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Símil independentista

Hoy voy a explicar una historia que pudo suceder, en un tiempo determinado, en una ciudad, también determinada. En una de sus calles, la dirección de la circulación era prohibida si se accedía desde otra Calle. Las circunstancias hacían que para acceder a un aparcamiento de la citada calle, los vehículos debían dar una vuelta que podía durar entre cinco y diez minutos.

Ya que era una calle, con escasa circulación de transito rodado, los vecinos solían caminar por la vía en lugar de hacerlo por la acera sin peligro alguno. Era fácil controlar el lugar por donde solían venir los coches o motos. Pero el peligro exista cuando algunos vehículos, para no dar la vuelta necesaria y acceder al aparcamiento, haciendo caso omiso de la señal de prohibición de circulación se la saltaban con velocidad rápida y accedían al aparcamiento.

Los vecinos alertaron al ayuntamiento e hicieron recogida de firmas solicitando un cambio en la dirección de la calle, lo que creían lo más lógico, ya que se prevenía un posible accidente.

El ayuntamiento les notifico que se debían de respetar las señales de circulación y de esa manera no habría posibilidad de accidente.

Pues bien, el accidente ocurrió. Un coche transito en dirección contraria con velocidad inadecuada y no pudo reaccionar al encontrarse con un peatón que tampoco camina por su espacio asignado.

El mal ya estaba hecho, una persona fallecida, una familia destrozada por el dolor, un conductor a la cárcel y otra familia igualmente destroza, doblemente, por la muerte del peatón que resulto ser familiar y por la prisión del padre de la familia.

A continuación los vecinos se movilizaron en protesta y se logró el cambio de dirección de la calle. Pero ya era tarde, el mal estaba hecho.

El conductor tenía razón al solicitar el cambio de dirección, al peatón tanto se le daba, aunque como vecino se beneficiaba y el único responsable era el ayuntamiento.

Pero resulto que al saltarse el conductor la norma de circulación perdió la razón. El peatón también la perdió al no circular por la acera y, quien la tuvo fue el Ayuntamiento.

Ahora podríamos hacer un símil con otra historia, poniendo en lugar del Ayuntamiento al PP, Mariano Rajoy y su 155, por peatón y familias afectadas, a la ciudadanía de Catalunya y como conductor a Carles Puigdemon.

Según mi punto de vista es lo que ha conseguido el independentismo, perder la razón.

Otros independentistas deberán comenzar de cero. Pero, a estos políticos de hoy, la historia en su día los reconocerá como quienes fueron los que se cargaron la posibilidad de independencia.



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