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Un regalo diferente para un pequeño aventurero

Tengo la suerte de compartir mi vida con un montón de amigos que son algo más que eso.  Son esas personas que en un momento de tu vida han sido tu familia, las personas con las que has compartido momentos inolvidables y situaciones especiales que te han llegado a marcar y que han estado ahí para acompañarte y darte la mano en esos momentos complicados.

A estas características, que suelen ser las habituales en una buena amistad, se suma  que son personas solidarias, con conciencia ambiental y compromiso social, y ante todo creativas y muy muy divertidas. En este grupo no hay una celebración igual a la anterior, ya sea un cumpleaños, una boda o un nacimiento.  Lo bueno de estas relaciones es que los hijos también se impregnan de ellas y tienen la suerte de poder compartir experiencias muy bonitas con mis amigos y con sus hijos.

Cuando Mario cumplió un año recibió muchos regalos (demasiados para mi gusto) por parte de familiares y amigos, los regalos típicos para un niño de esa edad, pero hubo un regalo muy muy especial, que jamás olvidará!! Y pensaréis si tenía un añito, ¿Cómo se va a acordar?, pues muy sencillo porque ese regalo estuvo aguardándolo durante Cuatro años hasta que llegó el momento de ir en su búsqueda.

El día del cumple nos dieron una cajita, en la que iba una mini pala y un mapa del tesoro,  con instrucciones de cuándo y cómo debía localizarlo.

Nota con las instrucciones

Así que tendríamos que esperar cuatro años para poder ir en la búsqueda del tesoro de nuestro pequeño.  En ese momento, cuando piensas que tienen que pasar cuatro años, te da un poco de vértigo, ¿Cuántas cosas habrán pasado hasta entonces?, ¿Cuántas aventuras habremos vivido en ese tiempo?. Pero, casi sin darte cuenta, van pasando los días, los meses, el pequeño cumple dos años, nace su hermano, cumple tres años, cuatro, y cuando se va acercando el quinto cumpleaños empiezan los nervios y la emoción. Él ya sabe que le aguarda un tesoro, así que con mapa en mano nos vamos a vivir una bonita aventura liderada por su Padrino. Nos dirigimos al lugar que nos indicaba la cruz, (que no nos marcaron hasta que llegó el día, por si nos podía la intriga y lo buscábamos antes de tiempo).

Antes de nada había que interpretar la leyenda y ubicarnos en el lugar exacto que nos habían indicado. Como habían pasado cuatro años y la naturaleza y el paisaje no son estáticos, no hubo forma de encontrarlo en el lugar que había sido enterrado. En este momento en el que los adultos estábamos decepcionados, a los niños les explicamos  que necesitábamos un mapa más preciso que nos lo tenía que facilitar otra amiga y que volveríamos de nuevo a buscarlo, y su reacción fue sorprendentemente positiva, pues lo entendieron a la perfección.

A la semana siguiente,  regresamos con el mapa de precisión y tras unas cuantas pistas, ¡Allí estaba el preciado tesoro!. El momento en el que lo encontramos fue mágico, los niños estas cosas las viven con más intensidad que los adultos, pero es muy fácil contagiarse de ese entusiasmo.

El tesoro en sí consistía en un kit de explorador, con lupa, pluma y un montón de juegos y pegatinas,  aunque en este caso el verdadero tesoro con el que contamos es la amistad.

Ya lo dice el refrán, Quien Tiene un Amigo……

#NoOlvidesTuCantimplora



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