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Objetivo: rescatar a Napoleón

Tras la derrota de Waterloo, en 1815, y el destierro de Napoleón a la Isla de Santa Elena, muchos de sus partidarios marcharon al Nuevo Mundo para huir de posibles represalias de las naciones europeas. Entre ellos sus propio hermano José, el que fuera rey de España, que hizo fortuna en Estados Unidos. No es extraño, entonces, que con el tiempo surgieran distintos planes para rescatar al emperador y conducirlo hasta América.

Napoléon Bonaparte en la Isla Santa Elena, por Franz Josef Sandmann. Imagen de dominio público

La isla de santa Elena era uno de los lugares más recónditos del mundo, una isla agreste en mitad del Atlántico sur, entre África y América. Los aliados habían aprendido de su error al confinar a Napoleón en la isla de Elba, en la costa italiana, como soberano de una corte en miniatura. Viendo cómo se había escapado de allí y su capacidad de recuperar el poder en Francia sin efectuar ni un solo disparo, no dudaron, tras su segunda derrota, en deportar a Bonaparte a un lugar casi inaccesible en el que estuviese prácticamente incomunicado. Así que lo establecieron en aquella isla remota, con un número reducido de sirvientes, entre importantes medidas de seguridad. Los ingleses, que tenían la soberanía de la isla, no se confiaron, y enviaron allí dos escuadrones de infantería y una pequeña flota de once buques. Hasta ellos habían llegado esos rumores de posibles intentonas de rescate. Una posibilidad que llegó a obsesionar al gobernador de la isla, Hudson Lowe, que dispuso que el emperador debía dejarse ver por los guardias ingleses al menos una vez al día, para asegurarse de que no se había escapado, y le prohibió pasear a caballo fuera de cierto perímetro, o acercase a la costa.

Como hemos visto, no eran temores infundados. Esos planes para sacar a Napoleón de su prisión y llevarlo a un exilio americano existían. Un grupo de franceses de la Luisiana francesa, por ejemplo, entre los que se contaba el propio alcalde de Nueva Orleans, Nicolas Girod, se pusieron en contacto con Dominique You, un antiguo pirata y contrabandista del Golfo, para confiarle la misión de rescate. You había sido artillero en la expedición francesa sobre Haití, y también había luchado contra los ingleses en la batalla de Nueva Orleans. El alcalde Giord había llegado a acondicionar su casa para tener a Napoleón como huésped. Sin embargo, poco antes de partir, llegó la noticia de que el emperador había fallecido el 5 de mayo de 1821.

Entre los miembros del escueto séquito de Bonaparte también se propuso algún tipo de fuga, escondiendo al emperador en una cesta de la ropa sucia, en un tonel o algún cajón. Pero Napoleón lo consideraba algo indigno de su condición. Más peregrina fue la idea que tuvieron el general Lallemand y el coronel Latapie, que habían huido de Malta, donde estaban encarcelados. Latapie proponía ocupar una isla brasileña que era usada como prisión por los portugueses, incitar a la rebelión a sus 2000 presos, y luego embarcarse desde allí para ir a rescatar a Napoleón. Pero esto no pasó de meras elucubraciones.

Caricatura de Tom Johnson en la portada de Scenes and Stories by a Clergyman in Debt: Written during his confinement in the debtors

Pero hubo un plan todavía más espectacular. El marqués de Montholon, un general francés que se exilió con Napoleón, escribió que un grupo de oficiales bonapartistas contrataron al capitán Tom Johnson, un contrabandista irlandés, para rescatar al emperador con un submarino. Johnson había pilotado distintas naves encubiertas para la armada británica durante las guerras napoleónicas, y él mismo tenía experiencia en fugarse de varias prisiones. Al parecer, había sido capaz de inventar una especie de submarino muy primitivo, el Etna, de unos 30 metros de eslora, seguramente con información que había conseguido sobre los prototipos del ingeniero e inventor Robert Fulton. La embarcación utilizaba las velas para navegar, pero podía plegarlas para sumergirse durante algunos instantes. La idea era acercaerse a la isla y sumergirse para burlar la vigilancia de los buques que patrullaban su perímetro. Después, con una silla unas cuerdas y unos arneses, descolgarían a Napoleón por un acantilado. Pero, cuando ya estaba todo el marcha, también les llegó la noticia de la muerte del emperador.

Fuentes

  • CARRILLO DE ALBORNOZ, José Miguel: Las hemorroides de Napoleón, Styria, 2009
  • The Secret Plot to Rescue Napoleon by Submarine

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