El otro día os estuve hablando de los parques en la ciudad de Montreal y ya os avisé que pronto os llevaría de la mano por algunas calles de esta preciosa urbe y por sus barrios de película como Plateau y Mile End.
El primer día que llegamos fuimos en bus al centro y paramos en la calle Saint Denis. Es una calle con un encanto especial en pleno centro del Plateau, barrio conocido por conservar la arquitectura de antaño, con sus famosas escalinatas de hierro, fachadas multicolor y por ser residencia de artistas y intelectuales. Cada esquina es fotografiable y aquí solo os mostraré una pequeña parte de sus maravillas.
La primera parada fue totalmente improvisada, en un parque con una fuente. Una de las muchas ventajas de viajar con niños es que uno vamas relajado con la mente más abierta y sin ideas fijas ni rutas establecidas. Aquí aún no sabíamos que en esta ciudad jugaríamos como nunca en parques con agua. Este momento fue el claro ejemplo de que las cosas sin planear y el dejarse llevar son lo mejor que se puede hacer al viajar. Que bien lo pasamos. Además justo al lado de esta fuente encontramos nuestro primer parque en el que, como no, hicimos parada un rato para que Sr. Petit jugara.
La primera parada fue totalmente improvisada, en un parque con una fuente. Una de las muchas ventajas de viajar con niños es que uno va
Seguimos la ruta dejándonos llevar por calles que parecían sacadas de un cuento. De Plateau llegamos hasta Mile End, el barrio hipster de Montreal, con tiendas molonas (y prohibitivas la mayoría de ellas), cafeterías, tiendas de discos y cervecerías.
No podía faltar una parada para probar los famosos helados de Kem Coba. Sabores riquísimos y ultra cremosos. Un must de Montreal si como a nosotros os encantan los helados. Eso si, ir con tiempo porque siempre hay cola!
En la tienda Monastiraki encontramos un montón de curiosidades y la verdad es que aunque no nos llevamos nada, pasamos un buen rato toqueteando algunos artilugios que para Sr. Petit eran objetos de museo.
Ya saliendo de Plateau y Mile End, nos dirigimos a la zona de la Petite Italie. Allí comimos en Le Vieux Velo, un pequeño restaurante con mucho carácter y con un menú sencillo a base de brunchs que sirven hasta primera hora de la tarde. Yo me comí unos huevos benedict y Sr. Padre una hamburguesa con patatas, y os aseguro que después de la paseada se agradeció. Aquí, como en la mayoría de los restaurantes de la ciudad, tenían trona y una caja llena de juguetes y cuentos para los más pequeños.
Cerca de donde comimos, encontramos una cafetería también llena de libros, cuentos y juguetes, el Cafe 8oz . El peque se lo pasó en grande y nosotros aprovechamos para hacer una pausa en nuestro camino.
Ya por último nos fuimos al mercado Jean Talón. Llegamos un poco tarde y algunas paradas ya las estaban recogiendo pero aún así disfrutamos del buen ambiente de la zona, de las terracitas de los locales que bordean el mercado y de los puestecitos de frutas y verduras.
Esta ruta nos gustó tanto que volvimos otro día para perdernos por otras calles y comer en otros locales que queríamos probar. Os lo contaré otro día pero antes os propongo una escapada a Quebec y a dos enclaves fabulosos que siempre voy a recordar. Estad atentos! Tengo el post horneando y prontito lo publico.
Buen martes!
