La fotografía que acompaña a esta entrada es la de un niño de más de cinco años, con una enfermedad llamada craneosinostosis. Esto significa que los huesos de su cráneo se fusionaron antes de tiempo, impidiendo el crecimiento de la cabeza y, por lo tanto, del cerebro. El niño padecía retraso mental y Probablemente alguna otra deficiencia.

Lo sorprendente es que el cráneo tiene 530,000 años de edad. Y ningún niño con tal condición habría sobrevivido sin cuidados especiales, sin alguien que lo alimentara, que estuviese pendiente de él.

¿Qué nos dice esto? Que alguien (probablemente su madre) tuvo piedad de él, y que probablemente contribuyeron a su cuidado otros miembros de la tribu. En pocas palabras, que los humanos, en aquellos remotos tiempos, demostraban compasión por los débiles, por los enfermos, por los incapaces.

La estirpe humana, a fin de cuentas, siempre ha contado con individuos bondadosos.