Hoy Josefa, mi Madre estuvo muy pesada, no dejarme ir a una fiesta, sólo por que es día de semana, y mi padre que sólo quiere descansar, dice que tuvo una reunión para poner a su nombre los terrenos que el abuelo Juan nos dejará en anticipo de herencia.
Bueno, con mi abuelo no me ví casi todo el día, es que me pasé el día en la universidad, y ya falta poco para calentarle más la cabeza a Lucía, mi enamorada, justo cuando hoy día era la oportunidad, y vaya que lo era, si no fuera por la bendita idea de decirles a todos que se vengan para mi casa cuando mi madre no me dió permiso, pues claro, si no voy a la fiesta, la fiesta viene hacia mi, además la casa es grande y pensé que no haría daño a nadie, pero mi madre y su menopausia que no nos deja ni a mí, ni a mi padre un solo instante, cuando camuflé a las chicas con casacas, para que mi abuela que como nunca estaba despierta y dando vueltas por los corredores hice creer a medio mundo que mis amigas incluyendo mi enamorada eran unso amigos más y con las cosacotas y las capuchas, eso parecían, solo que mi abuelo enla puerta de calle cuando nos vió entrar, no estaba muy conforme.
Pero a quién se le ocurre que la vieja, que diga mi madre ingresaría justo cuando estabamos en lo mejor, rapidamente ellas se metieron debajo de la cama con la poca ropa que traian encima, mientras que uno de mis amigotes se puso al costado del parlante y el otro en sobre mi mesa para estudiar, lo curioso es que ambos tenían los cabellos revueltos y los cuellos amorotonados, detalles que una madre como la mía, noto en una sola pasada, "Seguro se están drogando", gritó de inmediato, pero le dije que solo se tranquilizara, y a decir verdad, no es porque fuera mi madre, pero con la apariencia que traiamos eso parecía, cuando ordenandome que no nos cerraramos la puerta me dio la señal de que me daba media hora para terminar aquello.
Pero la media hora se multiplicó por cuatro, y mi abuelo que a veces se le dá por ser noctambulo y salir al corredor  a fumar un cigarrillo mientras mira la luna, nos observó salir de mi habitación, para esto estabamos ya pasaditos de copas, y bajamos cada uno con su novia abrazados, el continuó mirando.
Cuando al bajar las gradas, se escuchó unos ladridos atroces, y las chicas empezarón a gritar por todas partes "Carlitos agarra a tu perro", "Carlitos, ¡ay!, o le daré con mi cartera", "¡Ayyyy!, Fernando que me coge una nalga", mi madre inmediatamente prendió la luz del pasadizo, ya que nosotros bajabamos a oscuras, todo para no querer hacerle despertar y fue peor.

Yo solo los acompañé a la puerta, depués de guardar a mi perro entre los gritos de mi madre y la fumareta de mi abuelo, que ya iba por el segundo, me despedí de Lucía con un beso en la boca ya en la calle, y de mis amigotes con palmadas en la espalda.

Cuando iba subiendo las gradas me esperaban las caras más largas que había visto en mi vida, mi madre consternada me dijo: "Hijo a más de drogadictos ¡¡¡¡tus amigios son mariconesssss!!!!!", y se puso a llorar, yo no entendía muy bien la cosa, cuando mi abuelo tirando el pucho al piso me dijo: "Hijo en mis tiempos los amigos no gritaban como mujer cuando veían a un perro y menos amenzaban con tirarles las carteras o asustarse por un mordizco en las nalgas", yo no sabía que decirles, solo quedé callado mientras mi abuelo tranquilizaba mi madre, no supe si reir o lllorar, pero no quiero ni pensar lo que están pensando esos dos allá afuera.