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Análisis forense de perfiles anónimos en Twitter

Reconozco ser bastante cabezón. Cuando se me pone algo entre ceja y ceja acostumbro, salvo que sea totalmente imposible su realización, a poner todas mis fuerzas (las pocas que tengo a nivel intelectual porque, lamentablemente, las físicas después de mi última operación están entre mal y peor) para resolverlo. En este caso llevo tiempo, y muchas horas de insomnio, intentando desentrañar quiénes son las personas que se hallan tras un par de cuentas destinadas a difamarme desde hace unos quince días. Incluso escribí acerca de ello en un post.

Fuente: ShutterStock

No le hubiera dado una mayor importancia si, después del calentón puntual, esas dos personas hubieran cesado en su actitud. Incluso, a estas horas, me conformo con una disculpa pública alegando, en su justificación, cualquier trastorno mental transitorio (no, no cuela lo de “estar fumada” en un tuit porque, en caso de ser cierto, debería procederse a realizar una analítica para ver cómo se permite ir a docentes fumados a dar clase).

Pero más allá de lo anterior que, es entre cómico y grotesco, he tenido mucho tiempo para trastear con Ciertas Cosas, leer mucho y, por suerte, conseguir descubrir que, al final, esto del anonimato en internet es una falacia. Al menos en Twitter. Y debo reconocer que no me parece, salvo casos concretos (con riesgo físico por expresar las opiniones políticas), nada mal que ese anonimato sea totalmente ficticio. Uno debe decir en las redes lo mismo que diría en persona. Si no eres capaz de decirlo a la cara, mejor abstente. Simplemente por una cuestión de etiqueta. Bueno, de ser persona. Y eso lo dice alguien muy crítico con ciertas cosas y personajes (no personas) que siempre ha dicho las cosas con nombre y apellidos tras la cuenta. Cosas que repetiría (y he repetido) en conversaciones privadas con personas con las que, a veces, he tenido conflictos en la red.

Pero vayamos a lo que interesa. A ver qué he conseguido sacar de estas noches de insomnio y del bucear entre cientos de páginas milagrosas en las que te enseñan “cómo detectar quién se halla tras una cuenta de Twitter”. Pues bien, en primer lugar deciros que no hay milagro. No hay aplicación que te cambie el anonimato por un nombre ni, por desgracia, app que instalada en el móvil te dé el número de cuenta de la persona que se halla tras una cuenta anónima. Toca currárselo un poco más.

En primer lugar conviene acudir a las posibilidades que te ofrece que “el anónimo” la haya cagado a la hora de configurar su cuenta de Twitter. Hay algunos que, por desgracia, han tenido la mala suerte de poner su correo de recuperación y que sean localizables por el mismo. Y sí, con un poco de habilidad (no voy a contaros el método porque de éste sí que hay páginas) podemos saber, conociendo el correo electrónico, si tienen cuenta en Twitter. Y, además, podemos mediante la utilización de la API de Twitter saber qué cuenta o cuentas han creado con ese mail. Ideal cuando ya tienes el correo electrónico de los difamadores anónimos. Va, os lo pongo fácil… simplemente ponéis agregar cuentas en Twitter desde vuestra lista de contactos y ya veis qué contactos tienen perfiles de Twitter. Sí, así de fácil.

Otra cuestión es la posibilidad de geolocalizar de dónde vienen los tuits. En caso de realizarse desde un equipo doméstico, la geolocalización es bastante sencilla mediante la IP (sí, también hay páginas que sabiendo la IP podéis saber el domicilio). Cuando se tuitea desde el teléfono móvil aún es más sencillo. E, incluso que no esté el GPS activado porque, sabéis qué, al menos los teléfonos con Android geolocalizan a sus usuarios con el dispositivo de localización desactivado. Así pues ya tenemos el combo: nombre del perfil y geolocalización de los tuits del usuario anónimo.

Por cierto, conviene decir que, en el caso de que hayan sido tan cafres de tuitear desde la wifi del centro o un equipo conectado a la red del mismo, aparece como IP la de la Consejería de turno. Y, además, en el caso de la Comunidad Valenciana, al tener una línea para equipo directivo y administrativos y otra para el resto del centro, podemos saber desde cuál de las dos se ha tuiteado. Algunos, por desgracia, no tienen muy claro que toda la información que se transmite por una internet institucional tiene logs para saber a qué aplicación se han conectado y cuándo. Por desgracia, el desconocer lo anterior, no implica no asumir las consecuencias de hacer ciertas cosas.

Más allá de lo anterior podemos extraer los metadatos de cada tuit que nos muestran otra información relevante (dispositivo, modelo de S.O. y un largo etcétera) de los dispositivos que se usan al darle a tuitear. Ya, todo acaba siendo algo que sumado hace que sea bastante sencillo detectar a quienes piensan que escondiéndose tras el anonimato pueden permitirse ciertas cosas.

Además, recordad que no soy informático y que todo lo que he aprendido lo podéis aprender vosotros. Tan solo exige algo de tiempo.

Sabed que, por mucho que os empeñéis en ser anónimos en Twitter, esa falsa sensación de seguridad e impunidad, se puede romper en más del 95% de las ocasiones (fuente).

Sed buenos y no tuiteéis lo que no os atreváis a decir en otros contextos. Y por cierto, sí que es posible saber, con mucho más trabajo que los dos casos que han sido los que han desencadenado mi trabajo forense, quién es @maestradepueblo. Pero, sinceramente, en este caso prefiero mantener la incógnita porque, al final, soy de los que creo que, salvo que hagan ciertas cosas con sus perfiles, el anonimato debe ser una opción.

No os he puesto ninguna herramienta que he usado ni, tutorial de cómo lo he hecho. Toca currárselo un poco ;)


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