-¿Dónde está Coco?, necesito hablar con él, es necesario que me acompañe a la plaza, es necesario que.... Decía y repetía mi Abuelo, una y otra vez, cuando mi abuela ya no pudo más y lo encaró, diciéndole que era un viejo caduco, que si él mismo lo había despedido, que lo había tratado de un chismoseta marica, y toda la historia del día anterior, pero el dale que no, que dónde estará, que era un chico bien servicial, que me servía bien, que..., bueno las palabras de costumbre, un poco más y que lo adoraba y le rendía pleitesía, pero más tarde que temprano decidió darse a la fuga y regresar a la plaza de armas de la ciudad, su lugar un banquito de madera de color verde, frente a la Catedral, de donde podía observar deleitantes traseros juveniles y peninsulares senos batiéndose de un extremo a otro, cual si fuesen globos de agua, cuando se encontró nuevamente con su amigo Carrazas quien andaba buscando a sus padres, - Oye Juan que no es posible que no regresen a mi casa, cómo me han abandonado, esos padres no eran buenos ni responsables, que clase de padres tengo. Y mi abuelo como de costumbre puso su rostro serio y mientras se quitaba el sombrero para rascarse la cabeza en señal de confusión como de costumbre le preguntó: -¿Dime Carazas en serio tus padres siguen vivos?, y el otro que sí, que desde luego que estaban vivos y mi abuelo que agachando la cabeza solo haciendo memoria tratando de recordar a los padres de su amigo Carrazas y tratando de recordar cuándo fue la última vez que los vio.
La cosa es que mi abuelo que ahora no tenía a su lazarillo que lo acompañara al prostíbulo, milagrosamente recordó que había visto al padre de Carrazas justo por esos lugares y le invitó a acompañarlo a la casa de las chicas malas que lo hacen muy bien, Carazas, puso gesto de admiración cuando le dijo que mi abuelo sabía dónde estaba su padre, pero que tenían que ir justo a las seis de la noche, hora en que abre el prostíbulo, bueno y juntos bajaron en un coche de servicio público.
Cuando llegaron su amigo Carazas intentó recordar en qué lugar estaba pero no dio, mientras mi abuelo calentaba su miembro con un liquido especial para ancianos, y juntos asaltaron los cuartos de las putas, Carazas no entendía que hacían en un lugar de cuartos con focos rojizos y mujeres a medio vestir.
-¿Ha visto a mi papá?, preguntó a una y a otra mientras estas sólo reían y reían burlonamente, mientras mi abuelo mostrando el mejor gesto de solidaridad, en vez de dejarlo divagando por los cuartuchos del burdel, inmediatamente lo introdujo en una habitación, mientras alcanzaba unos billetes a la puta, ella al ver el estado devastador de Carazas no quiso aceptar, diciendo:
- ¿Y si se muere en mi cuarto, no quiero cargar con ningún muerto?.
Inmediatamente Carazas preguntó: - ¿Usted ha visto a mi papá?, mientras mi abuelo era cada vez más consiente que no podía dejarlo en los pasadizos, así que hizo lo que un buen amigo haría, lo invitó a pasar junto con él a una habitación, la puta mostrando un rostro de confusión inmediatamente dijo:
-Oigan, oigan yo no hago tríos, ¿qué se han creído?, pero mi abuelo con una sonrisa picarona le dijo que no se preocupe, que su amigo estaba de adorno, -Quédese tranquila que éste ya muerde solo observará. La puta mostró una sonrisa complaciente, mientras pensaba "que viejo voyerista me ha tocado". Carazas quería salir de la habitación aduciendo que la iluminación estaba muy rojiza, mientras preguntaba a la puta si sabía dónde estaba su papá.
-Mira Carazas esta zorra sabe dónde está tu papá, pero no quiere decirlo así nomás, así que tendré que enfrentarme a ella hasta que hable, tú solo siéntate y observa, dijo mi abuelo en tono convincente. Carazas obediente se sentó, mientras mi abuelo empezaba la frotadera y la gemidera hasta la explosión del placer,
-¡Si!, ¡así!, ¡si! ¡si! ¡si! ", decía la puta.
-¡Si Juan!, ¡si sabe!, dice que si sabe, ¡dale carajo!, sácale toda la información", decía su amigo Carazas mientras aplaudía y temblaba desde su asiento entusiastamente. Mi abuelo al fin terminó y los dos se retiraron, la puta se cambió y los despachó.
- ¿Y qué te dijo?, ¿qué te dijo la señorita?, preguntó su amigo Carazas, a lo que mi abuelo picaronamente respondió: -Me dijo que la que verdaderamente sabe donde están tus padres es su compañera del cuarto de al lado, así que tendrás que darme nuevamente dinero para el pago mientras me enfrento el día de mañana ya también a ella y le saco toda la información que pueda… ¿qué dices?, preguntó mi abuelo, Carazas suspiró profundamente, mientras le dijo: -No hay problema Juan, todo sea para encontrar a mis padres. Mi abuelo lo tomó del brazo, mientras le decía: -No importa cuántas veces tenga que enfrentarme a estas mujeres te juro por lo que más quieres como el amigo que soy que no pararé hasta que hablen, -¡Gracias!, muchas gracias Juan, respondió Carazas mientras miraba con admiración el rostro de mi abuelo. Los dos descendieron la cuesta agarrados del brazo, mientras muchos clientes subían y observaban sus cabellos sumamente canos.
La cosa es que mi abuelo que ahora no tenía a su lazarillo que lo acompañara al prostíbulo, milagrosamente recordó que había visto al padre de Carrazas justo por esos lugares y le invitó a acompañarlo a la casa de las chicas malas que lo hacen muy bien, Carazas, puso gesto de admiración cuando le dijo que mi abuelo sabía dónde estaba su padre, pero que tenían que ir justo a las seis de la noche, hora en que abre el prostíbulo, bueno y juntos bajaron en un coche de servicio público.
Cuando llegaron su amigo Carazas intentó recordar en qué lugar estaba pero no dio, mientras mi abuelo calentaba su miembro con un liquido especial para ancianos, y juntos asaltaron los cuartos de las putas, Carazas no entendía que hacían en un lugar de cuartos con focos rojizos y mujeres a medio vestir.
-¿Ha visto a mi papá?, preguntó a una y a otra mientras estas sólo reían y reían burlonamente, mientras mi abuelo mostrando el mejor gesto de solidaridad, en vez de dejarlo divagando por los cuartuchos del burdel, inmediatamente lo introdujo en una habitación, mientras alcanzaba unos billetes a la puta, ella al ver el estado devastador de Carazas no quiso aceptar, diciendo:
- ¿Y si se muere en mi cuarto, no quiero cargar con ningún muerto?.
Inmediatamente Carazas preguntó: - ¿Usted ha visto a mi papá?, mientras mi abuelo era cada vez más consiente que no podía dejarlo en los pasadizos, así que hizo lo que un buen amigo haría, lo invitó a pasar junto con él a una habitación, la puta mostrando un rostro de confusión inmediatamente dijo:
-Oigan, oigan yo no hago tríos, ¿qué se han creído?, pero mi abuelo con una sonrisa picarona le dijo que no se preocupe, que su amigo estaba de adorno, -Quédese tranquila que éste ya muerde solo observará. La puta mostró una sonrisa complaciente, mientras pensaba "que viejo voyerista me ha tocado". Carazas quería salir de la habitación aduciendo que la iluminación estaba muy rojiza, mientras preguntaba a la puta si sabía dónde estaba su papá.
-Mira Carazas esta zorra sabe dónde está tu papá, pero no quiere decirlo así nomás, así que tendré que enfrentarme a ella hasta que hable, tú solo siéntate y observa, dijo mi abuelo en tono convincente. Carazas obediente se sentó, mientras mi abuelo empezaba la frotadera y la gemidera hasta la explosión del placer,
-¡Si!, ¡así!, ¡si! ¡si! ¡si! ", decía la puta.
-¡Si Juan!, ¡si sabe!, dice que si sabe, ¡dale carajo!, sácale toda la información", decía su amigo Carazas mientras aplaudía y temblaba desde su asiento entusiastamente. Mi abuelo al fin terminó y los dos se retiraron, la puta se cambió y los despachó.
- ¿Y qué te dijo?, ¿qué te dijo la señorita?, preguntó su amigo Carazas, a lo que mi abuelo picaronamente respondió: -Me dijo que la que verdaderamente sabe donde están tus padres es su compañera del cuarto de al lado, así que tendrás que darme nuevamente dinero para el pago mientras me enfrento el día de mañana ya también a ella y le saco toda la información que pueda… ¿qué dices?, preguntó mi abuelo, Carazas suspiró profundamente, mientras le dijo: -No hay problema Juan, todo sea para encontrar a mis padres. Mi abuelo lo tomó del brazo, mientras le decía: -No importa cuántas veces tenga que enfrentarme a estas mujeres te juro por lo que más quieres como el amigo que soy que no pararé hasta que hablen, -¡Gracias!, muchas gracias Juan, respondió Carazas mientras miraba con admiración el rostro de mi abuelo. Los dos descendieron la cuesta agarrados del brazo, mientras muchos clientes subían y observaban sus cabellos sumamente canos.
