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El Ritual (Cuento)



Aún no era el mediodía y Manuel pensaba en que sería una excelente idea trabajar al aire libre, su cubículo de la oficina era un espacio muy reducido en el que su estrés no podía disiparse, más bien lo concentraba asfixiándolo cada mañana, es así que para distraerse imaginaba la manera de redactar una solicitud a la plana mayor de la empresa, en la que pediría colocar su escritorio en la azotea del edificio, comprendía que la propuesta sería descabellada pero de alguna manera tenía que pensar en una posibilidad de escape a su cotidiano tedio.

Después de las 5 de la tarde, se retiró de su oficina para retornar a su casa, ya era la hora de salida y como era costumbre se tomaba un café en un restaurante que quedaba cerca de su camino, luego escogió la sección de fumadores lejos de ruido de los comensales, se sentó, abrió su portafolios, cogió su periódico y lo puso sobre la mesa. Cuando ya iba por media taza de café, observó en la banca del frente, al lado del parque, a un hombre leyendo un Libro con mucho interés y haciendo anotaciones, la imagen era algo extraña ya que no era habitual ver en esta ciudad a personas leyendo en la vía pública, hizo un esfuerzo por tratar de leer el nombre que aparecía en la portada de su libro, de vez en cuando levantaba la mirada de Manuel para observar al extraño lector. Hasta que el individuo de la banca se percató de que lo vigilaban, concentró su mirada en su vigía y cuando se cruzaron las miradas,  vio a Manuel y le levantó la mano hasta el torso en señal de saludo. Manuel nervioso por verse descubierto, sonrió tímidamente e hizo un ademán de conformidad con la cabeza. Transcurrieron unos minutos y el hombre sentado en la banca se le acercó y le dijo -Parece que usted anda interesado en mi lectura- , Manuel  lo miró con desinterés respondiéndole -Sí, es que no es común ver a lectores en la vía pública, vemos a alguno con periódico en mano, como yo, pero con libros es un acontecimiento- , sonrió  -Me llamo Santiago- , Manuel se presentó de igual manera, agregando a su saludo la pregunta -¿Qué era lo que leía con tanto interés?- , Santiago colocó el libro encima de la mesa y Manuel observó que el texto era más viejo de lo que imaginaba, su portada era de lona y las letras del título poco claras, en ella decía “Exposición Personal” de Romnson Telemann.  -Telemann era un profesor austriaco de filosofía y religión radicado en Italia casi toda su vida, estuvo por muchos años en un seminario de Milán pero se retiró de la carrera de sacerdocio- , acotó Santiago, para luego continuar, -En este libro expone algunas ideas que en su momento fueron muy controversiales pero ahora es sólo anécdota…- , Manuel con mayor curiosidad le pregunta sobre qué puede  ser eso controversial. -Bueno, para ser más preciso, él fue expulsado del seminario, debido a que estuvo trabajando en una investigación cuando era seminarista, podríamos decir que indagó más de lo permitido-  y -¿Qué fue lo que investigó demás?- , indagó Santiago. Según lo que se puede leer, él admitía una tesis en la cual, los textos bíblicos, tales como el génesis, habían sido interpretados erróneamente, pero desde una perspectiva mucho más radical que las otras ya conocidas. Él aduce que existe un mundo real que no es este, sino a lo que nosotros llamamos edén, en el comienzo de los tiempos el universo conocido imperaba la virtud, era una etapa del desarrollo espiritual pleno, sin embargo, Dios reconoció que tanta plenitud llevaba a la degeneración de algunos seres, debido a que la perfección de su creación les había dado la posibilidad de actuar con libre albedrío, para probar tal afirmación se explicaba los primeros pasajes de génesis, en el que los pasajes de Adán y Eva grafican el comportamiento de alguno hombres que transgredieron el orden impuesto por Dios,  es así que la expulsión es hacia un mundo donde tal libertad pueda ser gozada a plenitud, en que el ser humano pueda vivir según sus propias decisiones y… - ,espere un momento interrumpió Manuel, -Es esto el argumento de una novela o en realidad usted cree en eso-  Santiago aducía que tales afirmaciones están dentro de la investigación que no aparece en su libro, sino en la tesis que se encuentra archivada en un monasterio de Milán y lo que tenía en sus manos eran sus memorias, no obstante, explicaba los puntos centrales de su idea. Manuel le pidió prestado su libro, -Me da mucho interés lo que usted cuenta, quisiera saber si podría prestarme ese libro para poder leerlo con detenimiento-, Santiago se lo entregó acordando que dentro de una semana podrían reunirse en el mismo lugar para conversar sobre las impresiones que le generasen la lectura del texto de Telemman.


Así Manuel regresó a su casa intrigado por aquél extraño encuentro, cuando estuvo en su habitación se sentó en su escritorio, hizo a un lado sus apuntes de contabilidad y colocó el libro sobre la superficie de madera, lo abrió y observó que la edición era argentina de limitados 500 ejemplares, examinó la pasta y la impresión, sorprendiéndose por el buen estado de conservación de los interiores. Después de unos minutos, comenzó la lectura, es así que se enteró que Telemman vivió hasta los 50 años, y por un anexo aparte, que él desapareció y no se tuvo ningún rastro luego de que fuera internado en un sanatorio de enfermos mentales.

Pasadas las primeros dos horas, tuvo la impresión que muchas de las ideas de Telemman sonaban a Ciencia Ficción pero sentía cierto estupor al leerlas, según el autor, la realidad que nosotros vivíamos era un mundo imperfecto pero creado para ser así ya que fue elaborado por seres descendientes de individuos degenerados cuyas almas carecían de pureza debido a su no convencimiento de la superioridad del bienestar. De esta manera, en este mundo la lucha entre el bien y el mal era plena, no había intervención divina en tal lucha, todo lo aprendido sobre la religión y la espiritualidad era un esfuerzo de almas impuras por llegar a la pureza negada de origen. En otras palabras, Dios no tenía intervención alguna en este universo; para Él,  nuestro mundo era desconocido, Jesús, sus apóstoles, la historia de la Virgen; eran  manifestaciones terrenales de aspirar al mundo perdido.

 Manuel, luego de leer muchos pasajes en los que se fundamentaban (algunas eran sostenidas por citas a textos desconocidos) a grandes rasgos esta tesis, aún no comprendía el punto de Telemman, pero definitivamente entendía el veto de la Iglesia a sus argumentos ya que según la educación tradicional, lindaban con la locura y la herejía. Casi al final del texto, luego de contar algunos detalles intrascendentes sobre su vida personal, se refería a que a través del tiempo ya ha sido creadas distintas sectas que conocían de antemano estos postulados y que peligrosamente la Iglesia los había intentado callar y en innumerables casos, los había exterminado pues eran subversivos que deseaban volver. Para dicho propósito habían creado rituales para lograr abrir un portal que les permitiera llegar hacia esa realidad negada para ellos. Tales invocaciones se sustentaban en el poder de la palabra que para el mundo de Dios tenían un poder superior, es por eso que varios de los rezos instituidos eran súplicas constantes de perdón y clemencia. Jesús, fue uno de los primeros subversivos, intentó inmolarse radicalmente para obtener la entrada a ese mundo a los conversos. Manuel, sorprendido ante tal revelación, buscó en la publicación una explicación de cómo se elaboraban dichos rituales sin tener suerte.

Ya era de mañana cuando concluyó la lectura del libro sin despegarse en toda la noche de su escritorio, tenía una semana para formular preguntas a Santiago, entre ellas sobre información más detallada de tales rituales. Era momento de volver al trabajo, Manuel se acicaló, cogió su carpeta de papeles y se fue en dirección a su oficina.

Pasó la semana pactada y lo esperó en la cafetería, Santiago llegó algo retrasado y se acomodó en la silla pidiendo perdón. -¿Pudo leer el libro?, algunos pasajes son algo tediosos- , Manuel le explicó que por el interés del argumento lo leyó en una sola noche y estaba muy intrigado por lo argumentado por Telemman. -¿Qué tanto de verdad hay en eso?, ¿Usted cómo llegó a este libro?- , Santiago, contemplando con satisfacción la duda de Manuel, le dijo -No sé si serán verdad tales afirmaciones, sin embargo como usted habrá leído, él andaba muy convencido de eso, fue el trabajo de su vida, pero no podemos olvidar que este es sólo un libro de memorias, la tesis original se encuentra en Milán, son muchas páginas, al menos eso me han dicho y usted se preguntará cómo es que lo sé, yo he sido seminarista aquí en Lima y fui hace varios años a Milán, ahí escuche de otros seminaristas de esta historia pero todo lo que escuchaba era de oídas, muchos chismes y poco contenido hasta que en un viaje a Buenos Aires, estuve andando por el barrio de San Telmo, encontrando en una librería de viejo un libro, decía Telemman, creía que era del compositor alemán Georg Philipp Telemann, sin embargo al hojear el texto, recordé la historia, de esto hace ya un par de años,  usted me ha visto releyendo ese día porque un amigo mío, de Italia, me ha dicho que en la Biblioteca de Milán hay un trabajo inconcluso, con muchas anotaciones de la tesis de Telemann, entre ellas los rituales de los que habla el libro, me ha prometido enviármelas cuando las tenga todas transcritas, él es investigador y la sección es reservada por lo que no se pueden sacar copias, son ejemplares muy delicados- , “Eso me interesa” , pensó en voz alta Manuel, -Usted podría avisarme cuando tenga esos escritos- Santiago afirmó con entusiasmo, -Y tal vez podamos poner en práctica alguno- dijo con una sonrisa maliciosa.
-Entonces así quedamos, una vez que tenga todo el material, me avisa, ok-

Luego de algunas semanas en las que Manuel no había dejado de pensar en esos rituales, Santiago lo llamó para decirle que su amigo ya le había enviado los documentos y que si deseaba podían volver a encontrarse para conversar sobre ellos. Al día siguiente, se encontraron y le alcanzó lo escrito haciendole observación que estaba en italiano y no había tenido tiempo de traducirlo pero que intentaría hacerlo en el momento del ritual. Santiago intentó interpretar a grandes rasgos algunas frases, contándole que los rituales debían de ser practicados en alguna fecha religiosa oficial, sin importar la religión que sea. Estas fechas, a pesar de cualquier explicación dada por las iglesias en su momento, obedecían al movimiento de los astros y estaban considerados como los días adecuados  para intentar abrir un portal hacia la susodicha realidad paralela. Así que Manuel sacó un calendario de su billetera y buscó una fecha cercana encontrando el día de la Inmaculada Concepción como el más adecuado, se lo comunicó a Santiago y quedaron para ese día a las 7 de la noche.

Manuel llegó al Rímac, Santiago vivía cerca de la avenida Pizarro, las calles eran oscuras pero muy transitadas por buses y peatones, preguntó a un par de vendedores ambulantes por la dirección que la tenia anotada en una vieja libreta que siempre guardaba en el bolsillo de su camisa y después de una corta caminata por las estrechas calles, se detuvo frente a una vieja casona en la que en su puerta principal se encontraba anotada a mano los números de las habitaciones. Al ingresar y hallar el número de Santiago, tocó tímidamente, al entrar vio las luces del techo apagadas mientras que las lámparas y las velas misioneras daban un aspecto lúgubre al cuarto. Santiago lo invitó a sentarse y empezó a explicarle en lo que consistiría el ritual -Mire, aquí tengo anotados como 10 rituales pero he escogido uno debido a que podemos adecuarlo al espacio que tenemos y por los objetos que he podido encontrar-. Manuel vio alrededor y se percató de un candelabro plateado, un crucifijo de madera con base, dos campañillas, y un disco CD grabable, -En el disco hay una pista de rezos de sacerdotes druidas,  me lo envió mi amigo italiano, ahí está uno que es citado en este documento, lo único que debemos hacer es repetir lo que ellos dicen pero antes de eso debemos confesarnos o en su defecto hacer el acto de contricción, bueno, comencemos…- . Manuel siguió el procedimiento que meticulosamente lo había anotado en un papel Santiago, tanto los rezos como los siguientes pasos.

Así pasaron dos horas rezando como druidas, prendiendo y apagando velas en un orden aleatorio, esperando algún fenómeno paranormal que de fe de que todo iba por lo correcto. El único detalle que no estaba anotado era lo que iba sucediendo mientras el ritual se desarrollaba de tal manera que al finalizar con todas las etapas escritas, no sucedió nada. Manuel, con la garganta irritada y agotado por la jornada, vio fijamente a Santiago preguntándole -¿Eso es todo?, ¿y ahora?- , el otro se rascó la nuca, agachó la cabeza y quedó en silencio, después de casi 30 segundo dijo -Algo debimos haber hecho mal- , Manuel algo incómodo le reclamó por el tiempo perdido, tomó sus cosas  diciendo que fue un error haber venido, se despidió descortésmente y abandonó la habitación de Santiago.

Así transcurrieron los días, Manuel no deseo tener noticias de Santiago pues pensaba en que todo eso del ritual -de Telemman- había sido una mala anécdota y que no debió haberse involucrado en cosa de locos, sin embargo algo lo alegró, era un comunicado de la gerencia de la empresa donde le contestaban afirmativamente la solicitud de ubicar su oficina en la azotea del edificio, Manuel, desconcertado por la comunicación, ya que él si bien redactó alguna vez el documento nunca la envió tal vez fue uno de sus colegas pensó, ya que fue con ellos con los que antes había compartido tal idea. Al día siguiente, él ya se encontraba en la azotea, trabajando como todos los días pero a cielo abierto, convencido que al menos en una sola cosa le había atinado y todo andaba perfecto.

Cerca del edificio de la oficina de Manuel, al mediodía, un muchacho que recién empezaba a trabajar en un restaurante, acomodaba el cartel de menú en la puerta, pero al mirar con detenimiento hacia el otro lado de la calle observó a un hombre mal trajeado sentado en una banca repleto de papeles, haciendo el ademán de anotar en ellos unos números. El joven se acercó a la dueña del restaurante y le preguntó por aquél sujeto, la señora sacó la cabeza por la puerta y le dijo: “es un loquito que hace unos días se sentó en esa banca con todos esos cachivaches, me parece haberlo visto antes por la avenida Abancay, pasa todo el día sentado escribiendo, déjalo en paz, es un pobre infeliz, cree estar trabajando en una oficina”




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