Creo que Puigdemont ha declarado la independencia catalana como una bravuconada de chuloputas, aunque da igual lo que pregone pues a uno le preocupa más el parón en las negociaciones sobre las pensiones. Dice el jefe de los facinerosos que la suspensión es para negociar, pero Alfonso Guerra nos ha advertido que «con golpistas no se puede negociar». Porque los supremacistas no se sienten españoles. Y «en el corazón no se manda», según me dijo a mi una chica antes de dejarme por un tío guaperas, millonario y con descapotable.
Y es verdad, pero ellos utilizan a los niños como los cobardes bucéfalos que han mamado lo peor de España,...
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