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Nuevas sensaciones en ‘Global Visionaries’ de The Joffrey Ballet

CHICAGO_  Para cerrar su temporada 2016-2017 The Joffrey Ballet presenta un programa que no sólo refleja la universalidad del ballet clásico y contemporáneo, también lo que se puede hacer con piezas que sigan una historia, otras que parezcan perfectamente no planeadas y aquellas que imitan los movimientos de la naturaleza.

A “Global Visionaries” lo integran las piezas “Joy” del Sueco Alexander Ekman -y que tiene su estreno mundial-; “The Miraculous Mandarin”, del Ruso Yuri Possokhov -en su estreno en Chicago- y el regreso de  “Mammatus” de la colombiana Annabelle López Ochoa, que presentó la compañía hace dos años.

 Fueron creadas especialmente para Joffrey. Y cada una tiene algo que sorprende.

‘The Miraculous Mandarin’, pasión y amor

‘The Miraculous Mandarin’, coreografía del ruso Yuri Possokhov, forma parte del programa ‘Global Visionaries’ de The Joffrey Ballet. CHERYL MANN | CORTESÍA

Esta coreografía es la versión de Possokhov del ballet creado en 1924 por el compositor húngaro Béla Bartók y originalmente basado en el artículo para revista del escritor húngaro Menyhert Lengyel (descrita entonces como una “pantomima grotesca”) y publicado en 1916.

Es la historia de una mujer que, haciendo uso de su belleza y con la ayuda de tres secuaces, se encarga de seducir y luego robar a todo aquel que cae bajo su embrujo.

Hasta que se enamora de una de sus víctimas, “el mandarín maravilloso”.

En la pieza el bailarín español Raúl Casasola quien ha estado con Joffrey desde hace nueve años, interpreta a uno de los secuaces de la meretriz.

“Yuri es un genio ,tiene una capacidad increíble de coreografiar. Al principio no se ve tan claro al resultado pero él tiene la capacidad de poner los elementos juntos y  crear una obra de arte. Es muy física, hacemos pasos muy intensos, es un ballet con historia y a partir de ella se crean los pasos”, compartió Casasola.

Movimientos intensos, pasionales, acompañan el drama y seducción de la historia que plasma la avaricia del ser humano, pero que es realmente una historia de amor y sufrimiento.

Esta pieza que abre el programa, tiene dos elementos clave en esta nueva versión: que la orquesta Chicago Philharmonic bajo la batuta de Scott Speck está en el escenario mientras se desarrolla la coreografía, y una caja-estructura de cristal que simboliza el encierro de la mujer y que sirven para darle más presencia a la historia.

‘Joy’ ¿Se puede fingir la felicidad?

‘Joy’, del coreógrafo sueco del sueco Alexander Ekman. CHERYL MANN | CORTESÍA

Originalmente titulada “Episodio 47”, por ser la cuadragésima séptima creación de Alexander Ekman, “Joy” es libre, divertida, y en momentos, un tanto existencialista.

Se creó en sólo dos semanas, como lo compartió Ekman en la descripción. Partió de una pregunta que le hizo a los bailarines de la compañía: “¿Cómo podemos expresar alegría a través de nuestros movimientos?”.

Con música del Brad Meldau Trio, Django Django, Tiga y Moby, “Joy” comienza como una pasarela de los bailarines ataviados con trajes beige, haciendo estiramientos, movimientos distintos, y la voz en audio de Ekman haciéndole a la audiencia planteamientos existencialistas o dudas simples que logran arrancar las risas, porque es posible que sea lo que se pregunta alguien en el público al verlos en escena.

“¿Podemos crear la alegría? ¿Los bailarines realmente la sienten o están fingiendo? ¿Esto es para lo que vino el público? ¿Esos sacos que están usando no son voluminosos?”.

Como para salir de la duda, los bailarines se despojan de sus trajes, se quedan en ropa interior, libres como sus movimientos expresando su individualidad y siendo parte del colectivo de danza.

“Joy” es un descubrimiento y una dicha que celebra la espontaneidad de vivir. Y de usar tacones, porque para algunos eso podría ser alegría.

El vuelo en ‘Mammatus’

Esta pieza de López Ochoa, nombrada así por la formación de nubes en forma de pecho y que ella misma definiera como un “vuelo surrealista”, comienza con la recreación de una tormenta, que en escena se recrea con esculturas de luces neón.

Con neblina en el escenario para dar la sensación de estar viendo en lugar de bailarines, pájaros en el cielo, en las nubes, logra con movimientos abstractos y precisos, recrear la belleza y simplicidad de la naturaleza.

Pero no por ello menos difícil.

El bailarín colombiano Luis Eduardo González, lo definió como más cruda.

“Porque presenta el ataque del movimiento. La coreógrafa decía que los movimientos estaban inspirados en pájaros y en el movimiento se puede ver hay mucho salto, pero no es como  la actuación -en “The Miraculous Mandarin”- en sí, es más el ataque del movimiento. Para mí la parte de la actuación es ‘chévere’, tener la oportunidad de convertirse en un personaje distinto, uno tiene que utilizar diferentes partes como artista”, precisó.

Y aunque sea la segunda vez que presentan “Mammatus”, todo ha cambiado, reitera Casasola.

“No hay que preocuparse tanto, hay que encontrar nuevas sensaciones, respetando la coreografía y el estilo. No somos máquinas, no estamos en el mismo plano, la danza siempre evoluciona”, compartió.

Y la danza de The Joffrey Ballet sorprende creando nuevas emociones en el escenario y compartiéndolas con el público.

Global Visionaries

Cuándo: Hasta el 7 de mayo

Dónde: Auditorium Theatre, 50 E. Congress Parkway

Admisión: Desde $34

Información: 312.386.8905 o en www.joffrey.org



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