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PIPPONE DI NATALE




Anche quest'anno siamo arrivati al pezzo sul Natale. Inevitabile come le tasse e il Var che danneggia il Toro. Inizio col dire che...l'anno scorso era meglio.
Ho passato la vigilia e il Natale a Guanabo col mio socio e amico Simone e il suo familion.
Ero al termine di due settimane di vacanza tunera, sono stato ospite di una bella fiesta al campo con la famiglia del mio socio, che ha pure tentato di affibbiarmi un paio di milfone che sono riuscito ad evitare slalomeggiando, neanche fossi Claudio Sala negli anni di gloria.
Ero a Cuba, al caldo, con amici, felice sereno e rilassato.
Oggi invece sono in questa ghiacciaia a cielo aperto, lavoro praticamente tutte le feste tolte quelle comandate (e' giusto che tocchi anche ai miei soci descansare un poco visto anche che a febbraio saro' di nuovo via).
Sono riuscito, con abili manovre, a ridurre il numero di cene di questo periodo al minimo sindacale, giuste quelle importanti con persone che hanno davvero un valore, qualcuna l'ho rimandata a dopo le feste, aspetto che passi questo stramaledetto mese che per le palestre non rappresenta esattamente il massimo, visto che la gente ha altro per la testa.
Non voglio rifilavi il solito pippone natalizio con la copertina del libro “Fuga dal Natale” di Grisham, anche perche' quest'anno non sono riuscito proprio a fuggire e me lo puppo tutto.
A Cuba abbiamo abuelo ottantenne in ospedale col cuore ballerino e un tio che e' arrivato a fine corsa, poco da stare allegri ma si deve aguantare quello che viene.
Cosa volete che vi dica sul Natale che non vi ho ancora detto?
Ribadisco che e' perfetto se sei un bambino o se hai figli piccoli, che ancora credono a Papa' Noel o cose simili ma per noi adulti, per dirla alla Rocco Schiavone, e' una rottura di coglioni almeno di livello 6, forse addirittura 7.
I regali.
Ne faccio pochi perche' poche persone se li aspettano da me ma non so mai cosa cazzo regalare, mi sembra sempre di comprare cazzate e probabilmente e' vero, che poi sono le stesse cazzate (prese ovviamente in buona fede) che regalano a me.
Poi c'e' questa faccenda del mangiare, sono giorni in cui tutti cercano di rifilarti cibo, se hai una palestra non e' proprio una cosa di cui essere contenti.
Quindi mangi ma poi ti alleni ancora di piu' per smaltire, un meccanismo che provoca un'altra rottura di coglioni anche se di livello inferiore alla precedente.
Poi c'e' il clima natalizio.
E' da novembre, quando sono tornato da Cuba, che in tv ti bombardano con spot e pubblicita' di torroni, panettoni, pandori e altre cose simili.
Michael Buble' e gli Wham riemergono con le loro canzoni natalizie dopo che per un anno erano stati tenuti in naftalina.
Capisco che per un lavoratore dipendente
siano giorni di vacanza (addirittura c'e' chi resta a casa dal 22 al 7 gennaio) in cui si puo' tranquillamente spendere la tredicesima ma io sono una partita iva e/o Presidente di A.S.D.
Di conseguenza nessuno mi paga tesoretti da spendere ed e' gia' grasso che cola se prendo i miei, in questo mese di...morta.
Per questo ho sempre amato Cuba in questo periodo, nessuna rottura di coglioni, 4 baciapile in croce che fanno le loro processioni, 2 palline colorate in qualche negozio ed il Natale e' belle che passato.
S.Stefano e' giorno lavorativo quindi il tutto si esaurisce il 25, da quando Giovanni Paolo II e Fidel decisero che era il caso di elevarlo al rango di giorno festivo.
Dal 25 in poi inizia l'attesa per il Capodanno che, a Cuba, e' tutto un altro discorso come sappiamo bene.
Nessuna cazzo di renna di peluche, nessun Babbo Natale finto appiccicato ai balconi, 30 gradi e una giornata tutto sommato come tante.
Di speciale qua' c'e' solo il fatto che ieri sono andato a sciare a Bardonecchia, capitera' 2/3 volte in tutto l'inverno e mi sono davvero divertito un mondo...ma per il resto ve lo lascio tutto.
Detto questo non posso pero' non augurare a voi, amici di questa isola nel sole, ultimo baluardo di piccola “cultura” italo-cubana, e alle vostre famiglie il miglior Natale possibile.
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La tradición de comer en familia la noche del 24 de diciembre está presente en Cuba como en muchos países donde el cristianismo forma parte de la base cultural.
Nochebuena no es más que una víspera del día de Navidad que se festeja el 25 de diciembre, una conmemoración del nacimiento de Jesús en Belén, el Mesías de la religión católica. Cabe destacar que la unión familiar es uno de los rasgos más destacados de la fe cristiana, por ello la mejor forma de conmemorar el nacimiento de su actor principal es por medio de una cena en la que no falte ni un miembro de la familia. La exactitud histórica de la fecha es motivo de discusión. Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera el 25 de diciembre. De hecho, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, cuando por influencia de San Juan Crisóstomo y San Gregorio Nacianceno se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad del niño Jesús. La Iglesia añadió posteriormente en la Edad Media el festejo del nacimiento a sus costumbres. En esta época, los banquetes eran el punto fuerte de las celebraciones, de la misma forma se mantiene hoy en día. También se señalan las influencias paganas de la celebración. Un elemento es el árbol. Muchos pueblos les rendían culto a un puñado de árboles considerados sagrados por distintos motivos. El más común, desde Grecia hasta Noruega era el roble, pero con el devenir del cristianismo se cambió el inconmovible roble por el abeto pues, según los misioneros, la forma triangular de la enramada correspondía al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este tres mágico caló muy bien en todas partes ya que era un número venerado por muchos pueblos miles de años antes de la venida de Jesús, y de esta manera bastante singular se impuso el abeto y luego el pino. Otro elemento pagano es Papá Noel, que en un principio se trataba del Abuelo Invierno al que los vikingos agasajaban para que fuera benévolo y, llegado el momento, partiera sin resentimiento para dar paso a la nueva vida. Una vez cristianizados y siguiendo la costumbre vikinga, los bretones los denominaron Viejo Padre Navidad: uno de ellos se disfrazaba del personaje y con gran alegría el pueblo le ofrecía de comer y de beber en abundancia hasta su partida. “En Cuba, al igual que sucede en otros muchos países, la celebración se ha desacralizado y esos días pasaron a ser grato motivo de reunión familiar y de reencuentro de amigos, aunque los templos católicos se llenen de feligreses, no siempre devotos, para escuchar la Misa del Gallo, que se oficia a las 11 de la noche del 24 y que ahora puede ser a las nueve o a cualquier otra hora”, explicó el periodista cubano Ciro Bianchi en un artículo reciente de Juventud Rebelde.
¿Cómo celebran los cubanos? La cena del día 24, la Nochebuena propiamente dicha, es el centro de la celebración. Ese día —puede ser también el 31— para muchos es importante estrenar una pieza de ropa, sea una chaqueta o un calzoncillo, continúa Bianchi. “La familia cubana no tiene, en la ocasión, una hora fija para cenar. Se impone, sí, en la mayoría de la Isla, hacerlo en familia, y se espera tenerla toda a la mesa para empezar a degustar los frijoles negros dormidos y el arroz blanco desgranado y reluciente, la yuca con mojo, el puerco asado o el guanajo relleno o sin rellenar que, junto con los postres caseros, como los buñuelos de navidad, y una amplia gama de dulces en almíbar y turrones españoles, son los platos —también el guineo en salsa negra— que conforman la comilona de la fecha que, en un país sin tradición ni cultura vinícola, se riega por lo general con cerveza helada. No son frecuentes en la Nochebuena cubana el cordero ni los pescados y mariscos, tampoco el bacalao, habituales en otras latitudes”. En una fina evocación de la cocina cubana escribía el poeta Miguel Barnet:

    “No escapan a mi memoria las nochebuenas de mi casa marina, con el lechón al pincho, el pavo gigante o el pargo asado a la catalana, todo acompañado de plátano maduro frito, tostones rubicundos o yuca con mojo de ajos”.

“Sabe el escribidor que en la Cuba de hoy no todos comen siempre lo que quieren.  Pero está convencido de que no hay familia cubana que se acueste sin comer. Por modestos que sean sus recursos, siempre se reserva algo especial o al menos distinto para esa noche”, refirió el periodista y ensayista cubano.

“Decía uno de nuestros grandes costumbristas, que para el cubano promedio no es tan importante lo que llevó a la mesa en la Nochebuena, sino lo que sobró, a fin de poder comentar que hubo tanta comida que en su casa no se hizo necesario cocinar al día siguiente. En realidad, la cubana no suele meterse en la cocina el 25, que es el día de la llamada montería, esto es, de comer lo que quedó  de la noche anterior”.

“Se quiere un 25 lo más tranquilo posible, ideal para la visita, acabar la botella que quedó mediada de la noche o para aliviar el ajetreo de jornadas anteriores. Aunque ha ganado espacio en los últimos años la cena del 31, se prefiere una comida ligera en casa para celebrar la fecha en grande en la calle y recibir el año y empezar un nuevo ciclo con el almuerzo del 1ro. de enero”.

La visita al archipiélago de Juan Pablo II, en 1998, promovió que el Estado cubano, en un gesto de buena voluntad, volviera a declarar el 25 de diciembre como día festivo, lo que había dejado de suceder durante varias décadas. Se reconquistó así un momento para dedicar a la familia.


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