Como sabrán, de un tiempo a esta parte me cambié del clásico sistema de transporte público tipo sardina a la veloz bicicleta, vehículo de tracción humana que te permite llegar a muchos lugares a costa de tu grasa y oxígeno.
Aquello implica, por supuesto, sortear inimaginables obstáculos urbanos, naturales y animales. Sobretodo considerando que la ciudad no está planificada un pico, menos para el uso de biciletas. Qué decir de los pobres tullidos que no sé como mierda se transportan en sus sillas de rueda. Deberían quedarse encerrados en sus casas.
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