminar. Ricardo, era un tipo bien parecido de contextura media, bien vestido con pantalón jean, polo negro ajustado, gorro marrón, joyas en los brazos y pecho, y unas zapatillas auténticas de marca. Lo extraño para mí es que no parecía ebrio del todo a pesar de todas las cajas de cervezas que parecían haber bebido. En este pequeño pueblo no era tiempo de fiestas patronales ni otra fiesta pero el tal Ricardo había traído la alegría. El ambiente era muy festivo con música de moda del Sonido 2000 y otros ritmos tropicales de la época. Al bajarnos del colorado, Ricardo se acercó a conversar a mi mamá y le dijo: “mire señora, quiero que me tome todas las fotos que tiene”…¿cuántos rollo trajo?”. Mi mamá le respondió que tenía 2 rollos. Entonces Ricardo afirmó: “me tomará todas las fotos y aquí tiene el pago por todo y una adicional por venir”. Con eso mi mamá no se mostró ni feliz ni descontenta. A la orden de mi mamá empezaron la sesión de fotos y la pequeña Kodak empezó a lucirse con su Click acostumbrado. Las primeras poses de Ricardo eran con extravagante lujuria. Y luego llamo a todos sus acompañantes para la foto, al dueño de la chingana a don Felipe, a sus hijas, a su esposa y cuantos estaban cerca. Se tomaron como 65 fotos.

Ya al oscurecer regresamos a bosalao. Era sábado mi papá miraba las noticias en televisión nacional en una pequeña TV de 14 pulgadas en blanco y negro el cual era alimentado por una batería de 24 placas y la señal capturada con una antena área colocada en lo alto de un largo bambú. A veces cuando había tormentas la antena se movía y mi papá tenía que salir a corregir la posición para seguir viendo. Pero esos días eran calurosos y tranquilos. Al llegar mi papá nos comentó que la TV informaba que la ciudad de Moyobamba había sufrido un intento de toma por parte de los terroristas del MRTA y que en medio de una lluvia de balas y bombas los militares habían resistido el ataque; suponía que eran los mismos que habían pasado el día anterior por el fundo.

El domingo amaneció tranquilo; me desperté con la radio, en ella pasaban un bolero que es casi una melodía “Sin ti” de los panchos. Un viejo programa de radio Tropical “Los Panchos y sus Invitados” transmitían los domingos muy temprano. Mi mamá nos preparaba el desayuno, yo cogí la radio y fui directo al establo; ahí estaba mi papá ordeñando las vacas. Yo había escuchado que la música relajaba a las vacas y así producían más leche por eso cada mañana llevaba la radio.

Durante la mañana se preparó queso, y por la tarde mi papá agarro al colorado y a la colorada. La colorada era una bella yegua robusta y alta, de caminar altiva, en cada pata llevaba unas manchas blancas que parecía llevar puesta unas botas finas que hacían elegante su caminar.  Esta vez mi mamá y mi hermana montaron a la colorada y con mi papá montamos al colorado. En esos tiempos los caballos eran los transportes comunes. Entrada la tarde estábamos llegando a Cuñumbuque, en la plaza había varias decenas de puestos ambulatorios que todos los años llegaban en el mes de julio, con juegos mecánicos, venta de ropas, comida… pero para ser un domingo había muy poca gente, la mayoría se estaba concentrando en el club Loreto. No era para menos, el Sonido 2000, probaba sus instrumentos para una fiesta a lo grande. Era julio y se celebraba las fiestas patronales de Cuñumbuque.

Al pasar por la plaza unos jóvenes de la comunidad que bebían cerveza reconocieron a mi mamá y le pidieron que les tomara unas fotos. Los jóvenes bebían y escuchaban música en una radio mini-componente que funcionaba gracias a unas pilas alcalinas, su ritmo eran “Soda Stereo” y “Los Prisioneros”. En conversación de adultos escuche decir que habían llegado de Tocache, luego de trabajar en el negocio de la coca. Pues presumían de tener mucho dinero y no parecía importarles gastar en cualquier banalidad barata. Mi mamá sacó la Kodak, que llevaba en un estuche color marrón. Les pregunto cómo querían la foto. Ellos dijeron que les tomará sentados mientras bebían cerveza. Al contar 3, la cámara hizo un click.

Al iniciar la noche, desde nuestra casa en Cuñumbuque, se escuchaba como un potente sonido que parecía salir de las profundidades del río Mayo llenaba todo el pueblo; y al vocalista de la orquesta decir “mi canción es para ti mi amor, mi canción es para ti, mi canción es para ti mi amor, porque así lo quieres tu uuuu,….” Salí para ver y note que una cola de personas que llegaba hasta la esquina se disponía entrar a la fiesta.
Más tarde mis padres también fueron a la fiesta. Y yo luego de jugar un rato “la mano” en la plaza, con un grupo niños fuimos a ver la fiesta por la ventana; las personas que cuidaban la puerta eran muy estrictos no nos dejaban acercarnos. Por la ventana pude ver que la gente con gran alegría y mucho ritmo bailaba. Alrededor del local habían unas bancas en las cuales estaban sentadas las mujeres y los varones de pie bebiendo cerveza, cual camello al final del desierto. Y en la gran pista, las parejas bailando. Por unos minutos nos quedamos mirando, como la gente con emoción coreaba “Mensaje de Amor”. El vocalista con ritmo de vez en cuando movía su cabeza a la izquierda y derecha para darle vuelo a su largo cabello.

Inicialmente no me había fijado, pero Ricardo, el tipo a quien mi mamá tomó fotos el día anterior estaba en la fiesta con un grupo de personas y cogía, como en señal de posesión, a una bella muchacha del poblado de Pampa Hermosa. Y no me sorprendió ver otro cerco de cajas de cerveza a su alrededor. Esta vez llevaba un jean azul, una camisa hawaiina manga larga, sus joyas y muy cerca de el cuidaba un maletín James Bond. El cual llevaba hasta para ir al baño.

Me divertí viendo bailar a Alejandro “la relámpago” un homosexual con mucho ritmo. Llevaba un pantalón de tela ajustado y una camina manga corta, calzaba unas zapatillas marca “Sin Fin” y muy a su estilo derrochaba destreza al mover sus hombros, caderas y una amplia sonrisa al son de la batería del ritmo “Para Lolita”; su pareja no se quedaba atrás una señora mayor solterona que seguía su estilo. La gente casi les hacían un circulo para verlos y acompañar su baile…estaba por regresar cuando vi a mi mamá entrar con su cámara fotográfica. Unos señores la habían insistido para que regresara a casa a traer la Kodak con la finalidad de tomarse unas fotos. Así fue, en un momento las luces del flash se vieron por todos lados. Mucha gente quería inmortalizar el momento… Ya era tarde y tuve que regresar a casa a dormir...Continuará





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