-Vaya, vaya, si supieran todos que pasamos fin de año fuera en compañía de esas perdidas, ¡je!, ¡je!, ¡je!, pero felizmente no fue difícil regresar a la Casa un poco cansados, llevando cuetes y juegos artificiales a la familia, ¡je!, ¡je!. Escuché comentar a mi abuelo con su amigo por el teléfono.

De esta forma ya sabía donde había pasado año nuevo mi abuelo, mientras todos en casa lo esperamos aquella noche ansiosos y preocupados, cuando lo vimos llegar con su bolsa cargada de cuetes y juegos artificiales, a más de uno de le partió el corazón, en especial cuando nos dijo que había estado buscando los cuetes y juegos de moda por lo que había demorado mucho tiempo en llegar, si , a más de uno se le partió el corazón cuando entregó muy contento el paquete a sus nietos quienes lo esperaban en el patio reventando cuetones  dando ya un poco de ambiente a las fiestas.
Pero yo por fin hoy me había enterado que aquella noche a más de romper cuetes él había roto promesas y pasiones al otro lado de la ciudad junto con su amigo Carazas quien más adelante me enteré que no llegó con cuetes a su casa sino con un champagne y un panetón entre las manos.
Su amigo Carazas, por fin llegó esta mañana a casa, apoyado en un bastón con su sombrero plomizo y sus gafas para sol, mientras le ayudaba a subir las gradas de la casa, y de esta forma pude averiguar un poco más donde se habían perdido con mi abuelo en año nuevo, cuando mal hice al traer el recuerdo de las fiestas pasadas porque el viejito Carazas terminó por contarme que "sus padres" eran unos desconsiderados, que mientras él  había comprado regalos navideños para ellos, ellos habían desaparecido aquella noche llevandose todo a la calle y  ni un regalo le habían dejado, eso según la versión de sus nietos y su hija. Cosa que me pareció muy extraño.
Era inconcebible que continuara pensando aquél anciano que sus padres vivieran, pero nadie está libre de tener la vejez que quiera y sobre todo de hacer revivir a quien quiera en los últimos años de vida que a uno le queda, así que no me quedó más que darle la razón e invitarlo a que disculpara a sus progenitores que seguramente aquella noche ya tenían algo que hacer. Lo más curioso fue que me contara que el pavo y el panetón de noche buena habían sido secuestrados por su padre, al igual que el champagne y los regalos de sus nietos por su madre.

-Puede usted creer niño que mis padres se llevaron todo, y no dejaron nada para la casa, así que tuve que darle nuevamente dinero a mis nietos y a mi hija para que compraran todo, esos mis padres no tienen un poco de vergüenza y sobre todo en Navidad, por eso el mundo está como está. Me dijo en tono moralista el amigo de mi abuelo mientras éste se le iba acercando por el pasadizo lentamente.
El encuentro fue entusiasta y se abrazaron efusivamente, juntos salieron a la calle en busca de los padres del señor Carazas, mi abuelo esperaba recuperar el panetón y el champagne en otros senderos.