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El nuevo comienzo

Al día siguiente, que es el día después de la preparación, se reunieron ante Pilato los principales sacerdotes y los Fariseos, y le dijeron: “Señor, nos acordamos que cuando aquel engañador aún vivía, dijo: ‘Después de tres días resucitaré.’ Por eso, ordene usted que el sepulcro quede asegurado hasta el tercer día, no sea que vengan Sus discípulos, se Lo roben, y digan al pueblo: ‘El ha resucitado de entre los muertos’; y el último engaño será peor que el primero.”

Pilato les dijo: “Una guardia tienen; vayan, asegúrenlo como ustedes saben.” Y fueron y aseguraron el sepulcro; y además de poner la guardia, sellaron la piedra.

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María vinieron a ver el sepulcro.

Y se produjo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendiendo del cielo, y acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestidura blanca como la nieve; y de miedo a él los guardias temblaron y se quedaron como muertos.

Hablando el ángel, dijo a las mujeres: “Ustedes, no teman; porque yo sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, porque ha resucitado, tal como El dijo. Vengan, vean el lugar donde estaba puesto. Vayan pronto, y digan a Sus discípulos que El ha resucitado de entre los muertos; y El va delante de ustedes a Galilea; allí Lo verán. Miren, se los he dicho.”

Y ellas, alejándose a toda prisa del sepulcro con temor y gran gozo, corrieron a dar las noticias a los discípulos. De repente Jesús les salió al encuentro, diciendo: “¡Saludos!” Y ellas, acercándose, abrazaron Sus pies y Lo adoraron. Entonces Jesús les dijo: “No teman. Vayan, avisen a Mis hermanos que vayan a Galilea, y allí Me verán.”

Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad e informaron a los principales sacerdotes de todo lo que había sucedido. Después de reunirse con los ancianos y deliberar con ellos, dieron una gran cantidad de dinero a los soldados, diciendo: “Digan esto: ‘Sus discípulos vinieron de noche y robaron el cuerpo mientras nosotros dormíamos.’ Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros lo convenceremos y les evitaremos dificultades.”

Ellos tomaron el dinero e hicieron como se les había instruido. Y este dicho se divulgó extensamente entre los Judíos hasta hoy.

Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado. Cuando Lo vieron, Lo adoraron; pero algunos dudaron.

Acercándose Jesús, les dijo: “Toda autoridad Me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.”

Mateo



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