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No pienso, luego soy.



Perdió la cabeza por amor y desde entonces piensa con el corazón. Pero cuando Necesita realizar cálculos numéricos, la tensión arterial le sube tanto que lo deja exhausto. Por eso prefiere no pensar en hipotecas, facturas ni préstamos.

Tampoco le va demasiado bien pensar lo que dice, porque el lenguaje del corazón no es racional y sus pulsaciones descienden tanto que necesita acostarse antes de morir de corrección gramatical. Por eso se pasa los días pensando en nada, para que su corazón no sufra demasiado.

En ocasiones, aunque Descartes lo negase, la falta de pensamiento también es una forma de existencia.

María Coca


Imagen: Jono Dry






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