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Introducción a la ética del Yoga

¿Para qué sirve la ética en el yoga?

Tradicionalmente el Yoga propone diez principios éticos fundamentales y de carácter universal, necesarios para mantener la mente equilibrada y bajo control. En este contexto, es muy importante la palabra “control”, ya que no se alienta la supresión o represión de los deseos, sino que se trata de poner nuestros instintos e impulsos primitivos bajo la dirección de nuestra racionalidad. No es aconsejable reprimir las expresiones mentales, sino que deben ser canalizadas hacia acciones positivas, para el individuo y para su entorno social.

Controlar la Conducta es, en definitiva, controlar la mente, una de las tareas más arduas y complicadas que podemos plantearnos. Una mente sometida a los impulsos básicos y a los instintos primarios difícilmente puede conducirnos a un estado de equilibrio, serenidad o bienestar. Esto puede aplicarse tanto a la vida individual como a la vida social. Por eso la ética, entendida en este caso como la regulación de la conducta, se considera la piedra fundamental de la práctica del yoga, tomado como método de perfeccionamiento y como estilo de vida. Simplificando mucho, podemos decir que el yoga busca despertar o expresar nuestra conciencia, mediante prácticas mentales y físicas. Si el cuerpo o la mente no están equilibrados y en armonía, es casi imposible avanzar en la práctica.

Moral convencional y ética del yoga

Si bien es cierto que prácticamente todas las tradiciones sociales, espirituales, filosóficas y religiosas enseñan alguna doctrina moral en particular, en muchos casos esas concepciones morales están muy condicionadas por factores culturales, históricos, políticos, etc. Estas fuertes influencias hacen que, a veces, los conceptos sobre cuales acciones son correctas o deseables, y cuales no lo son, varíen notablemente según la época, el lugar o el contexto cultural. En este sentido, los diez principios éticos del yoga, que en sánscrito se llaman yama y niyama, aportan una mirada universalista y atemporal, ya que proponen conductas que pueden ser seguidas prácticamente por cualquier persona, en toda época y lugar.

Otra particularidad de la ética propuesta por el yoga, es que no constituye un fin en sí misma. Controlar racionalmente nuestra conducta no es la meta sino el comienzo del camino, es la condición básica para avanzar hacia el mejoramiento completo de la personalidad. No son por lo tanto preceptos dogmáticos acerca del “bien” y del “mal”, sino sugerencias racionales para mejorar nuestra relación con los demás y con nosotros mismos, al mismo tiempo que fundamos las bases para un desarrollo integral posterior.

Los diez principios éticos

Debido al carácter introductorio de este texto, solamente mencionaré una síntesis de estos principios, suficiente no obstante para comprender su intención y ¿por qué no? para ponerlos en práctica en la vida cotidiana.

La conducta social. La primeras cinco normas (yama) se ocupan principalmente de nuestra relación con otras personas, y son las siguientes:

  1. No causes daño físico ni mental a ningún ser. No te dañes ni permitas que te dañen (ahimsa).
  2. Respeta la verdad, con benevolencia. Usa tus palabras para el bien colectivo (satya).
  3. No codicies ni tomes lo que no es tuyo. Colabora para que cada uno tenga lo que le corresponde (asteya).
  4. No acumules objetos innecesarios. Lleva una vida digna y simple (aparigraha).
  5. Controla tus impulsos. Observa todo desde una perspectiva espiritual (brahmacharya).

La conducta privada. La normas restantes se centran en cómo deberíamos conducirnos con relación a nuestro cuerpo y nuestra mente. Ellas son:

  1. Mantén la pureza, limpiando la suciedad del cuerpo y el egoísmo de la mente (shaucha).
  2. Mantén la serenidad en todo momento, aceptando y agradeciendo lo que tienes (santosha).
  3. Esfuérzate en ayudar a otros, de todas las formas que puedas (tapa).
  4. Estudia y reflexiona a diario sobre temas trascendentales y sobre tu vida espiritual (svadhyaya).
  5. Medita diariamente en la unión de tu conciencia con una Conciencia universal e infinita (ishvara pranidhana).

¿Y cómo se pone en práctica?

El “secreto” es recordar y aplicar estos preceptos cuando se presenta la oportunidad real. Por ejemplo, si en determinado momento siento el impulso de causarle daño a alguien, en ese momento debería recordar el principio de no dañar (ahimsa) y modificar mi conducta de acuerdo con él. No se trata de aparentar o fingir, sino de anteponer mi voluntad y mi discernimiento a mis reacciones instintivas. Tampoco se debe evitar la acción, por ejemplo escapando de la situación. Si lo hacemos estaremos reprimiendo la expresión de nuestra mente, la que volverá a aparecer en otro momento, tal vez de forma más descontrolada y destructiva. El yoga sugiere canalizar las expresiones negativas hacia otras positivas, como se hace cuando se quiere desviar el cauce de un río. A nadie se le ocurriría tratar de detener al río (o sea dejar de actuar), pero se puede desviar su cauce para que fluya por otro lugar (modificar la conducta).

Con el tiempo, este ejercicio de voluntad produce un cambio en la mente y transforma la conducta de manera natural. Esto significa que la conducta que en un momento nos resulte forzada, con el tiempo y la práctica surgirá de manera espontánea Si bien estos principios éticos son universales, es cierto que cada persona los aplicará según su propia realidad, ya que lo que es difícil o extraño para unos será fácil o natural para otros. En este, como en todos los aspectos del yoga, debemos ser racionales y evitar el dogmatismo.

José Luis Ferrero

PÓSTER DE YAMA Y NIYAMA PARA DESCARGAR



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