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REMORDIMIENTO

Un hombre sin remordimientos es un hombre muerto en vida. (Anónimo)


Se dice que el Remordimiento nace de la conciencia que tenemos de haber actuado mal y es verdad pero también puede venir del pesar de haber actuado bien cuando consideramos que la situación no se lo merecía.

Nuestra vida es tan plena que nos ofrece ambas oportunidades pero si bien es lícito ser conscientes de nuestros males, ¿es bueno lamentarnos de nuestras buenas obras? La respuesta más obvia que nos damos a nosotros mismo es que sí porque la persona o la situación no se lo merece. Y yo me pregunto, ¿y nosotros nos merecemos lo bueno de los demás?

Si todo fuera fruto del juicio de nuestros méritos nadie sería merecedor de bendiciones en este mundo, nadie y menos nosotros mismos. No podemos malgastar los beneficios de nuestras buenas obras deslegitimándolas por nuestras opiniones. Actuar bien nunca puede ser para recompensar méritos ajenos, el bien es amor y el amor nada espera a cambio, todo lo sufre, todo lo aguanta. Actuar es obedecer a Jesús. El remordimiento nace de la conciencia que tenemos y asumimos de nuestros actos no de la de los demás por lo que no podemos negarles aquello que nosotros exigimos para nuestro beneficio.

Pero la parte más común, más obvia, es el remordimiento tras una mala acción, un error o incluso un intento de actuar bien con consecuencias nefastas. ¿Quién no ha pensado o deseado más de una vez poder rebobinar ciertos momentos de su vida para evitar aquello que hizo y de lo que todavía está pagando sus consecuencias? A todos nos ha pasado, nos pasa, y nos pasará. Nada nuevo bajo el sol.

¿Cómo se vive el remordimiento?

Esto empieza primero con la aceptación de los hechos y de nuestra participación en ellos. En esta parte ya perdemos muchos de los postulantes en el camino del remordimiento, porque la mejor forma de evitarlo es negando nuestra participación en los hechos u olvidándola voluntariamente.

En segundo lugar, reconociendo nuestra parte de responsabilidad y esto también suele ser un escollo en el que perdemos muchos en el camino del remordimiento, porque somos hábiles en excusarnos y torpes en aceptarnos.

Pero si hemos sabido sortear y aceptar estos dos primeros pasos la consecuencia es sencilla, nuestra mente exige el remordimiento y nuestro espíritu el arrepentimiento. El remordimiento es un acto humano frente y para una situación humana, el arrepentimiento, él, es un acto humano dedicado a nuestro creador, a Dios. Y si bien podemos fingir el primero el segundo no nos deja lugar donde esconder nuestras vergüenzas por lo que solo acepta nuestro Padre es el genuino, sincero y de corazón.

Hay gente que se vanagloria de no tener remordimientos porque considera que lo hecho bien hecho está, necios de corazón y de razón son porque negar el sol no impide que brille y negar sus tinieblas no impiden que los señoreen.

Nuestra vida está plagada de oportunidades para concienciarnos de quienes somos, de lo que somos y de cómo actuamos. Es el vivero de nuestros remordimientos.

30 Cuando Jehová haga con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te establezca como príncipe sobre Israel,31 entonces, señor mío, no tendrás motivo de pena ni remordimientos por haber derramado sangre sin causa, o por haberte vengado con tu propia mano. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haya favorecido a mi señor, acuérdate de tu sierva.


Que Dios os bendiga, Alfons
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