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El APRA y la corrupción.- Doce puntos del aprismo

Escribe: César Vásquez Bazán

1. La principal preocupación de los apristas peruanos la constituye nuestra sociedad y nuestro pueblo. Ocho décadas después de fundado el APRA como Partido Revolucionario Antiimperialista Latinoamericano, el Perú continúa su evolución colonial dentro del sistema capitalista internacional. Como predijera Haya de la Torre en 1928, nuestra nación se ha convertido en una neocolonia de los Estados Unidos de América y del sistema imperial que dicho país hegemoniza. El Perú del año 2006 sigue cumpliendo las funciones básicas coloniales que los centros dominantes le atribuyeron tras la conquista española. En el capitalismo mundial de hoy, nuestro país sigue siendo considerado como un mero territorio proveedor de materias primas –particularmente minerales–, como plaza de colocación de las manufacturas provenientes de los países centrales –o de sus factorías de exportación–, y, por sobre todo, como nación receptora de capitales de inversión y préstamo y pagadora de aún mayores utilidades, regalías, amortizaciones e intereses.


2. Nuestra característica neocolonial se ha visto reforzada por la existencia de una burguesía inepta que a lo largo de décadas, desde comienzos del siglo pasado, fue incapaz de organizar y dirigir un proceso de crecimiento económico suficientemente dinámico que incluyera a los distintos estratos de la población. En diversas oportunidades esa pseudo-burguesía ha demostrado su incapacidad y su desinterés en cumplir el papel director del desarrollo capitalista que la historia le deparó en otras sociedades. Interesada en el enriquecimiento rápido y en el disfrute inmediato de las ganancias de sus capitales, esta burguesía cliente del imperialismo se adueñó de lo sustancial de los recursos naturales peruanos, explotó dichos recursos utilizando la mano de obra barata aportada por sectores del pueblo, se comportó monopólicamente en el mercado peruano y, salvo contadas excepciones, destinó lo fundamental de los frutos de esa actividad económica y social al consumo suntuario y no a la reinversión. Esa misma conducta, magnificada y orientada a la extracción de excedentes hacia el exterior, es la que han seguido hasta la fecha las empresas transnacionales que se han asentado en el país.

3. La evolución descrita, acentuada por la aplicación en la última década de políticas capitalistas neoliberales, ha traído consigo la acentuación de la miseria estructural en la que se debate más de la mitad de la población peruana. La falta de dinamismo y equidad del proceso de crecimiento ha generado además un elevado y creciente desempleo que ha traído consigo no sólo la necesidad de que un amplio sector de connacionales se vean obligados a emigrar del Perú, sino que ha condenado a aquellos que permanecen en el país a sobrevivir en condiciones infrahumanas y alienantes, a convertirse en vendedores callejeros, cuando no en delincuentes. De persistir las actuales condiciones dentro del Orden Colonial Neoliberal, es probable que el Perú haya llegado a un status de inviabilidad como sociedad humana, lo cual significa que la inmensa mayoría de sus miembros, al no poder satisfacer sus necesidades básicas de alimentación, vestido, vivienda, salud y educación, tampoco pueda gobernarse y convivir pacíficamente.

4. Debe subrayarse que partir del año 1990 la evolución colonial del país se vio reforzada y acelerada por el establecimiento de un nuevo orden capitalista neoliberal. Formalizado en la denominada constitución de 1993, este nuevo orden consagró una estricta división de atribuciones entre los ámbitos económico y político, estableciendo que la esfera económica debería quedar estrictamente en manos de los intereses privados, es decir preferentemente del gran capital extranjero. Con principios tales como el de la subsidiariedad del Estado, el nuevo orden capitalista neoliberal implantado por la dictadura ató de manos al Estado. Desde 1993, la constitución fujimorista impidió al Estado participar directamente en la actividad económica y limitó la implementación de políticas económicas a favor de las clases explotadas.

5. El Perú de hoy, como colonia neoliberal, satisface los intereses de grupos plutocráticos y de sus clases gobernantes, es decir de una minoría del país. En cambio, el colonialismo neoliberal condena a las grandes mayorías nacionales al desempleo, a la miseria, a la desesperanza y a la profundización de su alienación. El "progreso" y la "modernidad" impulsados por el neoliberalismo favorecen fundamentalmente a los de siempre, a las clases explotadoras, y excluyen a millones de peruanos, que se ven condenados a un futuro penoso, sin posibilidades de progreso sustancial. Esa es una de las pesadas herencias que dejó a nuestro país la dictadura de los años noventa.

6. A lo largo de la década fujimorista, la mayoría de apristas luchamos contra los tres componentes básicos del modelo de colonia neoliberal: (a) el modelo neoliberal económico, social y político; (b) el régimen autocrático, funcional a la implantación de dicho modelo; y (c) la corrupción generalizada del poder político, militar y económico. Los apristas denunciamos el régimen imperante por haber agravado hasta límites insostenibles el desempleo, la caída de sueldos y salarios, la injusta distribución del ingreso y la riqueza, la marginalidad social y la centralización del país. Los apristas levantamos nuestra voz en contra de la violación de los derechos humanos, el control de los medios de comunicación, y la manipulación de los procesos electorales.

7. En particular, la dictadura corrompió al país, a sus instituciones y a muchos de sus hombres. Para entender la corrupción dentro de la década fujimorista debemos aprehender este fenómeno en el contexto de su funcionalidad. Al satisfacer los apetitos de enriquecimiento del poder político, militar y económico, la corrupción se convirtió en el elemento indispensable para asegurar la viabilidad y solidez del régimen. El enriquecimiento ilícito generado por la corrupción fue la soldadura que unió indisolublemente las voluntades de las autoridades políticas y militares fujimoristas y las de sus socios nacionales y extranjeros, integrantes de los sectores
dominantes del país.

8. Sensiblemente, hubieron dirigentes apristas que fueron captados por el régimen neoliberal, autocrático y corrupto de Fujimori. Hoy sabemos, por ejemplo, que dos secretarios generales del PAP, Agustín Mantilla Campos y Jorge Del Castillo Gálvez, ambos personas de confianza de Alan García Pérez, no sólo mantuvieron relaciones políticas y financieras con Montesinos sino que comulgaron con el modelo colonial neoliberal del fujimorismo. Participando de la corrupción y del modelo económico encontramos a Agustín Mantilla, descubierto con cuentas millonarias en dólares, que no se pueden justificar con sus ingresos personales. Al igual que el silencio culpable de Montesinos, es vergonzoso observar la negativa de Mantilla a contestar las preguntas de la Comisión Investigadora del Congreso acerca de millonarias cuentas bancarias, establecidas y administradas por Mantilla para uso de terceros, a quienes Mantilla se ha negado a identificar. En el caso de del Castillo hoy sabemos que Montesinos compró a este personaje a través de transacciones sostenidas con la Caja de Pensiones Militar Policial. Ratificó así del Castillo su propensión al servicio de la derecha y de la corrupción, tendencia que ya había quedado en claro cuando Dionisio Romero lo nombró director del Banco de Crédito. En ambos casos, la actual Burocracia Dirigente se ha negado a efectuar las investigaciones y a sancionar los actos de corrupción cometidos por ambos secretarios generales del PAP.

9. Sin embargo, la infiltración del fujimorismo en la dirección del PAP no sólo se manifiesta en los avances de la corrupción. Se expresa también en la defensa del orden colonial neoliberal que en septiembre de 2001 asumió del Castillo Gálvez a través del Proyecto de Ley Constitucional 611 presentado a través de la Célula Parlamentaria Aprista. Mediante ese proyecto, del Castillo intentó constitucionalizar en el Perú los principios neoliberales de organización de la economía, la sociedad y la política. En igual forma, del Castillo Gálvez pretendió legalizar los actos de la dictadura fujimorista y las acciones de sus corruptas autoridades. Llegó inclusive a tratar de imponer a espaldas del pueblo una supuesta "nueva constitución", llena de lugares comunes pero eso sí basada en los principios del orden colonial neoliberal. En ese intentó contó con el apoyo de otro elemento cercano a Alan García Pérez, un "asesor internacional" conocido por su sinuosa trayectoria "casista", velasquista, heterodoxa y hoy neoliberal de última hora.

10. A estos actos que se fueron descubriendo en forma progresiva, se han añadido una serie de declaraciones públicas y decisiones adoptados por la burocracia dirigente del partido que constituyen una abierta afrenta al aprismo, a su ideario, a su programa de acción y a su ejecutoria pública. Entre estos hechos podemos señalar el apoyo a las posiciones neoliberales de políticos conocidos como comisarios coloniales del imperialismo (Kuczynski, de Soto), la incorporación a dedo en el Partido de politicastros derechistas que se distinguen por su apego al dinero mal habido (Mufarech), la invitación a sectores defensores del orden colonial neoliberal (fujimoristas como Giampietri), los lazos con grandes intereses mineros (Yanacocha, Roque Benavides), y la negativa a asumir la defensa de los intereses populares (Arequipa, Tambogrande). Asimismo, y con distintos pretextos, la burocracia dirigente ha protegido en el Congreso de la República a distintos funcionarios de la dictadura acusados de corrupción.

11. Existen otras acciones de la burocracia dirigente que debemos denunciar para su sanción efectiva. Nos referimos, por ejemplo, a la violación permanente de los Estatutos del Partido Aprista Peruano. Al estilo de la autocracia fujimorista, la burocracia dirigente se auto-prorrogó el mandato en dos oportunidades y con distintos pretextos. Incurrió además en faltas gravísimas, como la publicación en Internet del padrón de afiliados del partido, lo cual violó dispositivos constitucionales que protegen la privacidad en materia de opiniones políticas de los ciudadanos del Perú. Al facilitar la identificación política de los militantes apristas en un país en el cual los golpes de estado se suceden regularmente cada dos décadas, la burocracia dirigente ha traicionado al Partido y a su militancia. Asimismo, en diversas oportunidades, la burocracia dirigente ha faltado de palabra a la militancia aprista a la que ha calificado de buscadora de empleos y de carecer de cualidades profesionales. Últimamente organizó procesos electorales que estuvieron manipulados desde el nombramiento del comité electoral y la definición de las reglas electorales hasta la abierta manipulación de los padrones.

12. Frente a todos estos hechos insurgimos los militantes del PAP que entendemos al aprismo, como ideología revolucionaria, como programa de cambio social y como línea directriz para la gran transformación. Recordando que nuestro partido es un movimiento de militantes puros y sinceros, proclamamos nuestro rechazo a la corrupción imperante en los cuadros dirigentes del PAP y expresamos la necesidad de someter a disciplina y sancionar a aquellos involucrados en actos de claudicación, traición o inmoralidad. Comprometidos en este esfuerzo de recuperación partidaria, reafirmamos la validez del APRA y de su diagnóstico de la realidad nacional, de su ideología y su programa, de sus valores y símbolos, de su estatuto y de su normativa interna, sobre cuyas bases desarrollaremos nuestras propuestas integrales. En pleno siglo XXI consideramos que el imperialismo, como lo había previsto Haya de la Torre, sigue siendo el peligro fundamental que acecha a América Latina. Contra ese fenómeno de explotación y dominación erigimos el antiimperialismo aprista como medio para enfrentar la hegemonía del capitalismo globalizado e iniciar la construcción en el Perú de una sociedad justa de hombres nuevos y una república de trabajadores manuales e intelectuales, sin explotadores ni explotados. Ratificamos nuestra condición de partido de izquierda, promotor de una nueva democracia funcional y proclamamos la necesidad de rescatar nuestro partido de las manos de elementos que, en su afán ciego de llegar al gobierno no han dudado en ponerse al servicio de la derecha y el imperialismo. Finalmente, reiteramos que son tan graves y profundos los problemas de la sociedad peruana que su resolución involucra llevar adelante una profunda reorganización económica, social y política del país, revolución bosquejada en las obras básicas del aprismo, en especial en El Antimperialismo y el APRA.

¡Contra el imperialismo, por la unidad de América Latina, para la realización de la justicia social!

© César Vásquez Bazán, 2006
Todos los derechos reservados
Julio 18, 2006


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