Una tarjeta de Memoria de 32 GB vale menos de lo que pide Burger King por un par de menús Whopper. El almacenamiento portátil ha alcanzado un costo con el que sólo podíamos soñar diez o quince años atrás, y una buena parte de su caída se debe al método de manufactura. Eso instala la pregunta: ¿Cómo se fabrican las tarjetas de memoria? Una vez más, la gente de How It’s Made sale al cruce para responder.

Smartphone, tablet, cámara, ordenador, reproductor de audio, marco de fotos digital, tú eliges. Si la idea es almacenar datos en un dispositivo, lo más probable es que posea una ranura para tarjetas de memoria, aunque hay excepciones en el mercado (*tos*«iPhone»*tos*). Las tarjetas de memoria y los pendrives dejaron de ser accesorios mágicos con la capacidad de guardar cientos de diskettes a la vez para convertirse en objetos comunes que incluso se entregan como obsequios de cortesía en reuniones y eventos. Dependiendo de la marca, una tarjeta SD de 32 GB puede valer entre 8 y 11 euros, por lo que podríamos hablar de una época de abundancia y amplia disponibilidad… pero la industria llegó a este punto de algún modo, y el primer paso para entenderlo es saber cómo se fabrican las tarjetas de memoria.

Cómo se fabrican las tarjetas de memoria

Todo comienza con una oblea de silicio procesada en un entorno mil veces más limpio que un quirófano. La oblea es sometida a un promedio de 800 operaciones, entre las que se destacan la adición de materiales como dióxido de silicio, cobre, y un fluido especial sensible a la luz. El bombardeo de luz ultravioleta en las partes expuestas del fluido provocan una reacción química que fijan el material en la parte inferior, sobre el patrón de los circuitos. Un baño químico secundario se encarga de eliminar el exceso de fluido y material, dejando sólo los circuitos útiles, con conexiones que son 2.000 veces más delgadas que un cabello humano. Un robot evalúa el funcionamiento de cada chip, cientos de ellos en una oblea de 12 pulgadas. La oblea pierde dos tercios del silicio (que es retirado de la parte posterior), y antes de la separación de los chips, recibe una capa de cinta para mantenerlos unidos.

Un disco de precisión realiza el corte de los chips individuales, y un brazo robótico los retira siguiendo el patrón generado en la fase de prueba. Cada uno de los chips aprobados es montado en un marco de fibra de vidrio, y otro robot realiza las conexiones necesarias usando un hilo de oro. Los chips son sellados en plástico, y pasan a la fase manual de ensamblaje, donde un grupo de empleados los instala en sus carcasas correspondientes. Una estación presiona ambas tapas de la carcasa, y otra pega la etiqueta. Las tarjetas terminadas pasan por una prueba electrónica adicional, y una inspección visual final antes de llegar a sus paquetes.

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