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Puerto Rico tiene que aprender y aceptar la diferencia



Pensar que una persona tendría toda la potestad en Ley para negarse a ofrecer un servicio por el simple hecho del género del que lo solicita o su preferencia sexual, color de piel, etc., no es tan solo abominable, sino que es totalmente discriminatorio.

Para mi sorpresa, este pasado 11 de junio, nuestra legislatura en un intento nefasto en nuestra historia, aprobó el Proyecto 2069, con el nombre de Libertad Religiosa.

Ante un fuerte reclamo universal que agrietó las paredes fanáticas de estos políticos del patio, el 14 de junio de 2019, el Gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló retiró la polémica medida alegando falta de consenso.

El solo hecho de haberla radicado fue bochornoso y haberla sacado de circulación; una verdadera victoria. ¡Una victoria contundente! Sobre todo, para los que anhelan una sana convivencia versus los postulados de estos fundamentalistas religiosos que pretenden decirles cómo tienen que vivir.

Ricky Martin, Bernie Sanders, Elizabeth Warren, Gilberto Santa Rosa, Lin Manuel Miranda y Ednita Nazario fueron solo algunos de los que elevaron su voz de protesta de inmediato. 

Según expresó la Sra. María Milagros Charbonier, proponente de esta legislación, no se le podía obligar a un empleado a elegir entre servir o su Fe. Por lo cual, un servidor público tenía fuerza en Ley para negarse a servir a un ciudadano si ello constituía un atentado a sus creencias religiosas.

Amparados en un supuesto acomodo razonable, el servidor público podría refugiarse y negarse a atender a cualquier cliente si este no cumple con sus creencias…

Es decir, si un hombre homosexual llega al Registro Demográfico para solicitar su Certificado de Nacimiento y el empleado que lo atiende odia a los homosexuales; puede reclamar acomodo razonable para estar exento de atender a esta persona.

De eso es lo que se trata.

Mientras que en otros países de avanzada se protegen los derechos de cualquier ser humano, aquí en Puerto Rico, nuestros representantes electos discriminan y elaboran normas truculentas que dividen y mancillan la verdadera esencia de nuestros semejantes.

Estoy harto y cansado que Estas Personas torpes, fanáticas e ignorantes estén al frente de nuestras Leyes. Estoy realmente avergonzado de estas personas cuando nos representan, aunque en mi caso particular, no voté por ellas. 

Estoy sumamente preocupado por estas tendencias que se esconden en la hipocresía para destruir a otros hermanos por cosas que en este siglo ni tan siquiera se deberían estar debatiendo.

Es como regresar a esos preceptos que he rechazado toda mi vida, sobre todo cuando se viola la dignidad de nuestros semejantes. Opiniones que no están basadas en sus méritos. Por el contrario, están sujetas a los peores sentimientos y subjetividad sobre un ideario religioso, insensible e irracional.

Me sorprende que el Gobernador se haya prestado o haya de algún modo considerado dicha medida. Haber reaccionado de la forma que uno espera, me complace, pero al mismo tiempo me desilusiona.

Puerto Rico tiene que aprender que cuando se establecen este tipo de ordenamientos, es el principio de la fragmentación de nuestras libertades. Es el inicio de un estado político que intenta atentar contra la diversidad.

Una manera de legitimar el odio y la discriminación por parte del estado.

No podemos retroceder y mucho menos manejar la vida de otros dentro de una óptica torcida y discriminatoria.


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