Fragmento No eres más que un ojo. Un ojo inmenso y fijo que lo ve todo, tanto tu cuerpo arrellanado como a ti mismo, observador observado, como si hubiese girado completamente en su órbita y te contemplase sin decir Nada, a ti, al interior de ti, el interior negro, vacío, glauco, aterrado, impotente de ti. Te mira y te deja paralizado. Nunca dejarás de verte. No puedes hacer nada, no