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Ricardo Martinelli: ¿De caudillo a martir?

Mi relación, en este caso indirecta, con Ricardo Martinelli, se inicia durante la década de los 1960s. El padrastro de mi mamá tenía dos negocios de abastecimiento de alimentos en el Centro Comercial de Vista Hermosa, propiedad de su familia materna. Mi mamá presencio en distintas ocasiones como los dos hijos varones de Doña Gloria Fábrega, ayudaban a su progenitora a cargar o descargar paquetes de su vehículo, en lugar de ser asistida por alguno de sus empleados. Cecilia Álvarez admiraba tanto la disciplina observada y el respeto hacia esa madre, que lo convirtió en el modelo que seguimos en nuestro hogar, en el desempeño de nuestras responsabilidades bajo ese techo. Años más tarde, escuche como uno de aquellos jóvenes, iniciaba su vida empresarial, al frente de una de las mayores cadenas de supermercados del país. Los Super 99 hoy aseguran de empleos a miles de panameños. Desde pequeño adquirí un sano interés por los acontecimientos políticos que trascendían en nuestra pequeña república. A través de la narrativa de mis padres y de un tío abuelo, el dueño de una de las tiendas artesanales más famosas de la época, en el área de Santana en Calidonia, la Sastrería Cárdenas, conocí entre otros hechos, acerca de Porras, acerca de los primeros movimientos estudiantiles y nacionalistas en pro de la recuperación del Canal, acerca del asesinato de Remón y el posterior juicio en torno al mismo. Mi tío Justiniano, me regalo una copia de un compendio encuadernado, que su sastrería había patrocinado, sobre todos los mandatarios panameños hasta esa fecha. Yo palpe los sucesos de enero de 1964, el proceso electoral que gano Marco Robles, la campaña de 1968, el triunfo del Dr. Arias y el golpe de estado subsecuente. De más está decir que crecí dentro de un periodo de dictadura. En 1972, mientras retornaba con mi madre y mis hermanos de mi primera visita a los parques Disney en Florida, nos encontramos con Arnulfo Arias en el aeropuerto de Miami. Aquel líder en el exilio, estrecho mi mano y mostro interés en saber si había disfrutado a Disney World. Yo enmudecí, ya que aquel personaje inspiraba en mí una mezcla de admiración y temor. Casi dos décadas después, participe en apoyo a su último intento por alcanzar la presidencia. Coincidentemente, lo que paso hace cuarenta años, pareciera querer repetirse hoy, "como la historia lo hace en espiral". Cuatro años después inicie mi propio corto exilio, hasta principios de los 1990s. Desde entonces, he participado con esmero, orgullo y respeto, al servicio de la patria, bajo tres administraciones distintas: la de Endara, la de Moscoso y la de Martinelli. En el 2000, finalmente conocí a Ricardo Martinelli, en ese entonces ministro del Canal, quien encabezaba la Junta Directiva de la Autoridad Marítima. En mi calidad de asesor de dicha institución, tuve la oportunidad de interactuar con el en diversas ocasiones. Sin el saberlo, yo lo observaba de reojo, pensando en silencio, "este es el mismo pelao que inspiro a mi mamá para que mis hermanos y yo, nos convirtiéramos en ciudadanos de bien". Lentamente comencé a entender porque fue así. Eventualmente se llega a separar del Gobierno de Mireya y corre en el 2004, en su primer ejercicio por ganar unas elecciones presidenciales, alcanzando un 3% de los votos. Después de aquel momento, un domingo, mientras yo visitaba un local comercial en Costa del Este, junto a mi familia y un amigo, lo volví a ver. Estaba solo, comiéndose un helado. Mi amigo me dijo: "permíteme presentarte al próximo presidente de la república. Estreche su mano. Fue un total deja-vu de la escena en el aeropuerto de 1972. A finales de agosto del 2007, tras haber participado en un curso intenso en Miami, recomendado por el amigo Quique Fernández, acerca del manejo de campañas políticas, me uní a las filas del partido fundado por Martinelli. Muchos de los que después se me acercaron intuyendo una cercanía mía con Ricardo, se burlaron sistemáticamente de mi apoyo hacia él. Antes, estos oportunistas me llamaron "loser". Me involucre activamente dentro de los procesos de pre-campaña y durante la misma, hasta lograr la victoria. Lo hice por convicción. Mi esposa y yo, cada uno desde su propia trinchera contribuimos con nuestro grano de arena. Luego vino la campaña del 2014. Lamentablemente se cometieron muchos errores tácticos. Comenzaron los ataques constantes contra su persona. Aquellos que se sintieron afectados por sus acciones económicas y políticas, durante el periodo 2009-2014 iniciaron una demonización de Martinelli. Dentro de su propia agenda oculta, Juan Carlos Varela, se auto-unge como el Mesías que vino salvar Panamá. Su arrogancia y sed de venganza, lo llevan, no solo a tratar de promover el desconocimiento de los logros de su antecesor, sino que desata una cacería de brujas, jamás antes vista en tiempos de democracia, hacia Martinelli, su familia y colaboradores de su gestión. Ricardo se ve obligado a abandonar el país, ante la falta de garantías acerca de su integridad y seguridad empresarial y personal. Uno a uno se inician los procesos amañados contra él, sus familiares y allegados, seguidos por la privación de la libertad, en sus distintas formas, de muchos de estos, al igual que la incautación de sus bienes. Vemos a un Ministerio Publico al servicio de Varela, el Inquisidor. Cual habrá sido la decepción de quienes lo aplaudieron en su momento, al ver más tarde su antifaz caer. Y no se sorprenda nadie, que aun hay quienes lo justifican o por lo menos no lo atacan o juzgan como se hizo sistemáticamente en contra de Martinelli. Como todos sabemos, Ricardo no solo paso un tiempo encerrado, sino que también fue traicionado y despojado del partido que fundo. Muchos parecen no entender el concepto oriental de la legendaria ave fénix. Fue quemada y renació de sus cenizas. Este es el fenómeno que sucede con Martinelli. Salió bien librado, contra todo pronóstico, del primer proceso judicial en su contra. Inscribió y constituyo un nuevo colectivo político, que pronto sacara del segundo lugar a su antiguo partido. Lo último, no estando siquiera en el poder. Esa es la fuerza que solo un caudillo es capaz de demostrar. Mi referencia al estrechón de manos que di tanto a Arias, como a Martinelli, es trayendo a colación, su comunalidad como lideres indiscutibles. Martinelli se han mantenido en primer lugar, como favorito a ser presidente. Un pueblo agradecido jamás da la espalda a sus caudillos. El les brindo la oportunidad de mejorar su calidad vida, a todos los panameños. Ricardo se las puede nuevamente regresar, después de casi una década de sufrimiento. Sus adversarios, dentro y fuera del gobierno,se han dispuesto a victimizarlo. Lo quieren volver a encerrar para impedir que compita y gane. Han creado un proyecto de ley, pensando en él, para desvalijarlo. Tramaban descalificarlo, al eventualmente no reconocer el derecho de su cónyuge a ser candidata a la vicepresidencia. Estarían dispuestos a promover otro fraude como los de 1984 y 1989. ¡Qué tan estúpido se puede llegar a ser, al convertir al caudillo en mártir! ¡Mira lo que tiene nuestro canal de YouTube!



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