Lo más probable es que la aversión al agua de los gatos proceda de su hábitat original: los gatos han vivido siempre en desiertos, así que apenas tenían experiencia con el agua. Es lo que determinan los estudios genéticos llevados a cabo por el Instituto Nacional del Cáncer, que muestran que los parientes más cercanos de los gatos domésticos son los gatos salvajes de África y Europa y el gato del Desierto Chino.
Eso no significa que existan ciertas excepciones, como el gato pescador, oriundo de los pantanos de la India e Indonesia, que al menos toquetea la superficie del agua con la pata y luego atrapa a su p resa con las garras.
También es cierto que los dueños de los gatos pueden hasta cierto punto acostumbrar a sus mascotas al líquido elemento. Pero es algo que desaconsejan los veterinarios: puede secar la piel del gato y eliminar las feromonas esenciales para que se comunique con otros felinos. Y como asegura Katherine Houpt, especialista en comportamiento animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Cornell, "los gatos no han evolucionado para relacionarse mucho con el agua".