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Toni Cantó, los derechos de los animales y la empatía

Dicen que Toni Cantó dijo algo en el Congreso sobre que los animales no tienen derecho a la vida. Realmente no se qué dijo exactamente ni tengo mucho interés en buscarlo pero el asunto está bien traído y sí que me importa un poco, como habrán visto en el post en el que justifico mi oposición a la tauromaquia. Hay un par de artículos al respecto que les recomiendo. El primero me parece muy flojo pero está escrito por el filósofo de cabecera del señor Cantó, don Fernando Savater, y culmina con la famosa: no hay derechos animales. El segundo está firmado por otra filósofa, doña Adela Cortina, y me parece mucho más sólido y razonado pero plantea que los derechos animales "se conceden [por los humanos] para protegerles del maltrato" mientras que "los derechos humanos son anteriores a las voluntades de los legisladores".
Sin ser filósofo ni por lo más remoto, creo que en esta espinosa cuestión tiene más razón Savater que Cortina, aunque verán que opino que don Fernando se queda muy corto.
Por un lado, admitir que el ser humano tiene derechos por el hecho de ser humano nos lleva a unos terrenos muy trillados pero no por eso menos pantanosos. El argumento a favor de la existencia de esos derechos suele basarse, como dice Cortina,  en que "los seres humanos tienen la capacidad para reconocer qué es un derecho y para apreciar que forma parte de una vida digna". Que esa capacidad existe es innegable pero que esa capacidad tenga como consecuencia que los derechos pasen a ser algo absoluto y preexistente a la legislación me parece una consecuencia nada obvia. Es conocido el contraargumento básico ante esa razón: si es necesario poder reconocer qué es un derecho y apreciarlo para ser merecedor de él, hay seres humanos que no los tendrían, por ejemplo, personas en coma irreversible (por no meterme en otros fangales en los que chapotea, por ejemplo, Peter Singer).
Sin más rollos, les cuento mi punto de vista: nadie, ni los seres humanos ni el resto de animales, tenemos derechos "preexistentes". Nadie es merecedor "por que así está escrito" de nada. Los derechos no son algo absoluto y aislado sino que surgen y se desarrollan dentro un convenio social. La esclavitud era considerada razonable hace bien poco debido a que una parte de la humanidad no consideraba adecuado otorgar derechos en términos de igualdad a otra parte. Ahora consideramos que todos los seres humanos deben tener los mismos derechos pero eso no viene de una "verdad cósmica revelada" sino que es una consecuencia de nuestra evolución social, en la que hemos ampliado el círculo de la empatía (ver ¿Ética sin dioses?) más allá de nuestra genealogía, de nuestra vecindad más inmediata, de nuestra religión (o ausencia de ella) o del color de nuestra piel.

Jane Goodall (del post Mujeres y primates)
Los derechos humanos solo existen porque hemos acordado que lo hagan. Este acuerdo se ha realizado porque tenemos la percepción de que su existencia supone una mejora objetiva de las condiciones de bienestar, tanto particulares como generales.
Es interesante, para aportar una pista a una explicación de este fenómeno social, reparar en que hay movimientos cada vez más insistentes que buscan otorgar derechos "humanos" a los grandes primates. No los hay, sin embargo, para asignar esos derechos a las langostas o a los nemátodos. Nuestro círculo de empatía se extiende sobre el árbol taxonómico pero solo hasta ciertos límites de distancia, aunque estos sean crecientes. De hecho, aún hay muchos humanos que no lo extienden a la totalidad de la humanidad, y la esclavitud y la explotación son ejercidas sin compasión (ese sentimiento de identificación con el dolor ajeno) en todo el mundo con más o menos sofisticación.
Sería bueno, creo, que nos metiéramos en nuestra cabeza que los derechos de todos, humanos y no humanos, míos y tuyos, dependen exclusiva y totalmente de nosotros mismos. Dicho de otra forma: somos responsables y somos libres. Somos responsables si mejoramos el mundo y lo somos también si lo hacemos peor. Somos libres de elegir una de las dos actitudes pero sería bueno considerar que esa elección puede ser muy relevante para los que queremos dar un poco de sentido a nuestras vidas (que, de por sí, carecen de él). También somos responsables a la hora de educar en la lucha contra el retraso moral o de ser aquiescentes con hechos que la evolución ética de nuestra sociedad ya no considera admisibles. Y somos libres de abstenernos, de tolerar la injusticia, el abuso y la violencia contra el débil, por supuesto, pero sobre eso no puedo decir más que allá cada cual con sus miserias y sus luces.


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