Tras un trabajo de campo realizado durante los ultimes meses a la cotidianidad bogotana, alguno que otro dato, para mi sorpresa, me arroja de lleno a la conclusión de que algo está pasando con el ánimo y diría incluso, a manera de metáfora, que con el ser interno de las personas de la ciudad. Bien cierto es que vivimos en una sociedad altamente competitiva en la cual no es un secreto que los efectos de la orientación económica neoliberal, está comenzando a afectar la psicología de las personas. No sé si sea por ello o por algún otro motivo, pero creo que no exagero si digo que no es del todo erróneo hablar hoy por hoy de una verdadera fauna sociopática local.

¿A qué me refiero exactamente? Pues bien, en un clima de postacuerdo de paz, lejos de encontrar una voluntad dada a aceptar el pluralismo político, el perdón y la tolerancia, o siquiera una mirada constructiva, la desconfianza reina por doquier, y partiendo de ella, al parecer, muchas personas han perdido el sentido humano de la sensatez ante tal panorama. ¿Cómo se manifiesta ello? En general con un clima de apatía más acentuado de lo normal, pero, de igual forma con una actitud mezquina que incluso se puede notar en los gestos faciales alterados y llenos de agresividad y en la recurrencia, en los últimos días, al empleo de expresiones llenas de violencia tanto en el acento como en la gesticulación que las acompaña. Expresiones del tipo: “Todo mundo”, o “Pobre tipo”, las cuales se están volviendo bastante comunes dentro del dialecto y las expresiones cotidianas. Lo preocupante, es que efectivamente todo mundo está contemplando dicho escepticismo excesivo y violento dentro de nuestra psicología local. Por fortuna, no es algo generalizado, pero sí una problemática que se halla latente en medio de las interacciones sociales cotidianas.

¿Se está volviendo loca la gente del país? ¿La gente de la ciudad? ¿La gente de mi barrio? Pues bien, recuérdese que el término de “loco”, es una expresión peyorativa de uso cultural y no de uso médico o psiquiátrico, Sin Embargo, sí es conveniente señalar que en el estado de cosas actuales, el trastorno antisocial o sociopático de la personalidad, está aumentando a niveles alarmantes. En otras palabras, se está generalizando que las personas de Bogotá se vuelvan insensibles a las necesidades o sentires de otros, hay una actitud evidente y persistente de irresponsabilidad humana y de irresponsabilidad para con los derechos de los demás. Es difícil hablar de psicología en masa de manera tan específica, pero no cabe duda de que el momento, en la ciudad, se presta para ello un poco. Eso sí, no se pueden adelantar conclusiones, de la misma forma en que las cosas no se solucionan diciendo que fulanito se ha vuelto loco por gritar de manera agresiva en la calle, gritos que poseen incluso incoherencias y que dan muestra de una verdadera psicosis en la persona.

Es obvio que lo más prudente es esperar hacia dónde deriva dicho estado de psicología en la ciudad de Bogotá, sin embargo, también es cierto que llamar a la tolerancia, al respeto, y a la aceptación de la otredad, son cosas que nunca están de más. Locura o no, lo que está en juego en esta clase de asuntos es la convivencia y el respeto en un sentido general.