Maximiliano I, Emperador de México Es harto conocido que no hay nada mejor que morirse para que empiecen a hablar bien de alguien, sobre todo si ha sido un personaje famoso. Todo lo malo y las pestes que propios y extraños (más los propios que los extraños, todo sea el decirlo) vierten sobre el interfecto en vida, por arte de birlibirloque se trocan en halagos y bellas palabras en cuanto que