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Sudeste asiático en familia. Vietnam. Trekking en Sapa, llegada al Homestay. Parte 8.

En el relato anterior os contaba nuestra salida a pie de Sapa, cómo llegábamos a casa de nuestra guía Pang, cómo fue la comida y más cosas sobre el trekking y la cultura de las etnias de esta parte de Vietnam.

¿Veis al fondo Sapa? venimos de allí andando.
Cada poco tiempo estábamos sacando fotos, no podíamos parar.
Me quedé más o menos en el relato cuando llevábamos unos 10 kilómetros caminados, y todavía nos quedaban 4 hasta nuestro alojamiento de esa noche.

Foto de Izan, no está mal, ¿no?.
Bosque de bambú.
Seguimos caminando junto a Pang, pasando por alguna que otra cascada, puentes de madera que cruzaban algún riachuelo, bosques de bambú y decenas y decenas de plantaciones de arroz.

Arrozales infinitos.
Un colegio de Sapa. Vimos varios en nuestra caminata.
La excursión estaba superando nuestras expectativas, los paisajes son alucinantes, hipnóticos, sencillamente espectaculares; conocer la cultura de estas tribus es algo maravilloso, una manera de que los niños sepan más sobre este mundo, de que aprecien todo lo que ellos tienen, que es de lo que aquí carecen.

Los niños pequeños se suelen encargar del ganado.
Caminando entre arrozales.
Seguimos caminando sin cruzarnos con nadie, o al menos nadie que no fuera autóctono, ya que tanto niños como mujeres vestidas con trajes típicos de sus respectivas etnias aparecían cada cierto tiempo a nuestro paso.

Pang con dos de sus hermanas y Yolanda.
Probando la cerveza local, muy buena.
Casi al final de nuestra travesía paramos en un bar de locales, de esos que ven a turistas sentados en sus mesas cada mucho tiempo, y es que estaban dos de las hermanas de Pang allí sentadas tomando unas cervezas, de modo que nos sentamos a acompañarlas, a probar la cerveza local y a charlar con ellas...Una experiencia más inolvidable, hacer de la vida cotidiana de los lugareños la tuya misma.

Todas las casa de la zona disponen de huerto y,
 como no arrozales donde abastecerse.
Trekking por Sapa.
Todavía quedaba un poco hasta llegar al homestay, la única manera posible de pasar la noche en las viviendas con la gente local que hay hoy en día, ya que actualmente para alojar a los turistas se requiere de un permiso especial. Antiguamente Pang alojaba a gente en su casa, pero si lo sigue haciendo se expone a una cuantiosa multa.

Los búfalos de agua son muy dóciles.
Qué bonitas son las terrazas de arroz.
Antes de llegar, todavía nos topamos con varios búfalos de agua, y con varias terrazas de arroz asentadas a las faldas de las altas montañas que nos rodean, creadas con una belleza que parece obra de algún artista, una imagen inolvidable que dudo desaparezca algún día de nuestras mentes.

Un habitante del lugar.
Cuando llegamos a nuestro homestay era todavía de día, y solo había una pareja de simpáticos australianos que en vez de reservar directamente con una guía, lo habían hecho por agencia, por lo que habían pagado mucho más que nosotros por prácticamente los mismos servicios, de hecho, dormían en el mismo lugar y cenaban lo mismo que nosotros.

Nuestra habitación en el homestay.
Para los que os preguntáis qué es un homestay os diré que es alojamiento en casa de una persona local para una experiencia de viaje auténtica, una estancia con una familia anfitriona.

Nuestras vistas desde el homestay.
Nos tocó una habitación con 4 camas (Izan y Joel la compartieron) "adornadas" con mosquiteras que a los niños les gustó una barbaridad. Allí, después de charlar con los australianos, bebernos unas cervezas frías y chequear nuestro móvil, ya que los homestays suelen tener wifi, llegó la hora de las duchas (el baño es compartido).

La cena fue realmente deliciosa.
Más tarde nos enseñaron a hacer rollitos de primavera vietnamitas, que posteriormente nos comimos en la cena, donde estaba el marido de Pang, que había venido con la moto de la familia a recogerla hasta la mañana siguiente. Añadir que la comida casera a más no poder estaba deliciosa. El digestivo fue a basa de licor de arroz casero...difícil de beber porque tendría unos 60% de graduación.



Os dejo con un par de vídeos cortos y sin editar donde se ve cómo hacemos rollitos vietnamitas.



A la mañana siguiente, después del desayuno más delicioso que recordamos, a base de crepes o pancakes con miel y bananas y café o te, emprendimos de nuevo la marcha.

Pero qué bonito.
Este treking fue distinto.
La fortuna estaba de nuestra parte, porque a pesar de que buena parte de la noche y madrugada había estado lloviendo, cuando empezamos la ruta ya no lo hacía...eso sí, había tramos del recorrido completamente embarrados por donde era fácil resbalar.

La familia al completo.
Trekking por Sapa.
Este trekking fue bastante distinto al del día anterior, y eso lo agradecimos, porque además de ver más arrozales realmente espectaculares, caminamos en medio de una densa selva cubierta por la niebla que hizo el trayecto muy emocionante.

Más barro no puede haber.
La niebla nos acompañó durante buena parte del trayecto.
La primera parte de los 8 kilómetros que caminaríamos hoy era la más dura y la más repleta de arrozales, pues era una subida constante de alrededor de una hora con varios tramos completamente embarrados.

Una casa solitaria en medio de la montaña.
Trekking por Sapa.
A partir de ahí, una vez en la parte más alta, los arrozales cambiaron por bosques de diferentes árboles y matorrales, atravesados de vez en cuando por riachuelos y cascadas, donde nos acompañaba, durante buena parte del recorrido, la niebla.

Si os alejáis mucho de Sapa necesitaréis una guía.
Mujeres tejiendo sus ropas.
Tan sólo al final del trekking nos cruzamos con un grupo de turistas, el resto del trayecto, al igual que el día anterior, sólo algún agricultor, algunas mujeres vestidas con sus trajes tradicionales o , niños jugando o llevando al ganado.

Caminando entre la niebla.
Una pequeña cascada.
Finalmente llegamos algo cansados a una carretera y a la “civilización”donde comimos una buena sopa Pho en un restaurante local. Después llegó la hija mayor de Pang con la moto a por ella, y su marido con el coche de los suegros de Pang a por nosotros para llevarnos de nuevo a nuestr hotel de Sapa.

Seguro que los niños no olvidan los trekkings.
Hacia el final del trekking volvieron a aparecer los arrozales.
Allí nos duchamos en una habitación de la planta baja que había habilitada para ello, reorganizamos nuestro equipaje y apuramos las últimas horas haciendo algunas compras y haciéndonos un masaje de piernas muy reconfortante y necesario.

Una zona totalmete rural.
Naturaleza en estado puro.
A las 18:00 pasó la furgoneta que teníamos el día de la llegada a por nosotros y nos llevó de nuevo a la estación de ferrocarril de Lao Cai, donde nos enseñó un restaurante donde comimos, una vez más realmente delicioso y económico y donde se encargaron de cambiar nuestra reserva del tren por los billetes del mismo.

Los paisajes son brutales.
Seguro que si volvemos a Asia, hacemos algún trekking por arrozales.
La vuelta a Hanoi fue igual que la ida, en compartimentos para cuatro personas con cuatro literas en un vagón que no paraba de moverse y una cama muy dura, aunque eso no impidió que durmiéramos hasta poco antes de las 06:00, cuando llegamos al final del destino.

Los riachuelos le dan vida a la zona.
Los últimos metros del track.
Sapa es una de las mejores etapas en nuestro viaje a Vietnam. Nos quedamos fascinados por sus paisajes, sus valles, sus terrazas de arrozales, por su gente...una experiencia que nunca olvidaremos, seguro.


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