Perdón por el lenguaje soez, pero esta es la clase de desperdicio que atenta contra los hispanos en este país.

Citando preocupaciones sobre su posturas en materia de inmigración, el Concilio Hispano del Congreso rechazó la petición de membresía del representante Carlos Curbelo, un cubanoamericano republicano de Miami a quien se considera un moderado.

Los 30 miembros del grupo son todos demócratas, y esta es la primera pregunta que me viene a la mente: ¿No son los demócratas el partido de la inclusión?

Mientras el grupo sometía la solicitud de membresía a una votación en Washington, yo participaba en una conferencia telefónica nacional en la que Curbelo y su colega miamense, el representante Mario Díaz-Balart, también republicano, fueron felicitados por defensores de los inmigrantes por su apoyo a los dreamers y los beneficiarios del Estatus de Protección Temporal (TPS). También los exhortaron con urgencia a presionar a su partido para conseguir un “Dream Act limpio”, uno que lleve a la ciudadanía a jóvenes que son estadounidenses en todo sentido de la palabra excepto su estatus migratorio.

Conseguir algo en este clima político es difícil, considerando la angustia y la división que la presidencia de Donald Trump ha creado en este país, y los defensores de los inmigrantes comprenden sabiamente que necesitan la ayuda de legisladores de ambos partidos.

Trump ha eliminado la protección del DACA para los dreamers. El Estatus de Protección Temporal vence el próximo año para grupos de centroamericanos y haitianos, y todo parece indicar que la Casa Blanca se mantiene empeñada en la deportación.

Como dijo sucintamente Natalia Jaramillo, estratega de comunicaciones del grupo We Belong Together: “El momento es ahora”.

Es hora de cerrar filas a nombre de las familias que sufren y están aterrorizadas de que la deportación las separe. El Concilio Hispano no pudo haber escogido un peor momento para la innecesaria división partidista.

No hay ninguna buena excusa —a menos que el grupo planee cambiar su nombre a Concilio Hispano Demócrata— a negar la membresía de un legislador que quiere trabajar con ellos.

Que tomen nota del Concilio Negro del Congreso, que tiene entre sus miembros a Mia Love, una republicana por Utah elegida, como Curbelo, in 2015.

Curbelo está lejos de ser perfecto, y su mayor defecto es exactamente el mismo de los demócratas que lo rechazaron. Con mucha frecuencia, Curbelo ve el mundo a través de sus lentes partidistas, a pesar de que la población de su distrito es de una decidida inclinación demócrata.

Pero puedo asegurarles que a la indocumentada María Pérez —quien llegó a este país en el año 2000 desde Argentina con sus hijos, de 6 y 4 años, huyendo de la ruina económica— no le interesa la politiquería barata. Ella necesita resultados, para que sus hijos, beneficiarios del DACA, no pierdan a su madre y puedan hacer realidad sus sueños en la tierra que conocen, ésta.

“No estamos pidiendo lujo”, dijo Pérez el jueves entre lágrimas. “Sólo estamos pidiendo que podamos mantener nuestra familia unida”.

A Christina Ponthieux —una encantadora miamense de 10 años cuyos padres vinieron de Haití y a quienes pronto pudiera acabárseles la protección del TPS— tampoco le importan las riñas demócratas o las propuestas de cambios en el partido a la izquierda del centro.

“Le agradezco a Curbelo por todo lo que ha hecho”, dijo Ponthieux desde Las Vegas, donde estaba para hacer una apelación nacional el jueves por la noche desde la ceremonia de los Premios Latin Grammypara que se apoye el proyecto de ley “American Promise Act”, que llevaría a un estatus permanente tanto a los dreamers como los beneficiarios del TPS.

Permítanme decirles una cosa, demócratas: Póngase de acuerdo. Si yo quisiera vivir en un sistema de partido único, regresaría a mi natal Cuba. No importa lo mucho que deteste las políticas republicanas, su existencia mantiene a los demócratas a raya. No hace falta decir que ningún partido está exento de equivocaciones y críticas. El Partido Demócrata ha logrado ganar muchísimo campo recientemente entre los cubanoamericanos del sur de la Florida. No echen a perder eso.

Pero más importante, esta actitud de que sólo la opinión de los demócratas cuenta afecta la buena causa de proteger a los indocumentados que son nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos, gente que ha contribuido positivamente a la economía desde hace décadas.

En la Florida —donde se calcula que viven unos 33,000 beneficiarios del DACA— los cubanoamericanos, que no tienen problemas con su estatus migratorio, están ayudando en la batalla contra las fuerzas antiinmigrantes que quieren imponer medidas draconianas que hacen daño a los indocumentados. No todos en el equipo de los proinmigrantes es demócrata. De hecho, también he escrito sobre exabruptos racistas de demócratas en la Florida.

Y he criticado a Carlos Curbelo cuando he tenido que hacerlo, sobre su voto para eliminar el Obamacare, y ahora por el desastroso proyecto de ley fiscal republicano que solo beneficia a los ricos.

Pero también he visto el trabajo duro de Curbelo en su primer período en el Congreso, particularmente sobre el cambio climático, y ciertamente sobre el asunto de los dreamers. ¿No significa nada que Curbelo haya presentado legislación sobre el Dream Act?

Opóngansele cuando vaya a la reelección en el 2018, pero trabajen con él en el Congreso ahora. Cuando nos dividimos, estamos condenados a perder.

http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/fabiola-santiago-es/article185633833.html

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