En tiempos pretéritos la libertad no se entendía como un concepto Sino como un modo de vida. En el mundo moderno es una quimera que sirve para atraer las mentes enjauladas en sus propias desilusiones.

Todos tenemos elección, y más aquellos que claman no tenerla, solo que ellos niegan enfrentarse a lo que sus decisiones les obliga.

El hombre se define, no por su habilidad de elección, sino por su capacidad en asumir sus consecuencias.

Elegir parece un acto independiente pero solo lo es cuando actuamos sin cordura. Si nos dejamos guiar por la sabiduría entenderemos que no hay decisión que no sea rehén de sus causas y eso hace que seamos predecibles y falibles, es decir simples seres encadenados a su condición. Por ello siempre hay que encomendarse a Dios porque solo Él es de buen consejo.

La elección mata nuestra genuinidad, nos condena a ser responsables cuando éramos inocentes. Elegimos un camino tortuoso desde Adán y Eva porque el conocimiento no nos libra de sus consecuencias sino que nos encadena a ellas.

El principio de la sabiduría está en el temor de Dios. Si somos conscientes de lo que hacemos entregaremos a Dios todas las elecciones que se presenten en nuestras vidas para que Él nos guie y nos ampare. Si así lo hacemos seremos conscientes de que, nunca por méritos propios, mas sí por Su voluntad y su Gracia, andamos en camino de salvación.

Estar acertado en nuestras elecciones no nos capacita para escoger la de los demás, solo no obliga a agradecer a Dios por su misericordia para con nosotros.

No hay buena elección que no sea manifestada en humildad. La arrogancia destruye lo que la obediencia construye.

Yo no elegí vivir pero sí que de mí depende a quién quiero dedicar mi vida; a Dios o a este mundo. Esta es la verdadera elección a la que nos enfrentamos todos hasta que la muerte nos coja la palabra.

Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar donde reside la maldad (Salmos 84:10)

Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí.(Salmo 119:30)
Que Dios os bendiga, Alfons
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