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Paranoid Park, de Gus Van Sant


Creo que el Gus Van Sant que más me atrae es el que se asoma con sensibilidad y poco morbo a la intimidad del adolescente americano. Buena parte de su filmografía está dominada por dramas que giran en torno a las relaciones (y reacciones) de jóvenes con carencias afectivas, sexuales y sociales. Si se hiciese un retrato de la juventud americana utilizando los filmes que Van Sant ha legado, el retablo sería bastante desalentador.
En Paranoid Park (USA, 2007), Van Sant vuelve a introducirse en el complejo universo de la juventud americana, en los "marginados" con privilegios, no ya víctimas de una nación que los oprime sino productos de una sociedad que los ignora. Ya no se trata de los caminos subterráneos de la prostitución y homosexualidad de My Own Private Idaho, o la manipulación mediática generadora de monstruos en To Die For. Van Sant enciende la cámara exactamente al final de su celebrada Elefant.
Alex es un chico pausado, silencioso e introspectivo, sin otro signo de rebeldía que su necesidad por ausentarse de un hogar disrruptivo. Jared, su mejor amigo, lo invita al Paranoid Park, un circuito de skate donde sólo tienen cabida las patinetas, las frustraciones y el sudor: “un lugar donde tienes la impresión de que, por muy mal que estés, siempre habrá alguien en una situación peor que la tuya".

Alex no es muy buen skate, pero comienza a asistir con frecuencia, el ritmo, el movimiento lo extasían como quien se conmueve ante el más hermoso paisaje. Una noche, en plan de juerga con un nuevo amigo, se ve involucrado por error en el atroz asesinato de un vigilante. El dolor de Alex, sus pasos, sus movimientos a partir de este instante, es lo que Van Sant asume como discurso y preocupación fundamental. Todo sin siquiera incluir al entorno de Alex. Lo que observamos es un singular "paseo" en patineta a través del desasosiego, la inoperancia y la deriva.
Van Sant construye la realidad de Alex como un estado laberíntico donde la fantasía y el dolor se fusionan postulando una nueva estructura mental-emocional: la apatía. Lo que une a los jóvenes que retrata en Paranoid Park no es su "comunión" en torno al espacio que los congrega, sino ese insólito desinterés por la nada, por lo invariable del transcurrir. Alex es un adolescente sin deseos, sin aspiraciones, es una suerte de “filósofo” de la inconsciencia, en un continuo éxtasis hacia el imponderable.
Van Sant se esmera en proyectar la óptica de su protagonista; lo que vemos resulta ser la mirada prolongada, ralentizada, de Alex. Los planos poseen una enigmática y nerviosa belleza, pero el trabajo de dirección y fotográfico no es un artilugio, ni un “efecto”, es simplemente la larga captura entre pestañeos de toda una generación orbitando de un lado a otro, en un eterno vaivén como la oscilación de un skate en un túnel sinfín, repleto de aire y sin explicaciones.

Paranoid Park (USA, 2007)
DURACIÓN: 85 min.
DIRECTOR: Gus Van Sant
GUIÓN: Gus Van Sant (Novela: Blake Nelson)
MÚSICA: Ludwig Van Beethoven, Nino Rota, Elliott Smith
FOTOGRAFÍA: Christopher Doyle, Kathy Li
REPARTO: Gabe Nevins, Taylor Momsen, Jake Miller, Dan Liu, Lauren McKinney, Scott Green
PRODUCTORA: Coproducción USA-Francia; IFC Films / MK2 Productions / Centre National de la Cinématographie (CNC)


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