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El infeliz aniversario del terremoto de Lamas.


Lunes 25 de setiembre, atardece en Lamas, y en el “Torito´s Bar” tres amigos toman unas cervezas. Uno de ellos asesina con una guitarra algunos boleros de Julio Jaramillo. Don Alberto Reategui, propietario del bar y “lamisto de pura sepa”, me cuenta los sucesos de aquella noche, hace un año, en que Lamas se aprestaba a dormir cuando la tembladera de un Terremoto sacudió la ciudad hasta descalabrarla.

-Todos salimos corriendo apenas sentimos el terremoto, menos los tres “patas”-. “Los tres patas” eran un grupo de profesionales trabajadores de una ONG, que libaban cervezas en el bar de Don Alberto y estaban convencidos que el terremoto “ya pasaria”.Decidieron quedarse en el local sin pensar que unos segundos después se arrepentirían de ello.
Uno de los profesionales sufrió lesiones leves, el otro quedó discapacitado, y del tercero solo queda una placa recordatoria en el lugar de su fallecimiento, el “Toritos Bar”. El ingeniero Nicanor Agüero Mendez fue la única victima mortal de aquella noche en que el sismo destruyó una gran parte de la tricentenaria ciudad de los tres pisos. Las otras victimas, los hombres mujeres y niños de Lamas que quedaron damnificados, que a parte de las casas prefabricadas que les donó el Ministerio de Vivienda, siguen esperando, desde hace exactamente un año, el apoyo que parece haber quedado solo como promesa de tiempo electoral.

A los damnificados del terremoto se les prometió préstamos para la reconstrucción de sus viviendas por un monto máximo de 10 mil soles, pero solo calificaron unos pocos. Si el mentado prestamo no ofrecía beneficios especiales, dada la situación, ¿Cuál es entonces el apoyo del que tanto se jactó el gobierno? Según cifras oficiales, hasta la fecha solo se reconstruyeron el 15% de las viviendas destruidas.
Es triste saber también que algunos malos políticos y encargados de la repartición de víveres entre los damnificados se robaron una gran parte de dicho apoyo. Hoy, al menos uno de estos ladrones se encuentra purgando prisión por sus desleales actos.

La gente de Lamas, con su creatividad proverbial, se ha acomodado como puede a la incomodidad de las casas prefabricadas donadas por el gobierno. Algunos le han puesto ventanas de vidrio, las flores que no faltan en improvisados jardines, y coberturas de hule para paliar los inconvenientes de la intemperie, pues las casitas no están adaptadas al calor y las fuertes lluvias selvática. Entendemos por ello que dichas casas fueron diseñadas pasa ser usadas solo temporalmente.

- La gente sabe construir casas de tierra pisonada, pero tiene miedo de otro terremoto- Nos dice una joven madre, cuya familia es una de las pocas que ha decidido construir su casa al estilo tradicional, pese a la oposición de los vecinos por considerarla insegura. -No nos queda otra…nosotros no podemos pagar un préstamo. Solo hay que pedirle a Dios que el terremoto no vuelva- Nos cuenta en serio y en broma.

En el “Toritos Bar” los amables beodos de la sufrida guitarra se arrancan con una guaracha. Frente al bar, los escombros de lo que antes fue la tienda comercial de la familia Chung y el esqueleto de una casa a medio derrumbar nos observan como un mudo recordatorio de la tragedia y de la larga espera por ayuda a la ciudad de Lamas. Ayuda para empezar a reconstruir sus vidas. Una ayuda que hoy es entera responsanbilidad del gobierno Aprista.



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