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Poder de veto

SECCIÓN MARTES ARGENTINA
Las fichas se movieron en el tablero político el viernes de la semana pasada, cuando asumieron sus bancas los legisladores electos en el mes de junio. En aquel entonces la lucha principal se había desarrollado en la provincia de Buenos Aires entre el Kirchnerismo y el justicialismo opositor, contando este último con candidatos importados de o en alianza con Propuesta Republicana. El hoy diputado Néstor Kirchner perdió por dos puntos porcentuales y fracción contra el empresario Francisco De Narváez, pero lo que se leyó como el comienzo de la debacle K fue apenas una tormenta pasajera para el oficialismo, cuyos verdaderos problemas pueden comenzar ahora.
En la interpretación de los resultados de junio pesó el precedente del revés gubernamental en el Parlamento cuando se votaron las retenciones a la producción agroganadera, derrota que el gobierno sufrió a manos de uno de sus propios integrantes, el vicepresidente Julio Cobos, con su recordado voto “no positivo” a la resolución 125.
Aquel episodio abrió un ciclo en el que el Congreso tomó un lugar central después de Mucho Tiempo. Pero el ciclo, iniciado con la mencionada frustración del proyecto oficialista, prosiguió con una serie de éxitos para los kirchneristas, entre ellos la reforma de la seguridad social, la nueva ley de servicios de comunicación audiovisual y, cerrando el período, la reforma electoral: todas iniciativas del Poder Ejecutivo que sacudieron fuertemente el panorama político, social y económico de la Argentina, llegando incluso a dividir casi en dos al grueso de la sociedad.

Ni tantito así
Necesitada de espacios de poder con los que pueda obstaculizar al oficialismo y Hacerse Fuerte, la oposición desembarcó en el Congreso con todo. Controla las comisiones más sensibles para el Ejecutivo, al cual podría forzar a dar marcha atrás cuando emita decretos de necesidad y urgencia (DNU), o a renegociar contratos con empresas de servicios públicos privatizados. “En las comisiones de control, claramente vamos a reclamar la mayoría. En las que son sobre relaciones bilaterales, administración y homenajes […], podemos repartirnos la mitad cada uno”, manifestó al diario Crítica de la Argentina la diputada Patricia Bullrich, de la opositora Coalición Cívica. Desde ahora, el arco opositor tendrá también las mayorías parlamentarias requeridas para no aprobar la forma en que la Casa Rosada ejecute el presupuesto nacional.
La posibilidad de veto a los DNU está en el centro de la atención para los oficialistas y los opositores. Estratégicas iniciativas del Ejecutivo, como el reciente otorgamiento de asignaciones a hijos de desocupados y de trabajadores informales, podrían ser modificadas o quedar sin efecto si la oposición en su conjunto así se lo propone.
Ahora resta ver si la prioridad de la oposición en el uso de las nuevas herramientas con que cuenta es el debilitamiento político del oficialismo o el control sobre sus iniciativas y la imposición de modificaciones a las propuestas que lleguen desde la Casa Rosada. Del otro lado, el kirchnerismo deberá planificar cada una de sus movidas en forma muy cuidadosa, ya que el más mínimo error lo podría llevar a una crisis política en la que aparezca como incapacitado para gobernar.

El nuevo Congreso también será, uno de los ámbitos de preparación de la campaña para las elecciones presidenciales de 2011. El llamado peronismo disidente buscará hacerse fuerte en el Poder Legislativo y proyectarse para disputarle el sillón de Rivadavia a un kirchnerismo que, por primera vez en mucho tiempo, sentirá el rigor de no contar con respaldo para que sus decisiones se conviertan en leyes. ■

Nota publicada en La Diaria, Montevideo - Uruguay, el 8 de diciembre de 2009.


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