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LOS DEMONIOS DE ESTE MUNDO

Todos mis demonios se han conjurado contra mí, para que no vea la luz que persiste en mis tinieblas y me sigue llamando. (Anónimo)


Los pensamientos, la lengua, nuestro corazón, Nuestra razón son obreros de bien y de mal, pueden ser ángeles pero son a menudo nuestros peores Demonios.

El dolor acuciante del cuerpo suele ser un poso de maldad porque desvía nuestros humores hacia el mal. Vencerlo nos puede costar mucho si no buscamos aliado en el Señor.

La envidia es un demonio sigiloso que ronda nuestra mente constantemente buscando brecha donde plantar su semilla.

El orgullo es el demonio más moderno que surca los mares de nuestra condición, pretende convencernos que somos más de lo que nunca seremos, y eso a costa de los demás.

El egoísmo es un demonio endémico de la sociedad moderna y de nuestras mentes constantemente golpeadas por los placeres de la avaricia.

Los rumores, cuchicheos y otros ruidos de la lengua, tan apetitosos como dañinos e indigestos. Son la lacra de las supuestas buenas consciencias que intentan, sottovoce destillar su veneno.

La blasfemia también es un artefacto de los demonios de aquellos que se creen por encima del bien pero que en realidad solo están sometidos al mal. Es fácil blasfemar, y en nuestra sociedad es hasta políticamente correcto ser irreverentes ante Dios, pero el precio a pagar por ello lo recaudará Jesús y llegarán ante su presencia sin un duro.

Pretender poseer la razón puede ser un demonio perverso si la clamamos motivados por nuestra ceguera mental y espiritual. ¿Cuántos pretenden tener la verdad sobre la Biblia? Tantos como los que ignoran que la Verdad solo la detiene Dios, nuestras verdades son tan frágiles como fuerte nuestra vanidad.

Si tantos demonios hay no es de extrañar que tropecemos constantemente en ellos pero uno puede topar y no caerse, eso sí, solo es posible de la mano de Jesús. Y si caemos porque el golpe fue rudo, miremos hacia el cielo y veremos su mano tendida que siempre nos levantará.

No hay que temer nuestros demonios o ignorarlos, hay que enfrentarse a ellos porque son parte del legado de nuestros pecados. Jesús nos enseña el camino a seguir, eso sí, de su mano, siempre de su mano.

28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios (Mateo 12:28)

Que Dios os bendiga, Alfons
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Església Evangèlica La Gràcia de Déu
Ciutat de Balaguer, 40, Barcelona
Cada domingo a las 18 00, ¡OS ESPERAMOS!


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