Intercambiar con los lugareños, compartir momentos especiales, sumergirse y tomarse su tiempo… El concepto de turismo Slow, también conocido como slow travel, es cada vez más popular. Si formas parte de esta nueva generación de viajeros, si eres de los que quieren primar la calidad sobre la cantidad, esta pequeña guía de turismo lento debería interesarte. Y, si quieres explorar sobre otros tipos de turismo alternativos, te mostramos cómo hacer turismo naranja.
¿Qué es el Turismo Slow o slow travel?
¿Quién no ha sentido alguna vez la necesidad de frenar un poco y tomarse el tiempo necesario para disfrutar plenamente de la vida? Si lo pensamos bien, en nuestra sociedad todo gira en torno a la velocidad y la cantidad… dos cosas que nos impiden desarrollar todo nuestro potencial.
Este sencillo principio dio origen al concepto de slow travel. El slow travel es una auténtica invitación a ralentizar el ritmo de nuestros viajes y centrarnos en los encuentros auténticos, la sencillez voluntaria y la conexión con nuestro entorno.
Por encima de todo, el slow travel es un estado mental en el que el verdadero lujo de viajar es tomarse tu tiempo. Significa sumergirse por completo y participar en la vida social de un lugar a través de encuentros y actividades. Significa centrarse en la calidad de las experiencias más que en la cantidad de sitios visitados.
Turismo slow: ¿para quién?
El turismo slow es para todos los viajeros, no sólo para los que pueden permitirse varios meses de vacaciones al año. Contrariamente a la creencia popular, el turismo slow es accesible a todo el mundo, todo el tiempo, tanto si se viaja una semana como varios meses.
Siempre que quieras volver a las cosas más sencillas, el slow travel puede ser para ti.
Turismo lento: ¿dónde y cómo?
Ten en cuenta que el turismo slow es ante todo una filosofía, por lo que puede practicarse en cualquier lugar y en cualquier momento. ¿Has reservado un billete de avión a Sydney, Bangkok o Nueva York y te preguntas si podrás viajar a tu ritmo una vez allí?
La respuesta es siempre afirmativa, sea cual sea tu presupuesto y la duración de su viaje. La única regla que debes seguir es limitar tus actividades para poder disfrutar de experiencias más intensas.
Céntrate en conocer gente. En la ciudad, en lugar de recorrer museos y tiendas, el turista slow se lanza a descubrir un barrio poco conocido y lo visita de arriba abajo. En zonas más rurales, en lugar de navegar de un parque nacional a otro, el turista slow se instala en un lugar y comparte su vida cotidiana con los lugareños.
Viajar en coche, en tren o a pie puede ayudarle a desplazarse más despacio. Sobre todo si decides ir de acampada. Acampar es una minicompañía en la que montas el campamento, cocinas y te instalas, aunque sólo sea por una noche. Esto te permitirá disfrutar de la naturaleza y del momento presente.
Turismo lento: ¿por qué?
El turismo slow es una tendencia emergente con muchas virtudes. A diferencia de los viajes tradicionales, que suelen ser rápidos, ofrece un verdadero soplo de aire fresco. Viajar despacio ofrece muchas ventajas
- Es económico, ya que el transporte es limitado y la vida local siempre es menos cara que la vida turística
- Es auténtico, porque se vive como los lugareños
- Ofrece muchas oportunidades de conocer gente nueva
- Ayuda a reducir la huella ecológica, ya que los viajeros lentos suelen compartir coche, bicicleta o utilizar el transporte público local
- Fomenta el consumo local en términos de alojamiento, comida y tiendas
Es posible viajar de otra manera, sobre todo porque el slow travel puede complementarse fácilmente con el viaje responsable, que potenciará aún más los aspectos auténticos, ecológicos, humanos y de inmersión de la aventura. ¿Te animas?
