Acrobat Hans Prignitz does a handstand on top of St Michaelis Church in Hamburg - 1948
Escribir ¿para qué? o mejor ¿para quién? Cuando escribía ternuras para S me reprochaba un acento, una coma de más. Buscaba figuras poéticas para L y decía que eso de madurar las ciruelas mientras el sol acaricia su redondez era cursi y que me aplicase en te Quiero sin fin, sin pájaros, sin murmullos de flores en la brisa de marzo. M se mostraba incrédula y lejana, no lo quiero, no es para mí, decía. Ahora solo escribo para leerme, el que tú estés ya en este renglón es solo casualidad o aburrimiento.