Hace días me llamaban Estos Espacios a que los visitara. Lo que solía ser mi casa en el mundo virtual poco a poco se ha hecho un lugar más lejano y que visito menos. Sin embargo, me llamaba, porque hay una parte de mi que sabe que este es el Lugar Donde soy lo que soy. Este espacio me llamaba, porque necesitaba hablar en voz alta lo que pienso luego de tres años de emigrar.
Me preocupa desconectarme de mis raíces, perder el pulso de mi ciudad, sólo ver el país que las noticias presentan, no tener oportunidad de hacer algo porque mis hijos conozcan la Caracas que amo, la Caracas en la que crecí y que me hizo lo que soy. Siempre dije cuando emigre, que no me iba peleado con el país, sino por las oportunidades que se me presentaban de salir y descubrir nuevas experiencias. Me alegra que haya sido así, pero ahora comienzo a pensar que después de haberme ido , me botaron. Digo esto porque cada nueva historia que escucho es tan ruda y en contra de la vida normal que ahora llevo que se me hace inexplicable como se hace para volver. Esto comienza a ser una lucha entre hacer un puente para sacar a quién pueda o hacer un puente para ayudar de alguna manera a generar un cambio allá que me permita algún día regresar.
Una contradicción que comienzo a vivir es la de conectarme cada día más con el lugar donde vivo ahora , pero al mismo tiempo darme cada vez mas cuenta de que realmente no soy de acá. Hay una parte de mi que disfruta todo lo que vivo acá, pero una parte de mi vive con la esperanza de que pueda volver. Es frecuente que piense en la canción extranjero de Franco de Vita y me pregunte si algún día se puede regresar a lo que era y tenía en Caracas. Las ciudades son en gran parte las personas, y no estoy seguro si yo soy el mismo.
Mientras sueño con Caracas, la vida me pasa en Panamá . Las sonrisas del rey de mi vida son panameñas, y me hace extremadamente feliz pensar en qué pueda enseñarle a las tradiciones venezolanas y que ame también la tierra que lo vio nacer y que nos ha acogido. Lo imagino disfrutando los carnavales de las tablas, y me brota la emoción de pensar que pueda acompañarlo a Roraima. Ojalá Dios nos permita vivir las dos cosas!
