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Intervención en el debate parlamentario sobre las consecuencias del 1 de octubre

INTERVENCIÓN EN EL DEBATE PARLAMENTARIO SOBRE LAS CONSECUENCIAS DEL 1 DE OCTUBRE

Parlament de Catalunya, 10 de octubre de 2017

[enlace al video]

Gracias, señora Forcadell,

President, los debates son para debatir, para hablar y para escuchar. Yo ahora estaba intentando que alguien me hiciera la transcripción literal de lo que ha dicho para ver si lo he entendido bien. Usted asume un mandato, que yo discuto, y al mismo tiempo dice que propone suspender una declaración no hecha. Es complejo, pero las situaciones políticas a veces lo son, y todos tenemos que admitir que en la complejidad el diálogo puede hacerse más difícil si no nos entendemos suficientemente, pero también ofrece márgenes en los que tenemos que trabajar todos juntos.

No se puede suspender una declaración que no se ha tomado. Y cuando usted nos dice “propongo suspender”, porque realmente estamos llegando al límite, de que son las palabras del presidente de la Generalitat las que dan validez o no a las leyes y nos sitúan en un terreno muy, muy complejo.

Yo le tengo que decir que estos días estoy entre la gente angustiada, que como usted ha dicho bien en su intervención son gente que piensa muy diferente. Son personas que probablemente coinciden en dos grandes cosas: aman su país pero quieren la prosperidad de su familia y sus hijos. Los tenemos que servir bien a todos y acertar muy bien.

Yo pensaba que en algún momento usted diría que traslada unos acuerdos, unos resultados, pero que no es una función que le corresponde a usted. Porque la ley del referéndum establece con mucha claridad que en los dos días siguientes a la proclamación de los resultados por parte de la Sindicatura Electoral, se celebrará una sesión ordinaria para efectuar la declaración formal de la independencia de Cataluña, sus efectos y acordar el inicio del proceso constituyente. No es esta sesión, ¿o yo me confundo mucho? Alguien nos lo debería decir.

Yo quería hoy en mi intervención reiterar la advertencia que a menudo hemos hecho los socialistas en esta Cámara y yo particularmente como presidente de mi grupo. Ya el 9 de noviembre de 2015 en el inicio de esta legislatura les decía si habían pensado bien en los costes y consecuencias de situar las instituciones catalanas fuera de la ley. Tuve ocasión de reiterarlo en los dos debates fallidos de investidura de Artur Mas, lo reiteré en su propio debate de investidura, en el debate de la cuestión de confianza, en muchas ocasiones.

Desde Nuestro Punto de vista, las instituciones catalanas se situaron fuera de la ley los días 6 y 7 de septiembre. Desde nuestro punto de vista, incumplieron el reglamento, pisaron los derechos de la oposición, fulminaron el Estatuto y vulneraron la Constitución. Para nuestra “tranquilidad” no era una opinión sólo nuestra; era una opinión de los letrados del Parlament, del Consell de Garanties Estatutàries, del Tribunal Constitucional e incluso algún miembro de su gobierno dijo que no se hicieron las cosas suficientemente bien.

Desde este punto de vista, y por estas razones, le tengo que decir que el 1 de octubre no se celebró el referéndum efectivo, vinculante y con garantías al que se comprometieron. A pesar de ello el Estado cometió el error gravísimo de ordenar o de amparar acciones policiales violentas contra las personas que pretendían participar en ese acto de votación, por ilegal o irregular que algunos lo quisieran considerar. Condenamos aquellas actuaciones y pedimos la retirada inmediata de las fuerzas de seguridad la misma mañana del día 1.

Pero quiero decirle president: no se puede desprender ningún mandato democrático del acto de votación organizado el día 1. Ya sé que es una opinión política y que, como todas las opiniones políticas, es discutible, pero es que aquí estamos hablando en términos contundentes o, si se quiere, muy sólidos, de mandato democrático, que ustedes hoy han querido recoger o hacerse eco de ello.

Desde nuestro punto de vista, fue un acto de votación sin garantías. Lo han dicho incluso sus invitados internacionales. Sin una sindicatura electoral, por las razones que todos conocemos, con la dimisión de todos sus miembros, afectados por resoluciones muy duras del Tribunal Constitucional, que pudiera dar por bueno aquel proceso y que pudiera proclamar oficialmente los resultados. Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, de ninguna manera y no porque usted lo suspenda desde la tribuna, sino porque no se han cumplido los supuestos de la ley del referéndum y de la ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república, hoy no estamos ante lo que usted ha dicho. Usted no puede suspender un acuerdo no tomado.

Usted prometió su cargo, y cito literalmente porque introdujo una novedad en ese momento tan emocionante para cualquier catalán al tomar posesión de la máxima magistratura introdujo una expresión que no se había utilizado: “con plena fidelidad al pueblo de Cataluña”. Señor Puigdemont, el 38,47% no es el pueblo de Cataluña. Con este apoyo no se puede hacer lo que querían hacer. Usted no puede terminar su mandato permitiendo que una minoría, por más respetable que sea, se imponga a la mayoría. Un 38,47% no puede imponerse al 61,53%, al menos no en nuestro nombre.

Y como estos días efectivamente el mundo nos mira, reitero:

A minority cannot impose itself upon a majority.

Une minorité ne peut pas s’imposer sur une majorité.

Una minoría no puede imponerse sobre una mayoría.

El deseo de dos millones no puede imponerse sobre tres millones. Por eso yo ayer desde el respeto le decía, por patriotismo, no declare la independencia. Por patriotismo, digámonos todos la verdad. El proceso independentista ha tenido, sin duda, alguna virtud, desvelar ilusión, movilizar, hacer vibrar la gente. No me oirá nunca criticar este aspecto, al contrario. Pero objetivamente ha dividido a la sociedad, la ha polarizado. Al pretender la ruptura con el resto de España nos ha separado de la Unión Europea. E, incluso, antes de producirse materialmente, ha generado una inestabilidad institucional, una inseguridad jurídica, que ha recibido una respuesta de lo que llaman los mercados, de forma muy clara.

Ustedes nos dijeron, “el referéndum unirá a los catalanes”, y no ha sido así. Nos dijeron “el proceso nos acercará a Europa”, y ha pasado lo contrario. Nos dijeron “la independencia nos impulsará económicamente”, y no es cierto. Yo espero que las medidas que hemos conocido de algunas entidades financieras importantes y grandes empresas del país sean absolutamente temporales y signifiquen un gesto para asegurar la seguridad jurídica que exige el tráfico económico en nuestro tiempo.

No se pueden nunca establecer paralelismos, pero muchos de los que se fueron de Montreal hacia Toronto, no volvieron. Estamos muy preocupados por el desplazamiento sólo de centros de decisión,  aunque sea a efectos formales: el Banco Sabadell a Alicante, CaixaBank a Valencia, Criteria a Palma, Gas Natural, Aigües de Barcelona, ​​Gaesco y Cellnex a Madrid, MRW a Valencia, Abertis, Adeslas y Catalana Occidente a Madrid.

Piense president que seguramente, sin quererlo, habiéndolo negado, se está generando una incertidumbre que no nos podemos permitir. El aplazamiento sine die de no se sabe qué, no hará más que incrementar esta incertidumbre. Y es incertidumbre para las empresas, pero también para las familias. Estos días todos conocemos historias de familias, en la Franja, en Vinaròs, de visitas y colas en los bancos, problemas con los cajeros… ¿por qué? ¿Es fruto de una conspiración internacional de poderes ocultos, o es la inquietud de mucha gente, buena gente que no sabe dónde nos llevará esto? ¡Es la angustia de mucha gente, con independencia de lo que haya votado!

Y yo creo que algún día, y hoy puede ser el día adecuado, hay que decir dónde está el problema. Y el problema no es España, ni Europa, ni la legalidad, el problema lo tenemos entre nosotros. El día 6 y 7 de septiembre 52 diputados no participamos en la votación; la ley del referéndum y la de transitoriedad se aprobaron sin el apoyo de los dos tercios que nosotros mismos nos fijamos como límite mínimo para la reforma del Estatuto o para la adopción de un régimen electoral. Porque siempre hemos querido garantizar que ninguna decisión relevante que altere nuestro sistema institucional se tome sin asegurarse de que tiene un consenso amplio en la cámara y, por tanto, en la sociedad.

Hay una vieja máxima catalanista que dice ‘Unidos venceremos, divididos seremos derrotados’. President, el camino de la división es un camino de derrota. Lo hemos dicho muchas veces, no queremos resolver un empate. No queremos que la mitad más uno se imponga sobre la mitad menos uno. Queremos buscar un acuerdo que pueda reunir a un 80% de los catalanes. Más autogobierno, mejor financiación, y reformar el Estado. Y queremos tener la oportunidad de votar, en un sentido o en otro, este acuerdo.

Nosotros no queremos volver atrás 300 años, pero tampoco 38 ni 40. Yo creo que la salida al problema que tenemos son unas elecciones al Parlament, que permitan votar a todos, con igualdad, con garantías, y la posibilidad de optar por proyectos políticos diferentes que puedan tener la legitimidad democrática profunda de futuro.

Es absurdo ahora que nos quejemos todos de las consecuencias de actos que sólo de nosotros dependían. Y, lo digo desde un gran respeto por todas las instituciones y nombres que citaré. Yo no le Puedo Pedir Responsabilidades a Òmnium, ni a la Assemblea Nacional Catalana, sólo le puedo pedir responsabilidades a usted. Y en esta hora grave, presidente, le pido la responsabilidad de decir que este Parlament no ha declarado la independencia. Que la Sindicatura Electoral no ha proclamado los resultados del referéndum. Que no estamos poniendo en marcha las previsiones ni de la ley del referéndum ni de la ley de transitoriedad.

Y termino con tres flashes. El  primero es una cita de Raimon Obiols: “La política puede ser servidora de los sentimientos, pero no es admisible servirse de los sentimientos para engañarse o engañar”.

La segunda es una cita de Josep Tarradellas: “Nuestro país es demasiado pequeño para que se desprecie a ninguno de sus hijos, y lo suficientemente grande para que quepamos todos”.

Y esta cita del president Tarradellas me permite dar paso a la coda final. Nosotros hoy no queremos ni señalar ni barrer a nadie. Todos y todas, en una medida u otra, hemos formado parte del problema y todos y todas, si lo queremos, tenemos que formar parte de la solución.

Muchas gracias, señor president.


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