¿Has pensado en la relación que existe entre menstruar y los impuestos? Probablemente no, pero si nos detenemos y evaluamos el escenario, fácilmente nos damos cuenta que a pesar de que la menstruación es un ciclo biológico totalmente natural y por el cual transita el 49,6% de la población mundial (según las proyecciones demográficas de la CIA y Naciones Unidas para el 2017), sigue siendo en muchos países un tabú. Tanto es así, que los estados terminan el diseño de políticas sin considerar la repercusión que estás pueden tener en lo que es técnicamente la mitad de la población, llegando a impactar los Impuestos de los productos que consumen las mujeres.

Tal es el caso de nuestro país, donde el pasado 6 de diciembre de 2016, anunció la aprobación de una Reforma Tributaria que involucra el aumento del 16% al 19% del IVA, para recaudar fondos que permitan superar el déficit fiscal y que irán destinados a la educación y a la salud. Los productos de higiene femenina como toallas sanitarias y tampones tendrán un aumento del 19%, ubicándolos como productos “de lujo”, lo cual podría considerarse una agresión a la población femenina del país, que, de acuerdo con cifras del 2014, está por encima de la masculina con un 50,75% de la población total.

Pagar por ser mujer

Como respuesta al gobierno nace la campaña “menstruación sin impuestos”, auspiciada por los movimientos que luchan por la igualdad de género y por la justicia económica. El objetivo es eliminar los aranceles impuestos a estos productos, que en definitiva, afectarán a la mayoría de la población colombiana y acentuarán la desigualdad económica de género, cuyo panorama no es alentador, actualmente las mujeres ganan 20% menos que los hombres, pero tendrán mayor carga tributaria.

De acuerdo con los estudios que sustentan la campaña, en los que se cuantifica la cantidad de mujeres en edad fértil que habitan el país y se exponen las respectivas proporciones de consumo, se obtuvo que el impuesto a la menstruación asciende a los $202.097 millones anuales. Esto podría resultar muy negativo al país, pues los índices de pobreza se elevarían, ya que serán los más golpeados, sobre todo, aquellos en los que la cabeza de familia sea una mujer.

Sólo queda preguntarnos ¿Son las mujeres quienes deben pagar los problemas de déficit fiscal? ¿Es positivo que el gasto en salud y educación sea financiado por la pobreza y la desigualdad de género? Déjanos tu opinión.

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