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El mensaje



Arthur Conan Doyle sigue justificando, en The vital message, su opinión sobre el Antiguo Testamento, un libro que “leen todos los asesinos.”

… Y con premura y coraje enfrentar esas verdades que siempre han sido palpables donde la indolencia o la cobardía o interés mezquinos han oscurecido la visión. Tratemos de apreciar lo que son esas verdades y la dirección que la reforma debe llevar. Son los nuevos desarrollos espirituales los que predominan en mis pensamientos, pero hay dos grandes reajustes que son necesarios antes de que tomen efecto. Sobre lo espiritual puedo hablar con la fuerza del conocimiento del más allá. En los otros dos puntos de reforma, no hago ningún reclamo.

El primero es que en la biblia, que es la base de nuestro presente pensamiento religioso, hemos atado juntos la vida y la muerte, y la muerte ha manchado la vida. Una momia y un ángel son de los menos naturales socios. No puede haber pensamiento claro, y tampoco enseñanza lógica hasta que la vieja dispensación haya sido puesta en el cajón del estudioso y removida del escritorio del maestro. Es en realidad un libro maravilloso, en parte el más viejo que ha llegado a nosotros. Un libro lleno con raro conocimiento, con historia, con poesía, con ocultismo, con folklore. Pero no tiene conexión con las modernas concepciones de la religión. Principalmente es en realidad opuesta. Dos códigos contradictorios han circulado bajo una cubierta y el resultado es la confusión misma. Uno es un esquema dependiendo de un especial dios tribal, intensamente antropomórfico y lleno de rabia, celos y revancha. El concepto pervierte todo el viejo testamento. Aun en los salmos, que son tal vez los más espirituales y hermosos, el salmista, entre todo lo que es noble, canta de cosas formidables que su dios hará a sus enemigos. “Irán al infierno.” Esa es la clave de éste viejo documento, un documento que apoya las masacres, perdona la poligamia, acepta la esclavitud y ordena quemar a las brujas. Sus provisiones mosaicas han sido dejadas de lado. No nos consideramos malditos si no nos cortamos nuestros cuerpos, si comemos platos prohibidos, no nos cortamos nuestras barbas o usamos ropas de dos materiales. Pero no podemos dejar de lado las reglas y aún considerar el libro divino. Ningún razonamiento puede convencer una mente honesta que eso es cierto. Uno puede decir: “Todos saben que eso es la vieja disposición y que no es necesario cumplirlo.” No es cierto. Continuamente se cumple, y siempre se hará mientras forme parte de un libro sagrado. William II lo siguió. Su dios alemán que trajo tanta maldad en el mundo era la reflexión de un terrible ser que ordenó que los presos fueran torturados. Las ciudades de Bélgica fueron la reflexión de las ciudades de Moab. Cada bruto en la historia, más específicamente en las guerras religiosas, ha encontrado su inspiración en el viejo testamento.
“¡Golpea sin piedad!” “¡Ojo por ojo!”, cuán rápido los textos saltan a los deformes labios de los fanáticos asesinos. Francis en la noche de St. Bartholomew, Alva en las Lowlands, Tilly en Magdeburg, Cromwell en Drogheda, los Covenainters en Philliphaugh, los Anabaptistas en Munster y los primeros Mormones de Utah, todos encontraron sus asesinos impulsos fortificados por esta profana fuente. Su rojo rastro corre en la historia. Aún donde el Nuevo Testamento prevalece, sus enseñanzas todavía deben ser adormecidas… (Traducción de The Vital Message, de Arthur Conan Doyle)

Every hard-hearted brute in history, more especially in the religious wars, has found his inspiration in the Old Testament…
St. Bartholomew´s Day massacre

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