Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

10 sugerencias para mejorar tu calidad de vida

De qué se trata esto

Estas Sugerencias están inspiradas en la cosmovisión del Yoga, en algunas ideas modernas y en mi experiencia personal, pero todas se caracterizan por ser eso, sugerencias; y como tales apelan a la voluntad, el deseo y la perseverancia de cada uno para ponerlas en práctica. En Yoga se dice que es mejor una idea puesta en acción que cien ideas relegadas a la teoría. Reforzando este concepto, el conjunto de la práctica del Yoga se llama sadhana, palabra en sánscrito que significa esfuerzo para completar una tarea.

Existen muchas ofertas para “arreglarnos” la vida de manera milagrosa, con un libro, una conferencia, un poderoso mantra, el método exclusivo y revolucionario de Fulano o de Sutano, un viaje místico e infinidad de Cosas más. Para evaluar si algo de todo eso puede funcionar tan fácilmente, lo mejor es sacar la cabeza de la computadora, el celular o la tablet y mirar a nuestro alrededor (y no olvidemos mirar hacia arriba; sí, hacia el lado opuesto a la pantalla del celular…). El universo, el mundo, la vida, todo funciona en base a trabajo, a energía puesta en acción. Nada ocurre ni cambia sin trabajo (física elemental de la secundaria). Por lo tanto, si realmente queremos mejorar nuestra calidad de vida debemos “arremangarnos” y disponernos a trabajar alegremente y con perseverancia para lograrlo. Ningún método milagroso ni fórmula mágica pueden reemplazar el esfuerzo y el trabajo personal.

Estándar de vida versus calidad de vida

Antes de las prometidas sugerencias es oportuno aclarar estos dos conceptos, que a veces se tratan como sinónimos, pero son bastante diferentes. El estándar de vida se evalúa de acuerdo a los bienes y servicios a los que una persona puede acceder, lo que a su vez está íntimamente ligado a su situación económica o a la influencia que tiene en su entorno social. El estándar de vida es objetivo, material y fácilmente visible por el resto de las personas, salvo que se oculte intencionalmente.

Por otro lado, la calidad de vida es la apreciación que cada uno tiene de su propia situación vital, en la que intervienen factores materiales, físicos, mentales, emocionales, sociales y espirituales; es el “cómo” nos sentimos con nosotros mismos y con nuestra existencia. Por lo tanto, la calidad de vida es subjetiva y personal y puede ser total o parcialmente invisible para los demás, salvo que expresemos directa o indirectamente nuestros sentimientos al respecto.

En síntesis, nuestra vida puede tener una  mala calidad y un elevado estándar, y visceversa. Obviamente que la calidad y el estándar pueden también ser ambos malos o buenos.

La paradoja del capitalismo

Es interesante observar como, en los sistemas socioeconómicos basados en el modelo capitalista,  se nos trata de convencer de que la diferencia que mencionamos no existe, y que alcanzar un estándar económico elevado garantiza automáticamente una buena calidad de vida, que nos hará sentir felices y “realizados”, casi por arte de magia.

Ojalá fuese así, porque entonces todas las personas que gozan de estabilidad económica serían muy felices y seguramente ayudarían a los demás a alcanzar ese mismo estado de bienestar y felicidad. Sin embargo, el mundo real funciona diferente, tal vez porque en las campañas publicitarias, destinadas a multiplicar el consumo, “olvidan” mencionar que para alcanzar y mantener ese magico estandar de vida posiblemente tengamos que gastar tanto tiempo, esfuerzo y energía que no nos quedará resto para ser simple y genuinamente felices y vivir en paz.

Las sugerencias

He aquí las prometidas sugerencias que, como anticipé, no son mágicas ni milagrosas; para que tengan algún efecto hay que ponerlas en práctica.

1 – Tomá las riendas de tu vida
No culpes a tus padres, tus hermanos, tu jefe, tus vecinos, tu pareja, tu mascota, tu suerte, tu destino, los astros, ni a nadie, de las cosas de tu vida o de tu persona que no te gustan, te molestan o querés modificar. Es cierto que el presente es resultado del pasado (entre otras cosas), pero si culpás de tus conflictos actuales a otras personas o a las circunstancias, significa que esos “otros” controlan tu vida y que nunca podrás mejorarla por tu cuenta; estás poniendo tu existencia en manos ajenas. El pasado no existe más, el presente está lleno de posibilidades y el futuro depende en gran medida de tus decisiones actuales. Sos responsable de tu vida, con lo bueno y lo incómodo que eso conlleva. Asumir plenamente esa responsabilidad te libera de la carga mental negativa que implica la búsqueda permanente de “la culpa” en los otros. No podés cambiar el pasado (ni siquiera el de hace un minuto) pero podés decidir hasta dónde permitirás que afecte tu presente y tu futuro.

2 – Sé valiente y realista con tu propia persona.
A veces hay una gran diferencia entre lo que somos y lo que queremos ser, o creeemos que deberíamos ser, o lo que nos dicen que tendríamos que ser, o lo que los demás esperan que seamos. En medicina, un buen tratamiento es fruto de un buen diagnóstico; en la vida es igual. Si te engañás acerca de tu persona, acerca de tus virtudes y debilidades, de tus posibilidades e imposibilidades, de tus conocimientos y tu ignorancia, es muy dificil comprender qué cosas deberías cambiar o mejorar o conservar. Incluso puede ocurrir que te impongas metas imposibles, que solo traen angustia y decepción. En síntesis, si creás una imagen tuya falsa o distorsionada, cualquier estrategia o método que intentes para mejorar tu vida estarán dirigidos a una pesona imaginaria, inexistente, a tu “yo virtual”, y no te dará el resultado esperado en la vida real.

3 – Actualizá periódicamente tus valores, opiniones y creencias.
Todos tenemos “grabaciones” mentales sobre lo que se debe o no se debe hacer, qué está mal y qué está bien, cómo deberían ser las cosas, qué es lo importante y qué no, y muchos etcéteras más. La vida no es estática; tiempo, lugar y personalidad son tres factores que cambian permanentemente. Hoy son una realidad cosas que hace treinta años eran meras fantasías. Así como limpiamos el placard o la alacena, es bueno “limpiar” de vez en cuando nuestro almacén de creencias, prejuicios y certezas, evaluando racionalmente cuales siguen vigentes y cuales deberiamos descartar o modificar. Esto es válido para las cosas trascendentales, como tus creencias religiosas, tanto como para las cotidianas, como la manera de cepillarte los dientes. Cuando era niño me dijeron que mirara atentamente antes de cruzar la calle, y lo sigo haciendo de adulto porque es una sugerencia útil para toda la vida. Pero también me dijeron que no tocara un cuchillo o una tijera, precaución que evidentemente ya no tiene vigencia para mí.

4 – Priorizá al “ser” sobre el “hacer”.
Tanto en tu persona como en los demás. En sociedades como la nuestra se valora a las personas por lo que hacen o por lo que poseen, se aprecia el valor utilitario más que el valor existencial; si “sirve” lo cuidamos, si “no sirve” lo descartamos. Seguramente no podemos cambiar fácilmente ese mecanismo social, pero podemos negarnos a aceptarlo en nuestra vida personal. Es razonable, y deseable, que desempeñemos tareas y funciones dentro de la sociedad en la que vivimos, pero eso no significa que la existencia se limite solamente a eso o que nuestro valor como seres sintientes esté dado por la cantidad de diplomas, habilidades o dinero que ostentamos. Los grandes interrogantes (y las grandes angustias) del ser humano se relacionan con la existencia, con el ser. No hace falta ser un filósofo “profesional” o ir a la universidad para reflexionar sobre la vida, la muerte, el alma, el universo, el tiempo, la sociedad o cualquier otro tema relacionado con el simple hecho de existir y de poseer autoconciencia; descubrir y vivenciar quienes somos sin pensar en lo que hacemos.

5 – Simplificá tus necesidades.
¿Realmente necesitás un aparato electrónico con cien funciones cuando usás solamente veinte? ¿Vale la pena el auto que alcanza 250 km/h para usarlo a 120 km/h? Para no colapsar, el sistema industrial y comercial imperante en el mundo inventa “necesidades” permanentemente; algunas son razonables, otras descabelladas. A eso hay que sumarle que el sistema financiero requiere que todos estemos endeudados y pagando intereses de por vida. Pero por más que nos tienten y nos quieran convencer de que tenemos un cúmulo de necesidades que realmente no tenemos, siempre está en nosotros seguir la corriente o no. Un sabio refrán dice que no es rico el que tiene mucho sino el que necesita poco. Es más fácil disfrutar momentos de alegría, fellicidad y paz llevando una vida simple y natural que en medio de una existencia complicada y abarrotada de objetos supérfluos. No se trata de que vivas en la indigencia o la pobreza, sino de que evalúes racional y sinceramente qué tipo de vida querés llevar, si realmente vale la pena complicarla y llenarla de cosas para estar “al dia” o “a la moda” y cuánto vas a pagar por ello. Y no olvides que ese precio no solamente se paga con dinero sino también con horas de vida, tranquilidad mental, momentos compartidos con los seres que amamos, tiempo para “ser”, descanso, bienestar, salud, etcétera.

6 – No alimentes sentimientos de superioridad o de inferioridad.
Todos somos seres únicos e irrepetibles, lo cual nos hace diferentes en muchos sentidos. P. R. Sarkar decía que el mundo es como un jardín, cuya belleza reside en la variedad de formas, tamaños y colores de sus flores. En la cosmología del Yoga se toma al universo como un conjunto de innumerables y variadas expresiones de una Conciencia ubicua y atemporal. Los seres vivientes somos espiritualmente iguales, aunque física y psíquicamente distintos; pero eso no establece una jerarquía entre nosotros ni nos hace a unos mejores que otros. Si tomamos como ejemplo nuestro organismo ¿qué es mejor, el cerebro, el hígado o el corazón? Los complejos son pesadas cadenas que nos traban constantemente. El de superioridad alimenta la arrogancia, la insensibilidad, el egoísmo y la crueldad; el de inferioridad nos paraliza y desarrolla el resentimiento, la envidia, el aislamiento y la autocompasión. Si desarrollás una mirada benevolente y comprensiva hacia las diferencias físicas, intelectuales, emocionales y de cualquier otro orden, vas a alivianar y a liberar tu mente y tu corazón.

7 – Utilizá algún método de gestión personal.
La imposibilidad o dificultad para tomar decisiones es una da las causas principales del distrés (estrés excesivo). Y esa dificultad a menudo se debe a que no tenemos claras las opciones disponibles, o los objetivos, o no disponemos de la información apropiada, o la información está desordenada e inaccesible (o a todas esas cosas juntas). Un método de gestión personal te ayudará a poner en orden tus actividades, responsabilidades, recursos y proyectos. Lo más importante es que tendrás más tiempo libre, aliviarás tu mente y reducirás tu nivel de estrés; podrás utilizar tu capacidad y tu creatividad para cosas más interesantes que luchar diariamente contra la incertidumbre generada por el desorden crónico. La vida es como un viaje de ida: tiene un punto de partida, un recorrido y un destino final. Si no sabemos hacia dónde vamos, o en dónde estamos, es muy difícil encontrar el mejor camino; estamos perdidos. Ordenar el contenido de tu mente te permitirá dibujar un “mapa de ruta” para tu vida que te ahorrará mucho tiempo y dificultades.

8 – Mejorá tu capacidad de comunicación.
“Podemos hacer la vida miserable o maravillosa para nosotros y los demás en función de cómo pensamos y nos comunicamos”. Marshall Rosenberg.
Hay una teoría que dice que cuando intentamos comunicarnos con otro, solamente expresamos una parte de lo que pensamos, el otro solo escucha una parte de lo que dijimos y comprende apenas una parte de lo que escuchó. Dicho de otro modo, nuestro interlocutor termina comprendiendo, tal vez, un veinte o un treinta por ciento de nuestra idea original. Para minimizar esta pérdida de información es importante que sepamos expresarnos y comunicar eficientemente nuestras ideas y sentimientos. Paradójicamente, la hipercomunicación tecnológica ha degradado la calidad de la comunicación humana, en ambos sentidos, como hablantes y como oyentes. No se trata de que te conviertas en una persona experta en este tema (hay muchos y muy buenos) sino simplemente de revisar y mejorar la manera en que te comunicás con los demás. Podés aprender y poner en práctica habilidades que cambien radicalmente tu relación con el resto de las personas: debatir en vez de discutir; compartir en vez de competir; conciliar en vez de confrontar; escuchar en vez de prejuzgar; educar en vez de castigar. Hay muchos métodos para desarrollar estas y otras conductas que pueden mejorar notablemente tu vida de relación.

9 – Alejate de los extremos
El Yoga es el arte del término medio y del equilibrio. El Bhagavad Gita (6-16) dice: “No puede ser un yogi quien come demasiado o muy poco, ni quien duerme en exceso o no duerme lo suficiente”. En cualquier área de la vida, las actitudes extremas, fanáticas o dogmáticas no son naturales y, tarde o temprano, acarrean problemas y sufrimientos. El universo se sostiene gracias a un equilibrio dinámico, que permite el cambio constante pero evita el caos y la destrucción. P. R. Sarkar decía que en la vida el cambio es inevitable, pero hay que tratar de cambiar siempre para bien. Para lograr eso lo mejor es que te muevas siempre por el camino medio y así, cuando sea necesario, podrás ajustarte un poco para cada lado, en forma armoniosa y equilibrada.

10 – Carpe diem
Para el final voy a tomar prestada esta frase latina (bastante conocida gracias a la película “La Sociedad de los Poetas Muertos”) que se traduce como “aprovecha el día” o “aprovecha el momento”. Si bien es un tema recurrente en filosofía, poesía y literatura, se puede interpretar de diversas maneras. Una versión capitalista sería “trabajá y esforzate todo lo que puedas”, mientras que una versión hedonista podría ser “disfrutá y gozá todo lo que puedas”. La versión que yo prefiero es “hacé todos los días algo que te acerque a donde querés llegar”. Varttamáneśu vartteta, es una muy antigua frase sánscrita que dice, “viví en el presente, no lo descuides”. Volviendo a la similitud entre la vida y un viaje, es razonable pensar que si quiero ir hacia el norte, cada paso en esa dirección será tiempo aprovechado. A pesar de que todos sabemos que la vida es pasajera (la esperanza de vida, promedio, en países desarrollados, es de 683.280 horas), a veces actuamos como si fuésemos inmortales y utilizamos muchas de esas horas en actividades inútiles, cuando no perjudiciales. No camines hacia el sur si tu destino está en el norte, memento mori (esta frase la dejo por tu cuenta).

Como cierre a estas sugerencias (y tarea para el hogar) te dejo unos términos de búsqueda para encontrar en Internet algunos recursos relacionados con este artículo. Espero que te resulten de utilidad.

José Luis Ferrero

Recursos para gestión personal:

GTD, de David Allen. ZTD, de Diego Babauta. Pomodoro, de Francisco Cirillo (o Time Boxing). Software Freeplane. Mapas mentales (o mind mapping). Reto de los 30 días. Método de las 5 “S”. Planificación natural. Prospectiva. La regla del tres.

Recursos para mejorar la comunicación

Seis sombreros para pensar, de Edward de Bono. Comunicación no violenta. Análisis Transaccional, de Eric Berne. Programación Neurolingüística, de Richard Bandler. Oratoria. Talleres literarios.



This post first appeared on Blog Uttama Yoga, please read the originial post: here

Share the post

10 sugerencias para mejorar tu calidad de vida

×

Subscribe to Blog Uttama Yoga

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×