Una pareja joven y bien situada, estaba jugando al Golf en un Campo muy distinguido y rodeado de bellísimas mansiones. En el tercer golpe del par, el marido le dice a su mujer: — Querida, ten cuidado al pegarle a la pelota, no sea que la mandes a una de esas preciosas mansiones que rodean el campo y rompas el cristal de alguna de esas caras ventanas. Si lo haces, va a costarnos una fortuna la