Get Even More Visitors To Your Blog, Upgrade To A Business Listing >>

Las 30 mejores series del 2022: el año que la televisión se miró a sí misma

El año que la televisión se miró a sí misma

Las 30 mejores series del 2022 para ver en 2023

«Lo que me trajo al cine fue el sentido de la libertad, no había fronteras. Puede que a veces lo olviden, pero lo saben. ¿Por qué hacemos películas hoy? ¿Quién está dispuesto a arriesgar su vida por las películas? Vivimos en tiempos oscuros y aburridos». Gottfried von Schack (Lars Eidinger), Irma Vep.

| Menciones especiales |

30. The Sandman (Temporada 1 – Netflix)

Porque es una de las grandes novelas gráficas de la historia y, pese a que se la creía infilmable, con el involucramiento en el desarrollo de su autor Neil Gaiman, se consiguió una recreación sumamente fiel de uno de los universos fantásticos más complejos que se hayan plasmado en viñetas, dejándonos asimismo uno de los mejores episodios del año, The sound of her wings.

29. Conversation with friends (Temporada 1 – Star+/Disney+)

Porque se trató de otra rigurosa adaptación de una nueva novela de Sally Rooney, la bestseller irlandesa de quien en 2020 ya habíamos recibido otra emocionante serie, Normal people. Pese a que no tiene el mismo calibre que su antecesora, esta tampoco defrauda.

28. Black bird (Temporada 1 – Apple TV+)

Porque dentro del descomunal desborde de crime shows que tuvo el 2022 (The thing about Pam, The staircase, Candy, Maria Marta: el crimen del country, Dahmer e innumerables lanzamientos más), este acredita en su texto la rúbrica de Dennis Lehane, el novelista de Mystic River y Shutter Island. Fue él quien se inspiró en supuestos acontecimientos reales para trazar este noir carcelario cuyo eje es el convicto James Keene (Taron Egerton), al que el FBI le ofrece achicarle la condena a cambio de relocalizarlo en una prisión de máxima seguridad en Springfield, para que obtenga la confesión incriminatoria de Larry Hall (Paul Walter Hauser), un asesino en serie que está por salir en libertad y cuyas víctimas todavía no han sido halladas. Egerton y Walter Hauser se baten en este juego psicológico del gato y del ratón, que además tiene el añadido de ser la última aparición televisiva de Ray Liotta previa a su fallecimiento.

27.The dropout (Temporada 1 – Star+/Disney+)

En el año de las biopics de emprendedores (Super pumped, WeCrashed y, si se quiere, también Winning time: the rise of the Lakers dynasty), The dropout fue, a la par de The playlist, la más redonda de todas. La diferencia es que en esta Amanda Seyfried hace una notable tarea actoral para componer el derrumbe de Elizabeth Holmes, la novel gurú de Sillicon Valley que soñaba con ser millonaria y que, sin disponer de sólidos conocimientos biomédicos o tecnológicos, estafó a su junta de inversores con la promesa de diseñar un revolucionario aparato que iba a requerir de una única gota de sangre para suministrar un diagnóstico médico completo a sus usuarios.

26.Hacks (Temporada 2 – HBO Max)

Porque Jean Smart y Hannah Einbinder revalidaron su status de dupla femenina con más química de la televisión en la segunda entrega de esta comedia que habla de lo arduo que puede ser entrar al mundillo de Hollywood, pero lo fácil que se desprenden de uno cuando se cumple cierta edad o cuando ya no es útil.

25. Slow horses (Temporada 1 & 2 – Apple TV+)

Porque Gary Oldman, el hombre de los mil rostros, volvió a demostrar su incomparable versatilidad actoral, haciendo de Jackson Lamb, un espía alcohólico, roñoso y malhumorado que regentea a desgana una ruinosa dependencia del M15 en Londres a la que son rebajados y enviados otros agentes fracasados. Con una estrategia poco convencional de liberación del contenido, Apple TV+ disponibilizó en el 2022 las dos temporadas iniciales de esta comedia británica que adapta la saga novelesca de Mick Herron, la cual se desmarca de las dos escuelas literarias clásicas de espionaje inglés: la solemnidad desencantada de John le Carré y la espectacularidad en esmoquin y pajarita de Ian Fleming. Acá estos espías no le temen al ridículo y, perdidos por perdidos, erran repetidas veces antes de acertar.

24. The staircase (Temporada 1 - HBO Max)

El segundo mejor true crime de este año fue el increíble proceso judicial que rodeó a Michael Peterson (Colin Firth), un novelista estadounidense que en 2001 fue acusado de asesinar a su esposa Kathleen (Toni Collette), luego de que llamara al 911 para pedir socorro, informando que ella se había caído por las escaleras de su casa en el Condado de Durham, Carolina del Norte. La serie abarca 17 años de juicios e investigaciones, lapso en el cual Michael entabló un romance con Sophie Brunet (Juliette Binoche), la montadora del documental The Staircase que en 2005 el cineasta francés Jean-Xavier de Lestrade grabó para dar a conocer públicamente el caso de Michael.

23. Pachinko (Temporada 1 – Apple TV+)

¿Puede una obra hablar de todos los dilemas de la existencia humana? La mayoría no lo consigue, pero este k-drama lo hace con una sensibilidad demoledora, mientras revisita las secuelas imborrables de la ocupación japonesa en Corea y sus repercusiones en las vivencias de tres generaciones de una familia de Busan.

22. The Crown (Temporada 5 – Netflix)

El verdadero buque insignia de Netflix sigue siendo The Crown. Cada desembarco suyo en el muelle de la plataforma viene precedido por un desfile insuperable de recreación escénica y performances actorales soberbias. En su antepenúltima temporada, coincidente con la infame década que tuvo la monarquía en los 90, algunos de sus miembros evidenciaron una aguda frivolidad en un período en el cual Gran Bretaña padeció una recesión y la reina Isabel (Imelda Staunton) sufrió el «annus horribilis» de 1992, con el incendió del castillo de Windsor, el divorció de la princesa Ana (Claudia Harrison) y la publicación de la biografía autorizada Diana: Her True Story, donde la esposa de Carlos (Dominic West) ventilaría unos cuantos escándalos de la realeza. Es la tercera ocasión en la que Peter Morgan reacondiciona el reparto, siendo este el más estelarizado de todos los que hubo, con apellidos de peso como el de Jonathan Pryce (el duque de Edimburgo) o los referidos Staunton y West; aunque quienes más se lucen son Elizabeth Debicki como la encantadora Lady Di y un comedido Jonny Lee Miller como John Major, el primer ministro conservador electo con posterioridad a Thatcher.

21. Euphoria (Temporada 2 – HBO Max)

Porque tiene a la inigualable Zendaya, la ex niña Disney que continúa extremando la autodestrucción de su personaje Rue Bennett, y porque incluso con sus bemoles a cuestas, Euphoria es una de las series más osada del momento, arriesgando tanto en lo que muestra, así como en la forma en la que lo hace. Fruto de esas apuestas es que nacen algunos de los capítulos más experimentales como The Theater and Its Double.

20. We own this city (Temporada 1 – HBO Max)

Porque supuso el retorno del showrunner más importante de este siglo, David Simon (The wire, Treme, Show me a hero, The deuce, The plot against America) y de su colega, el libretista George Pelecanos, lo cual ya de por sí sería un argumento suficiente para no perdérsela. Pero además, porque regresaron a la ciudad de The wire para narrar de manera no lineal un hecho de corrupción policial, esta vez verídico y acreditado en el libro homónimo del periodista Justin Fenton, relativo a cómo un escuadrón de la Fuerza Tareas de Rastreo de Armas (GTTF, por sus siglas en inglés), en lugar de ocuparse de limpiar las calles de Baltimore de armas ilegales, optaron por enriquecerse extorsionando a sus detenidos, y por apropiarse del dinero y las drogas que confiscaban en sus redadas.

19. Stranger things (Temporada 4 – Netflix)

El coming of age ochentero de los hermanos Duffer selló su mayoría de edad con su temporada más madura hasta la fecha, la cual respondió varios interrogantes que se habían abierto en las entregas anteriores y expuso a sus protagonistas al fogueo de la adultez, al separar al grupo en distintas direcciones y obligarlos a tomar decisiones ingratas. A veces podremos olvidarnos que Stranger things es esencialmente una cinta de ciencia ficción, y esto ocurre porque el máximo mérito de los Duffer no es haber edificado un monumento a la cultura anglosajona de los 80, sino haber encapsulado infinidad de géneros fílmicos en un único producto. Así, cada una de esas travesías comprendió una línea narrativa en sí misma: el viaje por el desierto de Mike, Will, Jonathan y Argyle fue una road movie a contrarreloj, el rescate del sheriff Hooper de la prisión soviética por parte de Joyce y Murray se erigió en un scape thriller, la defensa de Hawkins comandada por el resto de los chicos se transformó en un teenage terror pueblerino, y la regresión mental de Eleven para descubrir quién era Vecna se coronó como un sci-fi de misterio.

18. Servant (Temporada 3 – Apple TV+)

Porque esta serie en torno a los eventos paranormales que se desatan en una casa de Filadelfia habitada por un joven matrimonio, su niñera y… ¿un bebé?, es una de las propuestas más singulares y magnéticas del año pasado, con algunos de los mejores encuadres fotográficos del presente. Escrita por Tony Basgallop y creada bajo la supervisión de M. Night Shyamalan.

17. Sherwood (Temporada 1 – BBC 1)

Si pensabas que las grietas y las divisiones ideológicas y políticas eran un fenómeno privativo de tu sociedad, quizás deberías ver esta miniserie que James Graham creó para dar testimonio de una de las mayores persecuciones policiales que haya habido en Inglaterra. Dos homicidios acaecidos en la localidad minera de Nottinghamshire en 2004 harán aflorar entre sus habitantes viejos resquemores que se remontan a las huelgas de los mineros de 1984 contra el gobierno de Margaret Thatcher, quien promovió la clausura de minas de carbón y el debilitamiento de sus gremios. Hay heridas que nunca cicatrizan si no se atienden las necesidades sociales de donde brotan, por lo que esos dos crímenes reabrirán la fractura entre antiguos unionistas y rompe huelgas ya retirados, mientras Scotland Yard despliega un operativo sin precedentes para arrestar a un homicida que se esconde en los bosques de Sherwood.

16. Barry (Temporada 3 – HBO Max)

Barry no solo es un merecido continuador de esa tradición estadounidense del subgénero del dummy police, en la que podríamos inscribir a Fargo, Dexter y, parcialmente, a Breaking bad, sino que, adicionalmente, es un reflejo exacerbado de una sociedad como la estadounidense, la cual en palabras del crítico literario Frederick R. Karl, se ha definido «a sí misma en virtud de sus crímenes, de su capacidad para asesinar». Ese es el motivo por el cual su quinto capítulo, 710N, tiene una reverberación resonante en esta época de matanzas cada vez más frecuentes en los Estados Unidos.

15. The good fight (Temporada 6 – Paramount+)

Porque desde la pantalla de Paramount+ el matrimonio de Michelle y Robert King combatió y sobrevivió al trumpismo, utilizando como proclama este dramedy legal centrado en los abogados de un buffet negro de Chicago que recurren a diversas estratagemas para mantenerse a flote y defender las causas justas en medio de los vaivenes de la política estadounidense. En su despedida, esta serie que surgió como un spin off de The good wife, alcanzó cuotas de realismo mágico inesperado para ofrecer la mirada pesimista de sus showrunners con respecto a la contemporaneidad.

14. The handmaid's tale (Temporada 5 – Star+/Paramount+)

Porque más allá de sus exabruptos de violencia gráfica, todavía ostenta la diadema de haber propiciado la última revolución televisiva de esta era. Monólogos interiores, cuarta pared y planos cenitales alegóricos. Con esos elementos y los derechos de la novela de Margaret Atwood, esta serie del 2017, parida el mismo año que el movimiento #MeToo, se convirtió en el mazazo distópico contra la brutalidad patriarcal que derribó los muros para que otras producciones con perspectiva de género saltaran la trinchera y la siguieran, mientras que su protagonista, Elisabeth Moss, se erigió en la adalid de los personajes feministas (Mad men, Top of the lake, The invisible man y Shining girls, entre otras). Esta temporada recobra el músculo que supo tener la primera.

13. The White Lotus (Temporada 2- HBO Max)

Porque obviando el hecho de que su showrunner Mike White haya reiterado la fórmula narrativa sin ningún añadido sustancial, sigue siendo la serie más hipnotizante de todas, gracias a sus paradisíacas fotografías y a sus fabulosas actuaciones. Ah, y el binomio conformado por Michael Imperioli y F. Murray Abraham se come la cámara cada vez que esta los enfoca.

12. The boys (Temporada 3 – Amazon Prime Video)

Si no les gustan las series de superhéroes vean esta serie de superhéroes, que es una sátira sucia acerca de la industria armamentística estadounidense, la sociedad de consumo y la confabulación del marketing y la prensa.

11. Tokyo Vice (Temporada 1 - HBO Max)

El gran Michael Mann dirigió el episodio piloto de este lejano policial noventero que transcurre en Japón y se atañe a la autobiografía homónima de Jake Adelstein (Ansel Elgort en la ficción), un inexperto reportero estadounidense que por aquel entonces estaba haciendo sus primeras crónicas criminológicas para el periódico con mayor tirada en la tierra del Sol naciente. El progresivo eslabonamiento de muertes donde se mezclan las deudas, las extorsiones y el consabido honor japonés lo pondrán en contacto con dos facciones enemistadas de la Yakuza y lo harán descender al submundo de las mafias niponas.

| Las diez mejores series de 2022 |

10. Bad sisters (Temporada 1 - Apple TV+)

Claes Bang es un reconocido actor y músico danés, que en el último lustro ha tomado roles potentes y provocadores, como el de Christian en la ganadora de la Palma de Oro The Square (2017), el del vikingo Fjölnir en The Northman (2022), o el de Drácula en la interesante adaptación que hicieron en 2022 los responsables de Sherlock (2010-2017), los ingeniosos Mark Gatiss y Steven Moffat. Algo de aquel vampiro chupasangre debió de haberle sobrado para el nuevo papel de John Paul Williams en la comedia irlandesa Bad Sisters, dado que allí es descrito como un hombre que «te drenaba la sangre». Quienes pronuncian esa cruda pero acertada observación durante las homilías de su funeral son las cuatro hermanas Garvey. El propósito de su asistencia al velatorio se reduce a apreciar la exhibición del entumecido cadáver de su enemigo y, entre susurros que vienen y susurros que van por debajo del discurso del sacerdote, seguir sacándole el cuero al difunto. J.P., como se lo conocía en vida, estaba casado con Grace (Anne-Marie Duff), la quinta hermana de la familia Garvey, a la cual venía sometiendo desde hacía largo tiempo a un suplicio existencial. J.P. era el arquetípico marido opresor, que confinaba a Grace a los límites físicos de su vivienda, para que le lavara y le planchara la ropa, para que tuviera lista la cena cuando él llegara de trabajar y para que se encargara de los quehaceres domésticos. Le fastidiaba que ella recibiera las visitas cordiales del vecino de enfrente y que la hija de ambos, una adolescente en plena fase de la pubertad, usara corpiño. Como buen proveedor del hogar y poseedor del monopolio económico, desalentaba cualquier iniciativa de independencia de su esposa y cualquier participación suya en actividades sociales. Cada cerrojo extra que le ponía a su libertad reforzaba el mote de «imbécil» que le habían asignado las otras hermanas, quienes contemplaban con preocupación como Grace y su sobrina se alejaban progresivamente de ellas. Un tipo verdaderamente desdeñable, capaz de colocar a su propia esposa como presa de tiro al blanco en un campo de paintball durante los festejos del día de su cumpleaños.

Mediante un comportamiento pasivo-agresivo que contenía gestos de violencia como ese, revestidos de un lenguaje azucarado colmado de apelativos personales cuasi infantilistas, «el imbécil» iba extendiendo su influencia sobre ella. No satisfecho con eso, intentará ampliarla al resto de las chicas Garvey. A Ursula (Eva Birthistle) la amenazará con revelarle su infidelidad a su marido, mientras que a Becka (Eve Hewson) prometerá ayudarla en un emprendimiento por el cual terminará endeudada. Adicionalmente, esparcirá mentiras acerca de Eva (Sharon Horgan) y a Bibi (Sarah Greene) la arrastrará hacia un accidente automovilístico que le costará un ojo. Bad Sisters hace referencia, por lo tanto, a esas cuatro mujeres que resuelven librarse -y también liberar a su hermana- de los acosos de ese hombre que canaliza su placer subyugándolas. Una comedia negra, negrísima, en torno a sus desesperadas acometidas para darle muerte. Pero como la cizaña, su cuñado será una maleza complicada de erradicar y con cada nueva tentativa habrá daños colaterales de mayor gravedad. «A esta altura habría sido más fácil matar al Correcaminos», se exaspera Eva sin dimensionar que, con cada acción que tomen, irán dejando más rastros incriminatorios a lo largo y ancho de la ciudad de Dublín. Recolectando esas piezas para rearmar el rompecabezas de lo sucedido, estarán los hermanos Thomas y Matthew Claffin, los dueños de la aseguradora de riesgo de vida de J.P., que harán lo imposible por demostrar que el difunto fue asesinado y por no pagarle a la viuda el resarcimiento que reclama.

Bad Sisters es un remake de la serie belga Clan (2012), creada para Apple TV+ por la propia Sharon Horgan y la dupla de escritores Dave Finkel y Brett Baer (30 Rock), y que es deudora tanto del humor británico de cintas como Muerte en un funeral (2007), así como de las tramas con personajes duros-de-matar al estilo de El quinteto de la muerte (1955 y 2004) o Lemony Snicket, Una serie de eventos desafortunados (2004). Es el estreno más divertido y trágico del 2022, con algunos virajes inesperados y otros previsibles, el cual saca partido de las solventes interpretaciones de sus actores y actrices (en particular de Claes Bang, sobre quien se deposita toda la justificación de la trama, ya que si él no es convincente en su malicia, nada tiene sentido), del score musical folk curado por nada menos que PJ Harvey y Tim Phillips, y de una estructura narrativa dinámica que pivota entre dos momentos, el de los atentados contra John Paul y el de la investigación de los hermanos Claffin.

Episodios clave: Episodio 2 (Explode a man), Episodio 5 (Eye for an eye), Episodio 6 (Splash), Episodio 7 (Rest in peace), Episodio 10 (Saving Grace).

9. This is going to hurt (Temporada 1 - BBC & AMC)

En el marco de las numerosas protestas por la inflación de más del 10% que golpea los bolsillos de los ciudadanos del Reino Unido, el 2022 culminó con la primera huelga del Colegio Real de Enfermería desde su fundación hace 106 años. Según este sindicato, que nuclea al personal de enfermería de las cuatro naciones insulares, a los salarios insuficientes se le añade la vacancia en el sector de casi 50 mil puestos de trabajo sin cubrir, agravada por la ola emigratoria de los profesionales extranjeros iniciada con la sanción del Brexit en 2020. Esto ha acarreado demoras en el otorgamiento de turnos, en la atención a los pacientes y en el inicio de los tratamientos, poniendo en jaque al servicio nacional de salud británico que solía ser ponderado como uno de los mejores del mundo. Nueve meses antes de que esta crisis decantara, la BBC puso al aire This is going to hurt, una comedia creada por Adam Kay en base a su libro homónimo que reúne sus memorias como doctor en diversas instituciones médicas. Kay se graduó en medicina por el Imperial College London en 2004 y ejerció como tal desde esa fecha hasta el 2010, cuando un evento traumático ligado a un desprendimiento de placenta mal diagnosticado en una paciente lo llevó a retirarse, tras lo cual emprendió su carrera como escritor y comediante, publicando Esto va a doler: diarios secretos de un médico junior en 2017.

Su miniserie autobiográfica está estelarizada por Ben Whishaw, como un joven Adam Kay que cubre las guardias del departamento de obstetricia y ginecología en un hospital público de Londres, y tiene a su cargo a Shruti (Ambika Mod), una residente de ascendencia india a quien debe formar. Pero la mala paga, las inacabables jornadas de guardia, durante días o noches enteras, y las pocas horas de sueño dentro de su quejumbroso auto en el estacionamiento del hospital para así poder ahorrarse los viajes, lo han transformado en una persona desencantada con su disciplina, engreída en su trato con Shruti y sarcástico con los demás, algo que se percibe en los comentarios que lanza a cámara cuando traspasa la cuarta pared. Su estabilidad emocional y mental pende de un hilo de sutura finísimo, sin encontrar ningún pliegue firme donde empezar a cerrar las heridas que se van abriendo. Por un lado, se siente explotado por el sistema médico y por su jefe de área, el señor Lockhart (Alex Jennings). Y por el otro, atraviesa una mala racha con su pareja Greg (Tom Durant Pritchard) y es desmerecido por su refinada madre Veronique (Harriet Walter), quien cree que su hijo está para más y debería renunciar a su puesto para cambiarse a un hospital privado.

No obstante, Adam lucha por reavivar su amor por la asistencia pública en cada uno de los casos que vemos desfilar por su guardia, desde los más rutinarios hasta otros más insólitos como el de una adolescente que se mutila los genitales. Pero el agotamiento y la falta de reflejos a la larga cobrarán su precio, cuando el mismo caso de desprendimiento de placenta que retiró al Adam Kay real sea el que ponga en marcha el nudo de la trama. «Digo que soy bueno para la medicina y malo en las otras cosas. Ahora me va mal en ambos lados», describe mordazmente su situación Kay, mientras las desgracias no paran de agolparse en su consultorio. Si bien la serie retrata circunstancias duras, con un parlamento que critica la burocracia y el desfinanciamiento del sistema público de salud británico, lo hace sin perder su ritmo liviano y su humor bastante ácido, contrarrestando algunas de las escenas más hondas con una revitalizante banda sonora que incluye a Jarvis Cocker, Florence+The Machine, Franz Ferdinand y otros exponentes del pop británico.

Episodios clave: Episodio 1, Episodio 3, Episodio 6.

8. The offer (Temporada 1 - Paramount+)

Resulta algo interesante que la mejor serie del año de Paramount+ -y quizás del total de la propuesta que tiene disponible el servicio de streaming lanzado en 2021 tras la fusión de la cadena CBS y Viacom- sea esta remembranza sobre los entretelones de la realización de El Padrino I, la película que los salvó de la bancarrota en la década del 70, tomando como inspiración las memorias del histórico productor Albert S. Ruddy. ¿Mera casualidad? No, para nada. Esta serie se estrena justo el año en que el filme de Francis Ford Coppola cumple cinco décadas y en momentos en que la industria cinematográfica se cuestiona su futuro, con firmas como Paramount que atraviesan una reconversión en sus modelos de negocio, con un ojo y medio puesto en la adecuación digital y, en especial, en sus líneas de streaming. Aunque con muchas diferencias, las dos épocas están atadas por un denominador común, el cual se define por la persecución de la sostenibilidad económica de las compañías en una fase de transformación.

En los incipientes años 70’, la Paramount formaba parte de Gulf and Western Industries, un conglomerado empresarial propiedad de Charles Bluhdorn (encarnado por Burn Gorman), un magnate austríaco que estaba considerando desprenderse de ella y venderla al mejor postor porque le daba pérdidas millonarias. El estudio venía de pegar un éxito rotundo de taquilla con Love Story en 1970, pero igualmente continuaba en la cuerda floja y necesitaba replicar urgentemente otro boom en las salas para prolongar su solvencia financiera. Así como hoy en día el sector atraviesa un etapa de transición y hacia su interior se debaten distintas cuestiones, como la de los formatos audiovisuales, la preponderancia de los contenidos franquiciados por encima de las cintas de autor, o la prevalencia de la adaptación de sagas respecto a las historias originales, en aquella otra época el cine también estaba cambiando, aunque no todos lo notaran. Una nueva generación de actores y directores estaba irrumpiendo en Hollywood para conformar lo que se conocería como el nuevo cine estadounidense. Albert Ruddy (interpretado por Miles Teller, quien recibió el papel que le quitaron a Armie Hammer), un novel productor con apenas un puñado de películas bajo el brazo, tuvo la osadía de confiar en uno de esos emergentes directores para adaptar los derechos de una novela que la Paramount acababa de adquirir. La apuesta fue encerrar en una casa de Los Ángeles a ese director llamado Francis Ford Coppola con el autor del libro, Mario Puzo, para que trabajaran conjuntamente en la redacción del guión.

Además de por la obvia alusión a la famosísima frase de Don Corleone, The Offer lleva ese título como insinuación de todo lo que pusieron en juego quienes estuvieron involucrados en esa odisea fílmica y las presiones que debieron sobrepasar. Para Puzo (Patrick Gallo), un novelista italoamericano de Nueva York asediado por los acreedores, el desafío de escribir su primer guión para una productora de la envergadura de Paramount significaba la oportunidad de recibir un desembolso que le permitiera saldar sus deudas. En cambio, para Coppola (Dan Fogler) era la chance ideal de imprimirle su sello personal a un proyecto que lo apasionaba, mientras que para Ruddy, era la de consagrarse como productor con una película que forzosamente debía convertirse en un suceso. La misma carga recaía sobre su jefe, Robert Evans (un Matthew Goode en modo rockstar), el gerente general de la Paramount que confió en él, y que lejos de darle a la firma el empujoncito final que la arrojase a la quiebra, acabó por posicionarla como la más lucrativa de todas.

Esto no hubiese sido demasiado memorable si no fuese porque el rodaje estuvo plagado de obstáculos que hicieron de él una verdadera epopeya artística y organizativa. Desde las dilaciones en la entrega del libreto hasta el incremento en los costos de realización por las exigencias de Coppola -quien insistiría para trasladar la filmación de determinadas escenas a Sicilia-, pasando por la inusual duración del filme cercana a las tres horas, el convencimiento a Marlon Brando (Justin Chambers) para que aceptase ser Don Corleone y los desacuerdos en torno a la definición del protagónico, para el cual estuvo a punto de peligrar la elección de Al Pacino (Anthony Ippolito), un emergente intérprete del under teatral de Broadway, al que Evans simplemente se oponía por considerarlo de estatura muy baja. Aunque de todas las bombas que sacudieron a El Padrino I, definitivamente la que más conmoción generó fue la intromisión de la mafia italiana, alertada por las quejas de un tal Frank Sinatra, quien suponía que el personaje del cantante Johnny Fontane estaba inspirado en él. Los encuentros entre Ruddy y Joe Colombo, uno de los capos de las cinco familias mafiosas neoyorquinas, para negociar la remoción de la palabra “mafia” de todos los diálogos, o la incorporación de varios de sus hombres como parte del elenco y en la logística tras las cámaras, son algunos de los pasajes más jugosos de la serie. De todo esto da cuenta The Offer, de un modo de hacer cine en extinción, con prioridades y riesgos que hoy se intentan eludir, en un Hollywood que parece lejano.

Episodios clave: Episodio 3 (Fade in), Episodio 4 (The right shade of yellow), Episodio 6 (A stand up guy), Episodio 8 (Crossing the line), Episodio 9 (It's who we are), Episodio 10 (Brains & balls).

7. The bear (Temporada 1 - Disney+ / Star+)

Como ocurre con el exceso de humedad, que es el causante de que los aceites chisporroteen en las sartenes, en esta serie todo salta por los aires cuando el dueño de un local de comidas de Chicago se suicida, y su hermano menor, un joven y celebérrimo chef de alta cocina, lejos de entregarle el restaurant a los acreedores con los que su hermano estaba endeudado, opta por arremangarse la chaqueta blanca y se empeña en apagar las llamas. Aquí el suicidio fraterno es el catalizador, es el aceite que se precipita dentro de una olla que venía acumulando humedad hacía mucho tiempo, la humedad que todo lo corroe, hasta las conexiones emocionales que pudo haber en el pasado entre dos hermanos que han dejado de hablarse. Y donde antes había infancias y pasiones en común como la de la cocina, ahora empieza a crecer el moho que ennegrece todos los rincones, que se alimenta del olvido y del desapego. Esta no es solo una descripción metafórica, sino también literal del áspero panorama con el que se topa Carmen “Carmy” Berzatto (Jeremy Allen White) al tomar las riendas de un negocio desbocado: alimentos vencidos, electrodomésticos que se descomponen, proveedores que ya no lo abastecen de materias primas por las deudas acumuladas, facturas impagas y el indescifrable registro de cuentas que su hermano Michael (un Jon Bernthal al que le vemos la cara en un puñado de cameos) parece haber escrito en el frenesí de su adicción a los calmantes. Y todo empeora cuando una inspección de higiene le baja la calificación de salubridad al local.

Sin embargo «The Beef of Chicagoland», ese restaurante italiano de carnes emplazado en el barrio de River North, no puede darse el lujo de cerrar siquiera para reacondicionarse. Necesita de las personas que diariamente atraviesan sus puertas para saborear alguno de sus jugosos sandwiches. Carmy busca ordenar a la tropa. Aunque ninguno lo sea, empieza a dirigirse a ellos con el epítome de «chef», en señal de respeto mutuo. Les habla del mítico Auguste Escoffier y hasta ensaya con ellos el método de organización jerárquica de brigada. Pero el grado de acatamiento es prácticamente nulo. Los ex empleados de su hermano están acostumbrados a hacer las cosas a la vieja usanza, se sienten cómodos esquivándose en el desorden y la mugre. El principal boicoteador es su primo Richie (un Ebon Moss-Bachrach con doble presencia en este ranking, tanto aquí como en Andor) quien, para ser estrictos, ni siquiera es su primo, tampoco tiene ascendencia italiana y encima está despechado por no haber sido el beneficiario de la calamitosa herencia. Pero a decir verdad, las prioridades parecen ser otras para cualquiera de ellos. Marcus (Lionel Boyce) se demora probando recetas de pastelería en vez de cumplir con la panificación pautada para los sandwiches. A Tina (Liza Colón-Zayas), una de las más veteranas, le molesta que le expliquen cómo hacer las cosas, mientras que el resto simplemente prefiere pasar desapercibido.

Carmy incluso contrata como subchef a Sydney (Ayo Edebiri), una joven con cualidades promisorias e ideas innovadoras para el menú de platos y el flujo de las tareas. Pero los márgenes apremian, los pagos se atrasan y la tensión comienza a crepitar. En esa sartén sin mango, prácticamente a la deriva, el exceso de humedad también está ocasionado por el encontronazo entre dos culturas de trabajo contrapuestas, la cocina docta de Carmy y Sidney y el libertinaje lego del resto del pelotón. La serie -en la inconfundible senda de Whiplash (2014) o la filmografía de los hermanos Safdie- pendulea frenéticamente entre las puteadas desaforadas y los fogonazos de comicidad. Los choques entre ellos empiezan a repetirse, las comidas se derraman, los platos que se dejan en el fuego más de lo debido y se carbonizan, las quemaduras y los cortes en los cuerpos ya exhaustos. Las cámaras comandadas por los showrunners Christopher Storer y Joanna Calo los siguen cada vez más de cerca y los primeros planos se ciernen aún más sobre ellos para agudizar la asfixia del espectador. En Review, el estupendo antepenúltimo capítulo, rodado en plano secuencia y en un tiempo real coincidente con los 20 minutos previos a abrir el local, todo finalmente se desborda. El episodio inicia con otro de los colaboradores, Ebraheim, leyendo en voz alta para la tropa una reseña gastronómica positiva acerca de «The Beef of Chicagoland», pero cierra con un apuñalamiento.

A esa altura la tensión es insoportable y cualquiera se preguntaría por qué Carmy insiste en defender ese negocio familiar al borde del colapso, que recibió de sopetón sin haberlo reclamado jamás, y que se ha tornado un pozo de sufrimiento para él y para los demás. Hay algo de expiación en esa terquedad, algo de querer enmendar la culpa que siente por el suicidio de Michael. Es ese mismo remordimiento lo que, asimismo, arrastra a este chef Michelín a ir frecuentemente a las reuniones de Alcohólicos Anónimos para dar con algún indicio que lo ayude a comprender por qué su hermano no pidió ayuda. Y regresar todas las mañanas a ese restaurante es, en efecto, una manera de averiguar más respecto a él, ahondando entre sus papeles y sus anotaciones, y conviviendo con quienes más cerca suyo estuvieron, su personal de cocina. «The Beef of Chicagoland», en consecuencia, cumple la misión de doble anclaje emocional para Carmy, al encender sus recuerdos y, simultáneamente, evadirlo de sus pensamientos en la rutina de la urgencia. En un mercado a veces saturado por documentales y realities culinarios que en su mayoría parecen cortados por la misma cuchilla, esta ficción acerca de la pérdida cercana, de los flagelos en el duelo y de la resistencia del alma, era necesaria.

Capítulos clave: Capítulo 3 (Brigade), Capítulo 4 (Dogs), Capítulo 5 (Sheridan), Capítulo 7 (Review), Capítulo 8 (Braciole).

6. Winning time: the rise of the Lakers Dynasty (Temporada 1 - HBO Max)

La sensación que despertó en el público The Last Dance, el documental que recorría la edad dorada de Michael Jordan con los Chicago Bulls, quienes bajo la dirección técnica de Phil Jackson ganaron seis anillos de la NBA, aparentemente ensanchó el mercado de streaming para las producciones ligadas a ese bello deporte. Tan solo en el 2022 Disney+ subió Rise (un documental enfocado en la familia de jugadores Antetokounmpo), y Netflix hizo lo suyo con Hustle (con Adam Sandler como un cazatalento que descubre en Madrid a un jugador excepcional al que lleva a Estados Unidos) y con The Redeem Team (otro documental dedicado a la selección estadounidense del 2008, bautizada a sí misma como el «Equipo Redentor», por haberse fijado como objetivo ganar los JJ.OO. de Pekín tras la paliza deportiva que le propinó la selección argentina en Atenas 2004). No obstante, si el 2020 fue el año televisivo de Jordan y los Bulls, este fue el de Magic Johnson y los Lakers: Apple TV+ le dedicó cuatro capítulos documentales al oriundo de Michigan en They Call Me Magic y Disney+ repasó la historia de la franquicia en los diez episodios de Legacy: the True Story of the L.A. Lakers. Aunque de todos los títulos que hemos mencionado, el más impactante es Winning time: the rise of the Lakers Dynasty, el biopic de HBO Max acerca del Showtime, el equipo de los Lakers que en los 80 levantaron cinco anillos y puso los cimientos para que el básquet fuera el espectáculo que es hoy, con la NBA como una de las ligas más atrayentes del planeta.

Para contar la historia de un show nada mejor que contratar a un cineasta de shows como lo es Adam McKay (responsable de Don't Look Up, Vice y la excelente The Big Short), quien con su característica vertiginosidad zarandeó el guion coescrito por Max Borenstein (The Terror y tres de las últimas Godzillas) con Jim Hecht. Ya desde el vamos Winning time… abre con la mejor intro del año, un calidoscopio que combina fotogramas de la serie con un mosaico de imágenes semiverídicas al ritmo de la canción My Favorite Mutiny de The Coup, para plasmar en menos de dos minutos todo un retrato de esa década: la carrera armamentística de la Guerra Fría, la música disco, la cultura del surf y del skate en Los Ángeles, la moda del step y los videos hogareños de gimnasia, los autos lowriders, la penetración del básquetbol en los barrios marginales, las redadas policiales y los conflictos sociales. Fue en ese ambiente donde Jerry Buss (el in-cen-dia-rio John C. Reilly), un doctor en fisicoquímica por la Universidad de California que hizo su fortuna invirtiendo en el rubro inmobiliario el dinero que había obtenido desempeñándose en la industria aeroespacial, apostó por comprarle Los Ángeles Lakers por 67.5 millones de dólares al empresario canadiense Jack Kent Cook. Desde entonces «Dr. Buss», como lo apodaban, no paró de tomar decisiones poco ortodoxas basándose en su olfato empresarial: fichó como pick número uno a Earvin "Magic" Johnson Jr. (Quincy Isaiah) en el draft de 1979, cuando el rookie favorito de ese año era Larry Bird; apostó por juntar a ese joven base con la figura del equipo, el pívot Kareem Abdul-Jabbar; nombró al iracundo Jerry West (Jason Clarke) como manager general y contrató como head coach a Jack McKinney, un entrenador sin antecedentes al frente de un equipo de la NBA, solo habiendo sido asistente en los Milwaukee Bucks y en los Portland Trail Blazers, además de dos pasos por torneos universitarios. Si bien un tempranero accidente vial le causaría un traumatismo craneal a McKinney (Tracy Letts) y acortaría apenas a catorce fechas su estadía entrenando a Los Lakers, su legado de un juego con el estilo ágil del run and gun sería continuado por sus dos ayudantes de campo, Paul Westhead (Jason Segel) y el ex jugador Pat Riley (Adrien Brody).

La temporada inicial se circunscribe, por ende, al primer campeonato que el Showtime cosechó en 1979, sobreponiéndose a incontables contratiempos tanto deportivos como económicos. Por eso y a pesar de que el reparto esté copado por las estrellas que fuimos enumerando (algo que es muy característico de los productos de Adam McKay), los protagónicos sobresalientes se los roban Reilly como «Dr. Buss» y Quincy Isaiah como Magic Johnson, que además de debutar en televisión es la sonrisa hecha persona. Por ser el base del equipo, dependió en gran medida de Magic Johnson colaborar en la definición de la identidad de juego de esos Lakers, para lo cual tuvo que servirse de todo su carisma con el parco Kareem Abdul-Jabbar (Solomon Hughes) en pos de estrechar un vínculo que les permitiese a ambos armar una dupla demoledora dentro de la cancha; y de toda su inteligencia y destreza para vencer en la competición a Larry Bird, lo que asimismo enmascaraba una rivalidad entre las barriadas negras de las ciudades y el interior WASP del Estados Unidos rural. Paralelamente Dr. Buss, afecto a codearse con la jetset californiana entre quienes era muy popular, fue el ideólogo del show en las tribunas, con una estrategia de marketing orientada a que ver el Showtime fuese una experiencia integral. Para eso, renovó el contrato de alquiler del Forum, un emblemático estadio que emulaba al Foro Romano, creó una membresía VIP para celebridades a la que se conoció como el Forum Club, y agregó bandas en vivo y las coreografías de las Lakers Girls, las porristas que animaban los entretiempos.

Todo ese período está narrado con tanto frenesí por McKay que a veces abruma, no solo por la adrenalina visual en sí, también por la mezcla de técnicas de capturas y edición aplicadas por el camarógrafo Todd Banhazl, quien filmó en formatos de 35 mm, 16 mm y 8 mm, a color y en blanco y negro, para después retocar las tomas digitalmente y darle el aspecto de las Kodak Ektachrome y Kodachrome, o aumentarle la granularidad para emular el estilo retro del fotógrafo William Eggleston. Asimismo, Dr. Buss y Magic Johnson rompen constantemente la cuarta pared para hacer más inmersivo el involucramiento del espectador. Como contrapartida, en otros pasajes el audio se coloca de forma asincrónica, esto es, desfasado con la escena que está ocurriendo para agilizar las transiciones escénicas. La clave es que experimentemos con ellos el caos que transitaban, sus fiestas, sus viajes, los entrenamientos y la prensa, aunque como buen mago que era, no todo lo que nos enseñen Johnson y compañía haya sucedido realmente así. Por eso, más que hacerle justicia con su estética y su intensidad a los hechos -algo que cuestionaron precisamente algunos de los implicados-, puede que Winning time… le sea más fiel a las sensaciones que disfrutaron y padecieron los hacedores de esa era revolucionaria de la NBA.

Capítulos clave: Capítulo 1 (The swan), Capítulo 4 (Who the f**k is Jack McKinney?), Capítulo 5 (Pieces of a man), Capítulo 6 (Memento mori), Capítulo 7 (Invisible man), Capítulo 8 (California dreaming), Capítulo 10 (Promised land).

5. Andor (Temporada 1 - Disney+)

En sus tres primeras escenas, la nueva serie de la factoría Star Wars introduce las dos caras de su protagonista, el enigmático Cassian Andor (Diego Luna). Al mejor estilo Blade Runner, bajo una lluvia torrencial y con la capucha de su campera ocultándole las facciones, este hombre ingresa a una especie de cabaret galáctico, no para contratar los servicios que allí se brindan sino para indagar acerca del paradero de su hermana. Así, rápidamente conocemos la ambivalencia de un personaje al que el amor sin límites lo lleva a adentrarse en los bajofondos del planeta industrial Morlana Uno, con una determinación que tampoco le impide asesinar a dos oficiales de seguridad que se vuelven un escollo para su objetivo. Ese es Andor, un hombre desesperado por rencontrarse con su hermana, de la cual se vio separado cuando ambos eran niños como consecuencia de la invasión del Imperio Intergaláctico a su planeta de nacimiento, Kenari. Cassian fue rescatado por su madre adoptiva Maarva (Fiona Shaw) y desde ese entonces se mueve en la clandestinidad como traficante de piezas y aparatos imperiales. Pero el contacto con un sorpresivo comprador llamado Luthen Rael (Stellan Skarsgård) lo introducirá en la red de la Alianza Rebelde como partícipe de un golpe que esta planea contra las arcas del Imperio.

Si tuviéramos que elegir un número, diríamos que el 4 es el que define a Andor. Esto porque se trata de la cuarta serie original de Star Wars que Disney lanza en su plataforma, después de los spin off de The Mandalorian (2019-), The Book of Boba Fett (2021-) y Obi Wan Kenobi (2022-). Pero además, se ubica temporalmente apenas unos años antes y está conectada con el filme Rogue One (2016), que a su vez pertenece a la bifurcación de Star Wars: Anthology, lo que vendría a ser un cuarto grupo de historias ramificadas de la franquicia, si es que consideramos a las tres trilogías troncales como otros tres grupos con autonomía propia, debido a cómo fueron concebidas y cuándo fueron rodadas. Asimismo, Disney contrató un cuarteto de destacados intérpretes para encarnar distintos papeles y darle más envergadura al producto, si a los mencionados Diego Luna, Stellan Skarsgård y Fiona Shaw le sumamos al gran Andy Serkis, quien irrumpe en el tramo final de la serie como un recluso que lidera una de las secciones de la inexpugnable prisión a la que va a parar Andor. También son cuatro los niveles a los cuales se despliega la historia y en los que se enlaza la resistencia Rebelde, con una granularidad que le permite infiltrarse en todos los estratos de la sociedad imperial, desde la esfera política (por medio de la complicidad de la senadora Mon Mothma) y la esfera comercial (con la coordinación de Luthen Rael), hasta los sectores populares e inclusive el submundo carcelario, por los cuales se escabulle Cassian cada vez que lo buscan activamente las autoridades imperiales. Finalmente, si analizáramos las influencias cinematográficas de la obra, dejando a un lado la ya referida Blade Runner (1982) y dando por sentado el nexo directo con Rogue One, con quien comparte no solo una continuidad argumental sino también a Tony Gilroy como el guionista de ambas, otra película que ha inspirado la serie ha sido la franquicia de Bourne (2002-2016), de la cual intentó replicar el mismo movimiento que esta supuso con respecto a las producciones de espías previas. En palabras del propio Gilroy, quien justamente fue el creador de la saga estelarizada por Matt Damon, la intención con Andor ha sido bajar un poco la espuma a la grandilocuencia que había tenido la última trilogía de Star Wars y contar un relato mucho más «terrenal». Quizás por eso la trama también dedique más tiempo a situaciones que transcurren en locaciones con impronta más popular, como el planeta Ferrix, donde habita nuestro antihéroe, o la prisión de Narkina 5, cuyo esquema de diseño recuerda ineludiblemente a 2001: A Space Odyssey (1968), por la preponderancia del blanco y el naranja en la escenografía y los vestuarios de los presos.

En épocas donde la insatisfacción ciudadana es un sentimiento que se propaga en la mayoría de nuestras sociedades, Andor es la historia más política de Star Wars y lo mejor que se ha hecho desde la era Lucas, con un discurso notorio contra la conquista, la opresión, la tortura, la contaminación del medio ambiente, y contra todo lo que pueda representar el Imperio en cuanto materialización de ello. Por eso y más allá de que sea Tony Gilroy quien haya redactado este guion, así como el de Rogue One, y pueda percibirse la continuidad tanto estilística como en la trama de ambas obras, es razonable que dos de los mejores episodios (One way out y Nobody's listening!) sean aquellos en los que figura acreditado como guionista Beau Willimon, un autor con antecedentes en temáticas políticas por haber sido el creador de House of Cards (2013-2018). Solo un par de temporadas de doce capítulos cada una fueron anunciadas para relatar las aventuras de este rebelde galáctico, por lo que solo restará ver cómo se decanta la segunda y cómo se une con los acontecimientos de Rogue One y el Episodio IV.

Episodios clave: Episodio 2 (That would be me), Episodio 3 (Reckoning), Episodio 6 (The Eye), Episodio 7 (Announcement), Episodio 9 (Nobody's listening!), Capítulo 10 (One way out), Episodio 12 (Rix Road).

4. House of The Dragon (Temporada 1 - HBO Max)

En agosto se hizo un paréntesis en el calendario televisivo cuando, casi en simultáneo, se estrenaron House of The Dragon y The Lord of The Rings, ambas convirtiéndose en trending topic y monopolizando instantáneamente las conversaciones en redes sociales y los vídeo análisis de los fans tras las emisiones de sus correspondientes capítulos semanales. Dos épicas medievales fantásticas, basadas en dos sagas robustas con sus respectivos grupos de fandoms, que tienen en común mucho más que disputarse para sí mismas sus lealtades y sus pasiones. George R. R. Martin, el autor de Canción de Hielo y Fuego (1996-?), la inconclusa heptalogía que HBO Max recuperó en 2011 para crear la serie más exitosa de su historia, fue justamente quien confesó el influjo que las obras de J. R. R. Tolkien tuvieron en él cuando le tocó escribir las suyas. Aunque para su gusto, el final del Señor de los Anillos era demasiado feliz, con la mayoría de los integrantes de La Comunidad del Anillo zarpando hacia las Tierras Imperecederas y con Aragorn unificando los reinos humanos de Gondor y Arnor bajo un reinado que se extendería sin sobresaltos por más de un siglo, lo cual, en su opinión, era poco verosímil considerando lo que han sido históricamente las luchas de poder palaciegas. Esa fue la razón por la que, al escribir sus propias páginas, decidió bañarlas en sangre, muertes y regicidios, con un criterio que prácticamente suponía prescindible a cualquiera de sus personajes, y que acabó siendo uno de los factores que le dio su principal atractivo tanto al relato en sí como a Game of Thrones (2011-2019), la adaptación televisiva que más adelante haría HBO Max, donde cada domingo no se sabía si sería el último en el que veríamos vivos a algunos de sus personajes.

Por eso, cuando la plataforma anunció sus planes de filmar la precuela de Game of Thrones a la que titularía House of The Dragon (y para la cual tomaría como referencia Fuego y Sangre (2018), otro de los libros de Martin), se planteó la incógnita entre sus seguidores de si esta nueva serie sería capaz de aportar algo adicional a la franquicia sin perder en el trayecto los elementos que unánimemente la habían consagrado. Y para tranquilidad de unos cuantos, la respuesta fue que sí, que House of The Dragon podía hacer desfilar orgullosamente sus estandartes creativos sin salirse de la ruta diagramada originariamente en Game of Thrones por los showrunners David Benioff y Daniel B. Weiss. En esta ocasión, la responsabilidad creativa no correría por cuenta de ese binomio, sino por Ryan Condal, y los cambios que traería serían pequeños pero certeros, como estocada de lanza en una Justa de caballeros. ¿Cuáles fueron esas variaciones? Bueno, en principio si Game of Thrones nos relataba las contiendas entre distintas familias del Poniente para ocupar el Trono d


This post first appeared on El Antepenúltimo Mohicano | Revista Digital De Ci, please read the originial post: here

Share the post

Las 30 mejores series del 2022: el año que la televisión se miró a sí misma

×

Subscribe to El Antepenúltimo Mohicano | Revista Digital De Ci

Get updates delivered right to your inbox!

Thank you for your subscription

×