Rembrandt es uno de los pintores más destacados de la escuela holandesa, de la época barroca y de toda la historia de la pintura. Pocos han conseguido captar la luz y revolucionar la técnica del grabado como él. El pintor holandés es, por derecho propio, una de las figuras más destacadas del arte y una prueba de ello es la cotización de sus lienzos y cómo los museos de todo el mundo se han rifado sus obras. Si eres un fan del pintor y quieres ver sus pinturas allá donde estés, continúa leyendo. Y, si quieres ampliar con la obra de otros grandes pintores, aquí te dejamos nuestra serie dedicada a dónde ver los Cuadros de Velázquez, dónde ver los cuadros de Goya, dónde ver los cuadros de Picasso y dónde ver los cuadros de Dalí.
Rijksmuseum (Ámsterdam)
Abrimos la lista con el que, sin lugar a discusión, es la Meca de todos los amantes de Rembrandt. Enclavado en la capital de su país natal, el Rijksmuseum, es una maravilla museística que, además de los lienzos de Rembrandt, atesora también importantes cuadros del Veronés, de Rubens o Goya. Pero, por lo que respecta a Rembrandt, es allí donde podrás contemplar algunas de sus mayores obras maestras. Por ejemplo la famosa Ronda de noche. Un cuadro que es el emblema del pintor y que aparece en todos los manuales de Historia del Arte como uno de los mejores cuadros de la historia. El lienzo está rodeado de leyenda porque, aunque a primera vista puede parecer un retrato burgués de grupo, género habitual en la pintura holandesa de la época, hay elementos extraños que llaman mucho la atención. ¿Qué está pasando en este instante congelado? ¿Qué pinta la niña tan marcadamente iluminada en la escena? Lo mejor es que despejes las dudas tú mismo en persona. Y, si quieres seguir tu visita temática, vale la pena que te desplaces a la Casa Museo de Rembrandt, allí podrás ver algunos de los grabados del autor, género en el que se destacó como uno de los genios indiscutibles de la historia.
Mauritshuis (La Haya)
Otra de las grandes ciudades neerlandesas alberga otro de los grandes museos con obras de Rembrandt. Sin duda, el cuadro que más concita la atención es la famosa Lección de anatomía. En él vemos representados al doctor Nicolaes Tulp y un buen grupo de curiosos contemplando una disección. Esta obra fue pintada por un joven Rembrandt de apenas 26 años y, lo cierto, es que su estilo ya es totalmente reconocible. Sobre todo en lo referente al uso de la luz y al detallismo minucioso que podemos advertir en cómo han sido pintados los músculos y tendones. Además, es una obra que testimonia el progresivo interés en la anatomía y la ciencia que se estaba experimentando en el siglo XVII, el siglo de científicos como Galileo o Pascal. No podemos olvidar que las disecciones eran muy poco frecuentes, estaban muy mal vistas y su práctica estaba muy, pero que muy limitada.
Museo del Louvre (París)
Tratándose de arte, tarde o temprano, todos los caminos conducen al Louvre. En este afamado museo parisino, dónde podrías instalarte a vivir durante toda tu vida y aún no terminarías de ver completamente sus fondos, se encuentran diversas obras maestras de Rembrandt. Quizá la más famosa sea el Buey desollado, un lienzo inquietante de un Rembrandt maduro y algo desencantado de la vida. Destaca la crudeza con la que expone el cuerpo de un buey desollado y cómo la luz destaca tonalidades desasosegantes. Asimismo, Rembrandt usa la pintura de una manera en la que trata de imitar la textura de la carne del animal. En definitiva, una obra maestra. Pero no es la única que podrás ver en este museo, porque allí también podrás contemplar su famoso Autorretrato con pintura y pinceles.
Hermitage (San Petersburgo)
Seguimos la pista de Rembrandt y en ningún momento hemos dejado de pisar un museo de gran importancia a nivel mundial. Y es que el Hermitage de San Petersburgo alberga uno de los lienzos más conocidos de Rembrandt: Dánae. En él el pintor holandés representa la famosa historia de Dánae, la figura mitológica que es fecundada por Zeus transformado en lluvia de oro. Este cuadro es poco explícito, o muy enigmático, porque no vemos la lluvia. Pero sí una tonalidad dorada que parece inflamar el propio «aire» del cuadro. Además, los dos personajes, tanto Dánae como la criada, parecen mirar en la misma dirección. Probablemente a un personaje que está fuera de escena y que el espectador no puede ver. No es el único lienzo de Rembrandt que atesora este museo; de hecho tiene otras dos obras maestras, el Sacrificio de Isaac y el Retorno del hijo pródigo. Un festín para la vista.
National Gallery y Kenwood House (Londres)
La National Gallery, una de las mejores pinacotecas del mundo, no podía faltar. Allí podrás disfrutar de obras como El festín de Baltasar, uno de los mejores lienzos del autor. En el se representa el episodio del Antiguo Testamento en el que se nos narra como el rey de Babilonia, Baltasar, ve interrumpido su banquete en el que celebraba la conquista de Jerusalén. Pues una mano aparece con un extraño mensaje donde se anuncia que su imperio será devastado en un futuro por los persas. En la misma ciudad tenemos otra de sus obras maestras, el Autorretrato con dos círculos. Se expone en la Kenwood House y es una ocasión estupenda para ver a un Rembrandt de 60 años, viejo y cansado pero que se autorretrata orgulloso de su profesión. Vale la pena recordar que en su época, el oficio de pintor se consideraba un trabajo que no estaba en el rango de las profesiones liberales. Es, por tanto, toda una declaración de intenciones por parte del artista holandés. También lo es desde el punto de vista formal, dado que su manejo de la pincelada suelta es absolutamente audaz. En resumen, una de sus cumbres pictóricas.
Museo del Prado (Madrid)
Terminamos la lista con otro de los museos que no pueden faltar: el Museo del Prado. Aunque no es un museo sobrado de cuadros de este autor, merece la pena destacar Judith en el banquete de Holofernes. Este tema estaba muy de moda en la época del Barroco y contamos con otros ejemplos bastante más truculentos obra de los pinceles de artistas como Caravaggio o Artemisa Gentileschi. Rembrandt es mucho más sosegado y no nos muestra tanto gore. Y es que la historia que representa es la de la heroína Judith que, para ayudar a su pueblo a sacudirse el yugo asirio, acude a la tienda de un general asirio, Holofernes, cena con él, le embriaga y, acto seguido, le decapita. Como te decimos, el cuadro de Rembrandt no entra en la casquería, pero es auténticamente extraordinario por su empleo de la luz y el detallismo de los ropajes.
