Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

Capítulo 5: Los invitados

El primero en aproximarse fue el sobrino de Marcus, Chris Brandon, muy cerca del cual se encontraba su esposa, Helen. La pareja no tenía hijos, según me informaron poco después. Chris era un hombre joven, de unos treinta y cinco años, de mediana altura, algo más bajo que su tío, pelo castaño muy corto, parlanchín dado a opinar en todas las conversaciones, siempre se encontraba con una copa en la mano. Desde que sus padres fallecieron en extrañas circunstancias, vive con, y de su tío. Su esposa apenas había cumplido los treinta, de pelo oscuro y muy largo, cuidaba su cuerpo con esmero, apenas le sobraban unos gramos de peso, más introvertida y callada, te permitía participar en la conversación.

Chris, que había escuchado la última parte de nuestro diálogo, preguntó a su tío, en perfecto español, dónde estaba el resto del papiro. Marcus admitió no poder asegurar su localización, aunque estaba casi seguro de que no estaba lejos, dentro de la propia casa. Entonces fue cuando Helen propuso, dado el mal tiempo reinante y que no podían salir a la calle, dedicar el día siguiente a intentar localizar los trozos que faltaban del documento.

Nos habíamos sentado en la gran mesa del salón, donde Rodolfo y su esposa estaban colocando los cubiertos para la cena, cuando apareció la amante de Marcus, Mary, esplendorosa joven con no más de veinticinco años y un cuerpo esbelto y bien proporcionado, de tez morena y brillante, ojos y pelo negro, desenvuelta en sus andares, saludó efusivamente a su pupilo y con un ademán de la mano izquierda al resto de los presentes. El señor Brandon no tuvo el detalle de presentármela formalmente, aunque realmente no era necesario. Su mirada dulce y sensual era capaz de cautivar a cualquiera.

La velada se mostraba relajada y tranquila, sólo estropeada de alguna manera por el ruido persistente que llegaba desde el exterior, donde soplaba con fuerza el viento y se escuchaba el eco lejano de una tormenta. Hasta ese momento todo había sido normal y dentro de lo esperado.

Madame Eva, como gustaba ser llamada, apareció bruscamente por la puerta de la biblioteca, según nos informó llevaba horas estudiando un libro que había encontrado de forma casual en una estantería y que trataba sobre el poder de la mente para crear ilusiones y alteraciones de la realidad en situaciones de gran presión psíquica. En un primer momento casi tuve que contener una sonrisa pero poco después comprendí que Madame daba gran importancia a la capacidad intelectiva de nuestro cerebro con el cual ella era capaz de vislumbrar situaciones pasadas y futuras. De aspecto desaliñado y poco respetuoso con la corrección en el vestir, Eva, que rondaba los cuarenta años, se mostró como una mujer muy nerviosa y con cierto grado de ansiedad, con gran capacidad para escuchar con atención lo que los demás decían, pero con el defecto de dirigir cualquier tema hacia lo exotérico y mágico.

El señor Brandon nos comentó que su secretario se había disculpado con anterioridad a la reunión, que por motivos de trabajo no nos podía acompañar, se encontraba retirado en su habitación, aunque se uniría al grupo en los postres. Por lo que iniciamos la comida sin más trámite formal. Una cena que a pesar de no ser muy abundante fue suficiente para recuperarme del apetito que había terminado por molestar mi aparato digestivo.

Y efectivamente, antes de tomar el postre, apareció, Mateo, el secretario de Marcus, cuyo apellido tendrán que disculpar que no recuerde. Un hombre joven pero con semblante maduro y serio. De pelo rubio, casi blanco, tanto que un primer momento pensé que era albino, pero el color de sus ojos marrones demostraba que no era así. Su estructura anatómica denotaba gran vitalidad. Presentó ademanes correctos, saludando uno a uno a todos los comensales de la mesa y pidiendo disculpas por no haber ocupado su sitio en la cena. Pronto descubrí que era costumbre el ausentarse durante las comidas, de hecho no tuve la posibilidad de coincidir con él, ni siquiera tomando el aperitivo. Su eficiencia y efectividad le había llevado a encargarse de la administración de todas las empresas de su jefe.



(El siguiente capítulo sólo será publicado cuando se reciban al menos 5 comentarios)



This post first appeared on Miedo, please read the originial post: here

Share the post

Capítulo 5: Los invitados

×

Subscribe to Miedo

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×